Atrapados sin wifi (Multicosmos 2)

Pablo C. Reyna
Luján Fernández

Fragmento

cap-1
<Un asunto Top Secret>

Relax, estoy a punto de hacerme con la Copa de la Muerte. Respiro hondo. Uno, dos, tres. ¿Cuáles eran las teclas del comando de espirar? Suelto el aire. Ok, perfecto, estoy listo.

He llegado hasta el fondo de una grieta al final de un cráter en medio de un valle al final de un planeta peligrosísimo, ¡y todo de un tirón! La ansiada Copa de la Muerte resplandece delante de mí; un sencillo cáliz del tamaño de un melón bañado en oro, que brilla igual que la frente de papá después de volver del gimnasio. Han pasado tres meses desde la última vez que intenté hacerme con ella, además de un montón de aventuras. He tenido que vencer de nuevo a Piratas Espaciales, monjas ninja y velocirraptores zombi, pero he llegado hasta el final. Estoy a punto de conseguir el premio más deseado, con permiso del Tridente. Sólo tengo que estirar el brazo de mi avatar y...

—¡¡¡QUÉ SUPERFUERRRTE!!!

Un chillido más agudo que la señal de un submarino retumba en los auriculares del ordenador y me hace vibrar las orejas 5 grados de la escala Richter. Tengo que bajármelos hasta el cuello para no quedarme sordo. Mi avatar se gira en redondo para buscar al dueño de esa voz de murciélago, y en su lugar encuentro no uno, sino cinco Cosmics dando saltitos y haciéndome fotos con sus holopulseras. Tienen camisetas con mi nick y dos de ellos visten un traje espacial idéntico al que llevo puesto, como si fuesen... Eh, un momento. ¿Van disfrazados de mí?

—¿Hola?

—¡¡¡¿¿¿ERES TÚ???!!! —grita una avatar patinadora, y volviéndose a sus compañeros, exclama—: ¡¿ES ÉÉÉL?! —El nick GrupiLover flota sobre su cabeza—. ¡¡¡NO ME LO PUEDO CREER!!!

Los otros Cosmics le hacen los coros, cada uno más histérico que el anterior. Estoy más perdido que el abuelo con las instrucciones del Blu-ray.

—A ver, chicos —intento explicarles. Me cruzo de brazos y me pongo serio. Menos mal que la tecnología de MultiCosmos disimula mi voz de doce años—. No sé qué clase de pregunta es «¿Eres tú?», porque todos somos , quiero decir, uno mismo, pero el caso es que ahora estoy ocupado, ¿vale?

—¡¡¡QUEREMOS VERTE GANAR!!! —grita un avatar de pelo verde. Da unos saltitos ridículos mientras habla—. ¡¡¡Eres nuestro fan!!!

—Oh, no, otra vez no. —Me llevo la mano a la cabeza. He perdido la cuenta de las veces que lo he explicado—. Vosotros sois mis fans, no al revés, y sobre todo: ¡cortad el rollo! Me ha costado muchísimo llegar hasta el último nivel de este planeta como para arruinarlo ahora.

Pero los Cosmics no atienden a razones y se ponen a dar vueltas a mi alrededor en plan danza tribal. No sé si se alegran de verme o me quieren centrifugar.

—Perdonad, pero... Si me dejáis... ¡Oye, eso es mi pierna! —Un Cosmic regordete se pasa de la raya cuando se pone a besuquear mi pierna. Entonces desenvaino la espada binaria, golpeo el suelo y provoco un relámpago que los frena en seco. Ahora sí que me entienden—. ¡¿Queréis parar?! Llevo semanas detrás de la Copa de la Muerte. ¿Qué digo semanas...? ¡Meses! Y cuando estoy a punto de conseguirlo, venís vosotros a arruinarme la partida.

—Pero es que... eres superguay, molas mogollón, nosotros... te queremos —insiste GrupiLover, que hasta lleva una camiseta con la foto de mi avatar y el suyo... ¿besándose? Puaj.

—¿Es que no sabéis lo peligroso que es el País de la Muerte? —De un simple vistazo confirmo que sólo son un grupo de panolis que no tienen ni idea. Han llegado hasta aquí pisándome los talones, aprovechando la vía libre de cadáveres Mobs que he dejado a mi paso—. País de la M-U-E-R-T-E, ¿es que eso no os dice nada?

—¿Te puedes hacer un selfi con nosotros? —pregunta un Cosmic de cuatro brazos llamado VitoR. No sé para qué pregunta, porque ya tiene su mejilla pegada a la mía y con la muñeca levantada apuntando su holopulsera hacia nosotros.

De pronto, un rugido ahoga los chillidos de mis fans y nos quedamos en silencio. La poca luz que llega al fondo de la grieta donde nos encontramos desaparece por completo cuando un objeto volador no identificado se interpone entre nosotros y el cielo. Problemas.

Una gota caliente y asquerosa me cae en la cara cuando levanto la vista para descubrir lo que se me viene encima: un dragón. Damos un bote al escuchar un segundo rugido.

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Un escupefuegos del tamaño de una orca desciende en picado y levanta una nube de ceniza al aterrizar. Antes de que podamos reaccionar, vomita una llamarada que nos quita un imagen a cada uno.

—¡Sálvanos! ¡Eres nuestro héroe! —chilla GrupiLover, echándose a mis brazos. Tengo que apartarla a un lado para librarla del zarpazo del dragón y salvar así su vida. Suerte que mi malla feérica es a prueba de bichos que no conocen la manicura.

Los chillidos de los fans son todavía más agudos que al principio de encontrarnos; van a hacer que me sienta un poco importante.

—¡Huid, mendrugos! ¡Este dragón no va a esperar a que nos hagamos la foto! —Los cinco se quedan parados. Seguramente nunca han sacado un arma en MultiCosmos. Conozco a esta clase de Cosmics: se pasan el día cotorreando en sus planetas de máxima seguridad, siguiendo a los Cosmics que más les gustan, mientras los demás retransmitimos nuestros viajes en los que arriesgamos la vida. Bueno, vale, la vida virtual, claro. Pero la vida, a fin de cuentas.

—¿Podemos ver cómo lo matas? —pregunta el Cosmic de cuatro brazos. Me llevo la mano a la cabeza, desesperado. Los doy por perdidos—. ¡Prometemos que no haremos ruido!

No me queda más remedio que ignorarlos e interponer la espada binaria entre el dragón y yo. Ya he luchado antes con Mobs como éste, criaturas virtuales de inteligencia artificial, aunque lo de inteligencia artificial es una forma de hablar: no saben distinguir su cola de un enemigo. Sólo necesito encontrar su punto débil.

El dragón me asesta un bocado por cada cinco espadazos que doy. Tiene la piel más dura que una roca, pero el truco es apuntar entre las escamas, igualito que cuando el abuelo trincha un pollo. Salto sobre él y ¡zas!, ¡zas! ¡Hecho! Mi espada se clava en su cuello igual que un palillo en una aceituna. Finalmente consigo eliminarlo de una patada en el culo, pero con tan mala suerte que, justo antes de desintegrarse y reportarme 50 PExp, arroja la Copa de la Muerte de un coletazo.

Mi avatar y yo nos quedamos en silencio mientras el trofeo se balancea sobre una grieta entre las rocas. Los Cosmics fans aguantan la respiración. La Copa gira igual que una peonza, durante cinco segundos interminables, hasta que se cuela por una minúscula rendija entre dos surcos de lava solidificada y cae por un agujero profundo. Argh. Otra oportunidad perdida.

—Omg... —murmuro petrificado. Este trofeo está gafado.

—Oye, lo siento mucho, pero ¿te importaría hacerte un selfi con nosotros? —insiste GrupiLover, que ya se ha olvidado del dragón del que los acabo de salvar. Los cinco vuelven a esbozar su sonrisa de fanáticos—. ¡El selfi de la derrota! ¡Vamos a fardar a tope!

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