Nunca dejes de sonreír (Lola Lolita 3)

Lola Moreno

Fragmento

cap-1

¡Hola, loquillos! Soy Lolita.

Algunos me conoceréis por mis fotitos en redes y otros por mis libros. Estoy de vuelta con nuevas y alocadas aventuras. Y es que he tenido un veranito que... ¡BUFFF! ¡MADRE MÍA! Me muero de ganas de compartir con vosotros hasta el último detalle, pero antes de ZAMBULLIRNOS EN ELLO, creo que debo ponerme un poco seria y hacer una pequeña reflexión. Supongo que no hace falta que te diga que este ha sido un año MUY MUY LOCO, ¿verdad? Y esta vez, la palabra «loco» no la uso como algo BUENO o ALUCINANTE, sino más bien como... un auténtico desastre. ¡Y me estoy quedando corta! Me refiero, claro está, a la terrible pandemia que ha afectado a gente de todos los rincones del planeta. A no ser que hayas estado viviendo en una cueva sin internet durante todo el año, me imagino que ya sabes de lo que estoy hablando, ¿no? A algunos les ha afectado más y a otros menos, pero lo que está claro es que ha modificado las vidas y las costumbres de todos. A mí, por ejemplo, me dejó sin graduación, sin viaje de fin de curso y con la sensación de haberme perdido los últimos meses de instituto con personas cuyos caminos se separarán del mío para siempre. Aunque ya sé que eso no es nada comparado con lo que han tenido que pasar muchas otras personas.

Pero esta experiencia también me ha afectado de otra forma. De una no tan NEGATIVA. Porque me ha servido para ser muy consciente de lo importante que es valorar cada pequeño momento y para animarme a disfrutar de todos y cada uno de ellos (siguiendo siempre las precauciones sanitarias, por supuesto). Disfrutar de la vida, del verano, de mi familia, de mis amigas y amigos, de la naturaleza, de los animales y de todos los hobbies que me apasionan, ¡que son un montón!... Esa es la idea que me gustaría transmitirte con este libro: la de NO PERDER NUNCA LA ESPERANZA E INTENTAR SER FELIZ... incluso cuando las cosas no pintan demasiado bien.

imagen

Dicho esto, ¡vamos al lío! ¡Vacaciones! ¡HURRA!

Un momentito... Puede que me haya adelantado un poco al decir eso.

Porque resulta que hay una pequeña COSITA INEVITABLE que siempre siempre siempre hay que sufrir antes de poder irte vacaciones. ¿Sabes cuál es? ¿Quizá se trata de tostarte al sol para coger algo de colorcillo y no parecer un YOGUR ANDANTE cuando vayamos a la playa por primera vez? ¡No! (Ya hablaremos sobre eso más adelante...) ¿Quizá me estoy refiriendo a REVISAR Y ACTUALIZAR tu colección de biquinis y OUTFITS DE VERANO? ¡Tampoco! (Y, en cualquier caso, eso no es ningún sufrimiento.) Me estoy refiriendo a... ¡los exámenes de final de curso! ¡GLUPS! Y en mi caso, los exámenes de este año no eran lo que se dice unos exámenes cualesquiera, sino la temible SELECTIVIDAD, en la que te juegas tu futura carrera universitaria. ¡Doble GLUPS!

Yo nunca he sido una mala estudiante, pero tengo que admitir que este año ME PILLÓ EL TORO. Durante los últimos meses había tenido miles de cosas rondándome por la cabeza y, aunque eso tiene una parte BUENA (no me dio tiempo a aburrirme ni un segundo), también tiene una parte mala: que no es muy recomendable a la hora de ponerse a HINCAR LOS CODOS. No hay nada peor que, por ejemplo, estar repasando personajes históricos y en lugar de memorizar lo que hicieron, ponerte a imaginar posibles formas de maquillarlos porque, en el fondo, estás pensando en un tutorial que vas a hacer más tarde. ¡ASÍ NO HAY MANERA! Por eso siempre que estaba atareada me decía: «Mañana me pongo a estudiar». Y claro, ese «mañana» se acababa convirtiendo en «pasado mañana». Y ese «pasado mañana» en «el otro». Y «el otro» en «el lunes sin falta». ¡AISH!

Cuando me di cuenta de lo apurada que iba, tuve que pasarme días enteros encerrada en mi habitación leyendo y memorizando como una loca. Casi casi como si estuviese en una CARRERA CONTRARRELOJ. No estaba para nadie, ni siquiera para mi hermano pequeño, Enzo, que no quiere otra cosa que jugar conmigo y que tiene tanta energía que a veces creo que va a pilas y que mis padres se las cambian cada mañana.

—¡Jo, Lola! ¡Tú antes molabas! —me decía cada vez que lo echaba de mi habitación.

Sé que antes he dicho que me puse a estudiar en serio un poco tarde, pero por otra parte había ido repasando durante todo el año. Yo tengo muy buena memoria a corto plazo, así que empecé por lo más difícil y acabé por lo más fácil. Y confié en que esa estrategia fuese mi salvación.

Pero con buena memoria o sin ella, tengo que admitir que el primer día de selectividad estaba HECHA UN FLAN. Hice los exámenes en mi instituto, junto con mi curso de segundo de bachillerato. Por todo lo que estaba pasando con la COVID-19, nos repartieron por todas las aulas, hicimos exámenes hasta en el gimnasio. Allí siempre nos animaban a ser supercreativos y a trabajar en nuestras CUALIDADES INDIVIDUALES. Por suerte, en mitad de aquel OCÉANO de nervios e incertidumbre (como se nota que en el fondo ya estaba pensando en la playa y en el mar, ¿eh?), me encontré con mi amiga Marina. Las dos corrimos a darnos un gran abrazo, ¡era genial tener a alguien con quien poder pasar por todo AQUELLO!

imagen

—Creo que el primer examen no lo tenemos juntas —me dijo Marina mientras consultaba una agenda gigante en la que tenía apuntado hasta el último detalle—. Pero esta tarde sí que vamos a coincidir en el de Historia del Arte. ¿Qué te parece si quedamos para comer? ¡Tenemos un par de horas libres!

—Pues me parece fantásti... Un segundo, ¿has dicho HISTORIA DEL ARTE? —contesté mientras notaba que la cara se me quedaba blanca de golpe.

¡Yo pensaba que el examen de Historia del Arte no lo teníamos hasta el último día! ¡Y no había estudiado nada! ¡Pues sí que empezábamos bien!

—¿Cómo? —exclamó Marina, OJIPLÁTICA perdida al enterarse—. ¡Pues tendremos que hacer algo al respecto, guapi!

El primer examen no me fue del todo mal, pero estaba en MODO BAJONA TOTAL y superpreocupada por lo de Historia del Arte. Tanto que lo único que me apetecía hacer era volver a casa, colgar un cartel de «NO MOLESTAR» en la puerta de mi habitación y enterrarme bajo la manta y las almohadas de mi cama durante el resto del día. Y estuve a puntito de hacerlo, no te creas, pero entonces recordé que había quedado con Marina y no era plan de dejarla ahí tirada. Habíamos quedado en la biblioteca de la facultad, pero cuando llegué resultó que allí no había ABSOLUTAMENTE NADIE. Lo único que vi un poco fuera de lo normal fue una enorme pila de libros encima de una de las mesas.

—¡Venga, Lola! ¡No tenemos un segundo que perder! —dijo una voz que salía de detrás de la montaña de libros.

En ese momento la cabeza de Marina asomó por encima de los libros, como si fuese una tortuga saliendo de su caparazón o algo así. ¿Qué se proponía? ¿Acaso pretendía...?

—¡Tenemos que ponernos a repasar YA MISMO! —Parecía como si se hubiese anticipado a mis pensamientos—. ¡SOBRE TODO TÚ!

—¿Estás de broma? —rep

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos