La poética del sexo (Flash Relatos)

Jeanette Winterson

Fragmento

cap-3

¿Por qué te acuestas con chicas?

Mi amante Picasso está ahora en su Período Azul. En el pasado, sus períodos siempre fueron rojos. Rojo rábano, rojo toro, rojo como la rosa canina que estalla de semillas. Rojo lava cuando se llamaba Pompeya y también durante su Período Destructivo. Su hedor, su grieta, su coño ondulante y abierto. Agachada como un luchador de sumo, muslos como jamón, chuletas de cerdo, carnosos lomos y pecho de cordero. Puedo robarle el corazón como se roba un huevo de pájaro.

Se precipita sobre mí con la delicadeza de un toro, fanfarroneando ante la verja como si hubiera venido a montarme. Brama en la ventana, tiñe de sangre la calzada con su deseo. Dice: «No hace falta que seas Rapunzel para soltarte el pelo». Conozco el juego. Lo conozco tan bien que contraigo mis cuartos traseros y huyo. No soy un ligue de un día. Ella huele mi suciedad y se inflama de deseo. Eso es lo que lleva a mi ágil amante a cebarme, a mí, que llego a ella delgada como un junco. Y cómo me ceba. Me ahueca, me acaricia, me aprieta y me alimenta. Me ceba con su lujuria hasta que estoy tan gorda como ella. Gordas y hambrientas la una de la otra como dos jóvenes arbustos. Dos pulcras y limpias jovencitas enramadas, inflamándonos de sexo. Eres lo bastante amplia para mis caderas como rosas, te cubriré con mis pétalos, te cubriré con mi aroma. Una modelo de portada desplegada por entero bajo el peso de mi carga. Mi amante-toro hace de mí su matador. Me rodea y, en su anillo de tosco contorno, estoy completa. Me gusta el aderezo, las chaquetillas, las medias de seda, me gusta su lustroso pelaje, el intenso bronceado de su piel. Es ella quien me da el poder de la espada. La utilicé una vez, pero cuando la corté fue mi carne prieta la que se engalanó en un dobladillo de sangre. Ella se tumbó a mi lado, esbelta como un espino. Su chaquetilla y sus medias de seda eran impecables. Yo sudaba mugre y no podía hablar en mi anillo roto. Nosotras, las chicas, somos artistas de variedades.

¿Cuál de vosotras es el hombre?

Las venas de Picasso son azules como el martín pescador y tímidas como el martín pescador. La primera vez que me acosté con ella no logré ver entre las columnas de mármol de sus piernas y tampoco atravesar con la mirada la opaca densidad de sus brazos. Escultora de oficio, Picasso es su propio modelo.

El azul que la recorre es sanguíneo. Basta con un golpe de cuchillo y cambia de color.

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