Enséñame a olvidar

Erica M. Chapman

Fragmento

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Créditos

Título original: Teach Me to Forget

Traducción: Juanjo Estrella

1.ª edición: septiembre de 2017

© 2017 by Erica M. Chapman

© 2017, Sipan Barcelona Network S.L.

Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona

Sipan Barcelona Network S.L. es una empresa

del grupo Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-793-1

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6 horas

Noto que mi aliento se solidifica al pasar de los pulmones al susurro.

—Adiós, Jackson Gray.

Siempre lo llamo por su nombre y apellido. Como si fuera una estrella de cine. Y él no lo soporta. Una fina capa de lágrimas cubre mis ojos, y tras ella su cara aparece borrosa, como si lo mirara a través de uno de esos espejos deformantes de las ferias. Aun borrosa, su sonrisa siempre es perfecta y sincera. Me pregunto si la mía será alguna vez tan encantadora como la suya, sobre todo ahora que finjo que no me va a costar pasar el resto del día.

Él tuerce el gesto y me mira como si me hubieran salido cuernos.

—¿Estás llorando? Sé que es difícil separarse de mí, pero... —dice, dejando que la frase quede suspendida, como hace siempre. Esboza una sonrisa tonta, y al hacerlo me muestra unos dientes blancos que contrastan con su piel aceitunada.

Aprieto los puños con fuerza, exigiendo a mis lágrimas que se sequen deprisa.

—Es el viento.

Recorre el aparcamiento con la mirada, como intentando detectar la brisa, antes de posarla de nuevo en mí.

—Está bien.

Se encoge de hombros.

Las ramas de los árboles dejan de mecerse, y el pelo, de pronto, cae y abandona la rebelión de hace un momento. Yo me lo aparto de la cara. Jackson me mira, confuso, consulta el móvil y se aleja.

¡Voy a volver! —grita, ya cerca del coche.

Yo lo sigo.

—¿Qué? —Intento camuflar el tono de mi voz para que parezca más normal.

Se vuelve, la nariz aún enterrada en el móvil.

—Jaclyn me ha llamado para decirme que tenemos que hablar. No sé qué debo hacer.

Yo le dedico mi gesto de «eres idiota».

¿Hablar con ella?

Alza la cabeza y se ríe, frotándose la barriga como si tuviera hambre, como suele ser el caso.

—Está bien, está bien —dice, y la preocupación va apoderándose de su rostro—. Eh... ¿En serio estás bien? Pareces un poco...

A su voz asoma la intranquilidad. Tal vez acaba de darse cuenta de que me estoy despidiendo de él por última vez.

Yo me río, porque eso es lo que se supone que debe hacer la Alegre Ellery.

—Estoy bien, tonto.

—Mira —me dice acompañando la palabra con un gesto de la mano, para reforzarla—. Necesito tu consejo, y no quiero hablar de esto en el aparcamiento. Ya sé que me has dicho que esta noche estabas ocupada, pero solo será un seg...

—No —respondo demasiado rápido, cortándolo.

—Sí —insiste él con una sonrisa pícara. El pelo negro le ondea al viento.

—No.

Siempre lo hacemos así, hasta que el otro se rinde.

Él entorna los ojos y cruza los brazos sobre el pecho.

—Sí.

Suspiro. Me está cambiando los planes. Esta es nuestra despedida, aquí. No en mi casa, donde en todos los rincones acechan los recuerdos.

—No.

Me sonríe de nuevo.

—Sí —dice con voz suave, sincera.

No va a ceder. Lo noto. Yo me quejo un poco, y él sabe que ya me tiene.

—Nos vemos en un rato —sentencia, abriendo la puerta de ese coche de mierda que tiene todo oxidado, hecho polvo.

Hace solo un año el mundo me tenía acorralada, pero ahora me está devorando viva, me digiere despacio, como el chicle que me he tragado a la hora de comer. Me miro los zapatos, que se hunden en el suelo, uno más que el otro.

Veo mi todoterreno Ford en el aparcamiento, y me quedo un momento de pie, quieta, para recordar todos los momentos que he vivido en él; cuando Jackson me enseñó a conducir, cuando... ¿Va a ser así todo el día, yo de pie frente a mi vida, respirando recuerdos y despidiéndome de objetos inanimados?

Me siento y agarro el volante con las dos manos, aprieto fuerte para notar el cuero, para darme cuenta de que este es el último viaje que voy a hacer desde el colegio. Es miércoles. Yo habría escogido un viernes para suicidarme, pero mi madre trabaja los fines de semana y no quiero que tenga que dedicarse a recoge

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