Obra periodística 1987-2003 (Obra periodística 3)

Manuel Vázquez Montalbán

Fragmento

cap-1

Prólogo

El castigo de luchar por lo evidente

El tercer volumen de la Obra periodística de Manuel Vázquez Montalbán recoge artículos publicados entre 1987 y 2003, una etapa en la que se revitaliza el trabajo del escritor en la prensa. Trabaja en exclusiva para El País desde 1984, y será partir de 1987 cuando el periodista aumente el ritmo de trabajo y renueve sus postulados ideológicos para enfrentarse a una oleada de nuevos valores conservadores que impregnan los debates políticos a finales de los años ochenta. De alguna manera Vázquez Montalbán reverdece en la brega diaria, aunque esté lejos de modificar sus ideas.

El campo de juego cambia en poco tiempo. Ahora ya no se trata sólo de criticar las insuficiencias de la joven democracia española, como hizo durante la Transición y tras el intento de golpe de Estado de 1981. A mediados de los ochenta, el combate de las ideas se internacionaliza, y tras la caída del muro de Berlín, el historiador norteamericano Francis Fukuyama proclama el «fin de la Historia». Una de las dos ideologías enfrentadas durante la Guerra Fría pierde la batalla y el capitalismo, más o menos teñido de conceptos liberales, tiende a convertirse en el pensamiento dominante. En este nuevo frente ideológico, Vázquez Montalbán se incorpora al debate de la globalización y pone en duda la victoria plena del capitalismo. En realidad, nada está claro. ¿Qué capitalismo se impone, el matizado por las ideas socializantes que ha dado lugar en Europa al llamado estado del bienestar o más bien el capitalismo agresivo propio de las economías del Pacífico? Mijail Gorbachov llega al poder en 1985, Margaret Thatcher lo ejercerá hasta 1990 y Ronald Reagan hasta 1989, y entre los tres vértices se desarrolla una renovación conservadora agitada por la desintegración de la URSS y del Pacto de Varsovia. Esta inesperada batalla por las ideas relanza la actividad del columnista.

Cuando empieza a trabajar en El País, en 1984, se puede decir que culmina su trayectoria profesional. A partir de entonces colabora en el diario de referencia en España. En esos momentos, además, Pepe Carvalho es un personaje de ficción de gran éxito. Tras ganar el Premio Planeta (1979) y el Grand Prix de Littérature Policière Étranger 1981 en Francia, publica las cuatro novelas* que consolidan la saga. Para incorporarse a El País, abandona las colaboraciones que mantenía con el Grupo Zeta —Interviú y El Periódico de Catalunya—. En la segunda mitad de los ochenta se plasma un nuevo impulso novelístico que le lleva más allá de Carvalho. Publica El Pianista (1985), Los alegres muchachos de Atzavara (1987) y Cuarteto (1988), un proceso que culmina con una de las novelas más importantes de toda su trayectoria, Galíndez (1990). En estos años no falta a su cita casi anual con el detective, si bien se trata de títulos menores de la serie.* Es un escritor de fama reconocida y éxito de público. Le leen cientos de miles de lectores y está en la cumbre de su carrera.

Quizá para dedicarse más a su carrera literaria, en los tres primeros años que trabaja para El País se reduce su participación en el diario. Si al principio firmaba dos columnas semanales, a partir de 1987 se centra en poco más de una aparición semanal, los lunes. De hecho, éste es uno de los años menos activos de toda su vida profesional. Publica tan sólo 73 artículos,* frente a los 177 de 1984, los 143 de 1985 y los 112 de 1986. En cierta forma su trabajo como columnista pierde presencia en El País cuando procura encontrar nuevos caminos literarios e ir más allá de Carvalho. Sin embargo, este proceso está a punto de cambiar.

 

 

LA VORACIDAD RECUPERADA

A partir de 1988 se redoblan sus intervenciones en la prensa. En marzo retoma la colaboración semanal con Interviú, una doble página que cierra el semanario y que suele dedicar a la política nacional. La columna aparece con el nombre de «Ultimátum» y variará de forma significativa a lo largo de los años, si bien no la interrumpirá más y en Interviú completa una de las colaboraciones más estables y largas de su vida profesional, más de 1.050 artículos publicados a lo largo de veintitrés años.

Retorna a Interviú porque consigue desembarazarse de la exclusividad que le solicitaba el contrato con El País y retoma una columna que el periodista considera unida a Antonio Asensio, el hombre que a finales de los setenta le dio la oportunidad de rehacerse de los avatares que significaron los cierres de Por Favor, Triunfo y después La Calle. Además, necesita tener más voz y participar más en la vida pública. Lo explica en la revista Capçalera en 1992, cuando repasa la motivación que impulsa su trabajo de columnista: «El periodismo ... es poder intervenir cuando pasa algo. El periodista reacciona inmediatamente, lo pone por escrito y en poco tiempo está publicado. En las épocas en que no he podido dar mi opinión, he tenido de verdad el mono de participar, un mono que también he sentido cuando he pasado de una sección diaria a una semanal o mensual. Cuando más he disfrutado es cuando he escrito cada día».

En poco tiempo deja de tener suficiente con la doble aparición semanal en El País y en Interviú. Le suelen pedir algunos artículos desde el extranjero a partir de mediados de los ochenta, según se afianza su papel de novelista, y en 1992, con motivo de los Juegos Olímpicos de Barcelona, algunas publicaciones extranjeras le solicitan artículos sobre la ciudad. A raíz de esos contactos se estabiliza una colaboración fija, una columna mensual en Il Manifesto que dura varios años.

Por otro lado, en 1994 arranca una colaboración semanal en el diario Avui, en catalán. Aparece los sábados bajo el nombre de «Elogis desmesurats», una serie de retratos de personajes que reviste de halagos para acabar a menudo en agudas y envenenadas críticas. El escritor envía el texto en castellano y se traduce en la redacción. Como en el caso de Interviú, mantendrá esta colaboración hasta su muerte. Todavía se incrementa más la intensidad de su trabajo. En la edición catalana de El País firma durante algunas temporadas diversos comentarios, en este caso los sábados o los domingos, en un espacio llamado primero «Columna» y más adelante «La crónica», donde participan también otros periodistas y escritores a lo largo de la semana. Logrará así el acceso a un público cercano que le permite un tipo diferente de actividad periodística.

Pero la colaboración más llamativa de esta época arranca en 1997 y tiene que ver con la agencia que le lleva los asuntos literarios de sus obras de ficción, la agencia literaria de Carmen Balcells, que distribuye de forma sindicada un artículo mensual a diferentes publicaciones extranjeras. De esta forma, Manuel Vázquez Montalbán publica en La Repubblica, de Roma, en La Jornada de México DF, en la revista Exceso de Caracas y en el diario Página 12 de Buenos Aires, entre otros. Tienen en común que son publicaciones de izquierdas, en general de formación reciente, se dedican con especial interés a cuestiones políticas y suelen participar en ellas escritores e intelectuales de renombre internacional.

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