75 Consejos para sobrevivir a las extraescolares (75 Consejos 4)

María Frisa

Fragmento

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Cuando tus padres te «convencen» de que te apuntes a una extraescolar, la vida puede ser bastante penosa.

El problema es que todos los padres del mundo (incluso los millonarios) están seguros de que sus vidas son mucho más duras que las nuestras.

Se creen que es facilííííííííííííííííííísimo sobrevivir a cincuenta mil horas de clase mientras finges escuchar al profesor sin dormirte o sin que te pille hablando, no matarte con las acrobacias que te obligan a hacer en gimnasia (perdón, en Educación Física), sobrevivir al recreo, a los populares, a los millones de exámenes, a tener un cutremóvil, a la bazofia del comedor...

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Como tus padres piensan que es sencillísimo y nunca tienen bastante, pretenden que al acabar las clases ¡¡¡te apuntes a una extraescolar!!!

Tú tratas de explicarles que la única extraescolar que quieres hacer es tumbarte en el sofá con el móvil, la tablet y la tele, pero ellos conocen trucos para ser muy pero que muy convincentes.

-O vas o a partir de mañana esa será tu hora de estudio, lo que prefieras... -te sueltan.

Total, que, por hacerles caso, me he apuntado a una extraescolar en la que «disfruto» un montón: acabo de ¡zas! caerme al suelo, estoy sudando como un pollo asado, me salen dos trozos de algodón de la nariz y mi superenemiga lleva una hora llamándome elefante y espinilla.

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¿Qué extraescolar es esta?, ¿la versión salvaje de Los juegos del hambre?

Nooooooooooooooooooooooooooooooooo.

Esto es baloncesto. El marcador va 45-0, y sí, mi equipo es el del 0. El entrenador me grita:

-¡¡¡Levántate, Sara, arriba!!!

Trato de decir algo con lógica, algo tipo «¡me muero!», pero de mi boca solo sale ag, ag, ag, ag, porque me he quedado sin aliento de tanto correr.

¿Cómo he acabado aquí?

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Septiembre es el mes preferido de los padres porque empieza el curso.

Después de tres meses disfrutando de sus hijos las veinticuatro horas del día, como son muy generosos, tienen ganas de que también disfruten de nosotros los profesores, las monitoras del comedor o quien sea... (algún año he oído a mis padres bailar de alegría en su habitación).

Encima no se conforman con las mil horas de clase, no, en cuanto llegas a casa el primer día de colegio te sueltan lo de:

-Sari... ¿qué vas a querer hacer este curso?

Y aunque lo que te sale es decirles que quieres hacer exactamente lo mismo que los cursos anteriores (estudiar lo menos posible y aprobar con buena nota), para no cargártela es mejor que sigas mi primer consejo:

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Pongo mis neuronas a trabajar y me doy cuenta de que con «hacer» se refieren a las extraescolares.

Porque, en septiembre, todos los padres sufren un ataque de «ganas irresistibles de que hagas algo útil», que consiste, básicamente, en que les da un infarto si te ven un minuto sin hacer nada.

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Y, claro, como en el cole lo saben, aprovechan para sacarles la pasta y el primer día ya te sueltan la hoja con el listado de las extraescolares.

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Cuando la reparten nadie hace caso, porque bastante tienes con contar qué has hecho en las vacaciones, en qué nivel vas en el juego de la tablet, si has conseguido que te compren el boli supercaro que anuncian en la tele..., hasta que el profesor usa la palabra mágica:
prohibido.

Es oír que te prohíben algo y...

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... te entra un deseo irrefrenable de hacerlo.

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-Chicos -palmada, palmada-, chicos, prestad atención y no abráis el sobre. Prohibido abrir el sobre.

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Aún está por la hache de prohibir y Pollo ya ha rajado el sobre a mordiscos. Pollo (te lo voy a contar por si eres la única persona en el mundo que no lo sabe) tiene un nombre normal, Álvaro, pero nos mataría si lo llamáramos así. Siempre hace las preguntas más absurdas, y en Reyes se pidió 100 camisetas y un vale para poder imprimirles lo que le diera la gana, así que va siempre supergracioso.

El primer día de clase lleva una especial:

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¡¡¡Cómo se pasa!!!

Lee rapidísimo las extraescolares y va diciendo: ¡rollo!, ¡rollo!, ¡rollo!, ¡rollo! Después empieza todo entusiasmado a escribir en la hoja.

-¿¿Qué haces??

-Pone que te dejan hacer propuestas, así que les propongo las que me apetecen a mí.

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Vale, lo del puenting y lo de la Fórmula 1 lo entiendo, pero... ¿los trajes?

-Es una broma buenísima que se me ha ocurrido. Vestimos a alguien con un traje de papel de aluminio, le ponemos una olla exprés en la cabeza y luego lo soltamos por la calle para que pregunte al primero que pase en qué año estamos. Le dirán que en 2014, claro, y entonces empezará a saltar de alegría, ¡lo he conseguid

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