Amanda Black 3 - El último minuto

Juan Gómez-Jurado
Bárbara Montes

Fragmento

 cap-1

Personajes

Amanda Black: vive con su tía Paula desde que sus padres desaparecieron al poco tiempo de nacer ella. Ahora, con trece años, ha descubierto la verdad sobre sus orígenes: es la heredera de un antiguo culto dedicado a la diosa egipcia Maat, cuya misión es encontrar y robar objetos mágicos (y no tan mágicos) que, en malas manos, podrían ser peligrosos para la supervivencia de la humanidad. Además, tiene que lidiar con los típicos problemas de una adolescente, que no son pocos, y entrenar a diario para que los poderes que empezaron a manifestarse el día que cumplió trece años puedan desarrollarse hasta su máximo potencial.

 

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Tía Paula: es la tía abuela de Amanda, además de su tutora y exigente entrenadora. Nadie sabe la edad que tiene, ya que aparenta entre treinta y cinco y cincuenta y cinco años. Afirma que ya no está en forma; sin embargo, Amanda cree que eso no es del todo cierto: ha visto a su tía hacer auténticas proezas durante los entrenamientos a los que la somete a diario.

Paula haría cualquier cosa por Amanda, y lo que más le preocupa es mantener a la joven a salvo de todos los peligros que suponen la herencia que ha recibido al cumplir trece años.

 

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Eric: es el mejor amigo de Amanda, no sólo van juntos al mismo instituto, además, Eric la acompaña allá donde la lleven sus misiones. Es un auténtico genio de los ordenadores y puede piratear cualquier red. Antes de conocer a Amanda era un chico solitario con el que todos se metían, ahora ha ganado confianza y nada se interpone en su camino... Algo normal cuando te enfrentas continuamente a peligros que podrían costarte la vida. Lo que más quiere en el mundo es a su madre y después a Amanda (aunque le gusta mucho Esme, la amiga de ambos).

 

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Benson: es el misterioso mayordomo de la familia Black. Parece adivinar los deseos y necesidades de Amanda antes de que ésta abra la boca. Aparece y desaparece s in que se den cuenta y parece llevar en la Mansión Black más tiempo del que sería natural: Amanda descubrió una fotografía muy antigua en la que aparecía Benson y... ¡estaba igual que ahora!

Se encarga de todo el equipo necesario para las misiones de Amanda y Eric y es el inventor de los artilugios más sofisticados. También sabe pilotar los automóviles, aviones y helicópteros que se guardan en el taller de la Mansión Black y está enseñando a Amanda y a Eric a manejarlos. Para Amanda y la tía Paula, Benson es un miembro más de la familia, y así se lo han hecho saber en numerosas ocasiones.

 

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Esme: compañera de Eric y Amanda en el instituto. Conoce la herencia de Amanda y siempre está dispuesta a echarle una mano cuando su amiga lo necesita. Le encantaría acompañarla en sus misiones y cuenta con que algún día se lo pida. Mientras tanto, se alegra de tener a Eric y a Amanda como amigos y de que le cuenten sus últimas aventuras (a ella también le gusta un poco Eric).

 

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Lord Thomas Thomsing: lord inglés perteneciente a una familia que, en la antigüedad, fue una poderosa aliada de los Black. Tras la utilización por parte de uno de sus antepasados de un amuleto mágico (con consecuencias desastrosas), la familia del lord fue expulsada del culto a la diosa Maat. Ahora, tras demostrar lord Thomas su fidelidad y su valor, los Thomsing han recuperado su lugar junto a la familia de Amanda, de lo cual, la tía Paula se alegra mucho (muchísimo).

 

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Nora: delegada de la gente de los subterráneos, un grupo clandestino que lleva siglos habitando en subterráneos secretos bajo la ciudad en la que viven los Black. Tras intentar establecer redes de comercio con la gente de arriba (los que viven en la ciudad) y fracasar, tuvieron que dedicarse a robar, si bien eligen siempre a sus víctimas entre los poderosos. La gente de los subterráneos cuenta con numerosos agentes distribuidos por todo el mundo. La tía Paula está tratando de ganarse a Nora como aliada para la causa de los Black.

 

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Lugares

 

Mansión Black: el hogar de los Black desde hace cientos de años. Amanda recibió la mansión y todo su contenido como herencia al cumplir trece años. Si bien su exterior está bien conserva do, el interior es otra cosa. Han podido habilitar algunas de las ha bitaciones para su uso diario, pero la gran mayoría todavía está en un estado cochambroso y casi ruinoso. Poco a poco, la tía Paula, Benson y Amanda van trabajando para devolverle todo su esplendor. Lo malo es que, a pesar de tener la fortuna que heredó la joven, no pueden hacer uso de ella para hacer obras porque temen que alguien pueda descubrir los secretos que se guardan en su interior. La Mansión Black tiene pasadizos ocultos, habitaciones que aparecen y desaparecen y muchas cosas que Amanda todavía no ha descubierto.

 

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El taller: así es como llaman al sótano de la Mansión Black y es donde se preparan todas las misiones de Amanda y de Eric. Dentro del taller se esconde la Galería de los Secretos, en la que se conservan los objetos robados en cada misión (de la cual mientras sigan siendo peligrosos no volverán a salir). Además, cuenta con los ordenadores más potentes; un hangar, en el que se guardan las aeronaves (algunas supersónicas) que necesitan para desplazarse por todo el mundo en tiempo récord; un enorme vestidor con todos los trajes necesarios, desde ropa de escalada a vestidos de fiesta; una biblioteca; una zona de estudio, y parte del circuito de entrenamiento que Amanda tiene que hacer a diario (la otra parte está en los jardines de la Mansión Black, si bien, en la actualidad, es bastante generoso llamarlos «jardines»).

 

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Prólogo

Tren a la ciudad

Sábado, 15.20 h

No sé qué hago aquí. No, en serio, no lo sé. ¿Qué hago en este maldito tren? ¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿En qué momento se ha torcido tanto todo?...

Aunque no nos adelantemos, déjame que te lo explique un poco. Esta mañana estaba a mis cosas, preparándome para ir de compras y pensando en el Baile del Último Minuto que se celebra esta tarde en el instituto. Se llama así porque no puedes pedirle a nadie que te acompañe hasta el mismo día del baile, o sea, hasta hoy... Y yo tenía clarísimo a quién se lo iba a pedir: a Jason. Me gusta taaaaaanto Jason. Es taaaaaan guapo, taaaaaan divertido, taaaaaan inteligente, taaaaaan simpático..., ¡tan todo! ¡Es perfecto! O, por lo menos, para mí lo es. Me gusta mucho Jason, por si no te has dado cuenta. Tiene unos ojos grises enormes, enmarcados por unas pestañas largas y oscuras. Cuando me mira me quedo embobada... Y eso es algo que nunca me había sucedido.

Pensaba que las cosas iban sobre ruedas, o todo lo sobre ruedas que pueden ir en mi caso, porque, vale que no he podido elegir un vestido bonito para el baile por aquello de tener que entrenar y estudiar todas las tardes..., y por aquello de tener que ocuparme de diferentes misiones los fines de semana... Sí, ya sabéis, por lo de ser una ladrona, heredera de un culto a la diosa Maat que se remonta al Antiguo Egipto y que se dedica a robar objetos peligrosos para la humanidad y a ponerlos a buen recaudo. Pero ya forma parte de mi rutina, ya me he acostumbrado... Y no vayáis a pensar que es malo: mi herencia conlleva algunos... llamémoslos «dones», como la velocidad, la inteligencia, la fuerza y la agilidad sobrehumanas —tampoco exageremos, no soy ninguna superheroína de las que pueden volar, lo justo para salir de un aprieto—; sin embargo, me hacía muchísima ilusión lo del baile, no sólo por Jason. Tenía muchas ganas de salir con mis amigos, divertirme y bailar como cualquier otra chica de mi edad. Nunca he ido a un baile y por una vez me apetecía ir de tiendas y arreglarme, vestirme con algo más que una sudadera vieja, unos vaqueros y unas zapatillas raídas. Éste iba a ser mi primer baile... Y ¿quién sabe?, tal vez allí pudiese hacer nuevos amigos, además de Eric y Esme, que, no me malinterpretéis, los adoro, pero me encantaría conocer más gente... Y así se lo dije a la tía Paula, que me prometió que este sábado, o sea, hoy, no cogeríamos ninguna misión e iríamos de tiendas para poder estar muy guapa esta tarde.

Yo lo estaba deseando. Desde que heredé la Mansión Black y, con ella, todo su contenido, nunca había podido ir de compras. Estaba deseando entrar en todas las tiendas de la avenida principal de la ciudad y empezar a gastarme parte del dinero que me habían dejado mis padres. Al fin y al cabo, me lo había ganado. No olvidemos que, para conseguirlo, tuve que escalar un edificio altísimo para hacerme con la llave de la Galería de los Secretos; sí, ya sabéis, la que está en el taller que se encuentra en el sótano de casa y que es el lugar de la mansión familiar en el que se guardan los objetos peligrosos que robamos y la fortuna de los Black, que no es escasa.

Pues eso, que yo esta mañana estaba muy contenta porque me iba de compras.

Y no.

Mis planes para el sábado iban a dar un giro de 180 grados, pero cuando me desperté, yo todavía no lo sabía.

Esta misma mañana mi tía entró en mi dormitorio. Estaba bastante nerviosa. Necesitaba pedirme algo. Siendo justos con ella, he de decir que me dio a elegir, podría haberme negado a aceptar esta misión, pero no sería una Black si no la hubiese aceptado. Y eso es lo que soy, una Black.

Ante todo.

Es mi deber hacer que la humanidad se encuentre más segura.

Es lo que hago.

Y no lo hago mal. De hecho, creo que lo hago muy bien.

Hasta esta misión, en la cual todo lo que podía salir mal, ha salido todavía peor.

Pero, permíteme que te cuente cómo hemos llegado hasta aquí.

1

Mansión Black

Sábado, 8.00 h

T OC TOC TOC.

—Adelante —dije distraída, mirándome en el espejo que colgaba de la pared de mi habitación y decidiendo qué par de vaqueros y qué sudadera me pondría para ir de compras con mi tía.

En realidad, era una decisión bastante sencilla de tomar, ya que apenas tengo ropa. Hoy íbamos a comprar no sólo un vestido para el baile de esta tarde, sino también ropa para ir al instituto.

Estoy un poco harta de que Sara —mi archienemiga— y sus amiguitas se metan conmigo por mis vaqueros viejos y pasados de moda y por mis sudaderas y zapatillas desgastadas. No, hoy, por fin, nos íbamos de tiendas. A gastar la fortuna que mis padres me dejaron como herencia junto al deber de proteger a la humanidad con mis habilidades como ladrona.

La tía Paula entró en la habitación y enseguida noté que las cosas no iban bien.

—Amanda, cariño, tengo que pedirte algo... —La tía se retorcía las manos, nerviosa—. No te va a gustar y, si no quieres, no lo haremos. De verdad, puedes negarte y no me enfadaré. Tienes derecho a un sábado para ti, para hacer cosas propias de tu edad.

—¿Qué pasa, tía Paula? Me estás preocupando.

Mi tía avanzó hasta mi cama, todavía deshecha, y se sentó. Dio unas palmadas a su lado para que me acomodase junto a ella.

—Mira, cariño, nos ha llegado un soplo... Hemos averiguado el lugar en el que se encontrará algo que llevamos años buscando. Thomas... Digo..., lord Thomsing me acaba de telefonear. —Al mencionar a lord Thomsing, mi tía se sonrojó levemente. Estaba segura de que ese hombre le gustaba mucho a mi tía, por lo menos tanto como Jason a mí—. No te pediría nada si tuviésemos tiempo, pero no lo tenemos. Ese objeto lleva much

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