Conoce a Fahim, el héroe de El rey de Bengala

Fahim
Xavier Parmentier
Sophie Le Callennec

Fragmento

cap-3

LA HISTORIA REAL DETRÁS DE

EL REY DE BENGALA

En silencio, sin apenas entender nada sobre ese mundo de reinos blancos y negros pero con la mirada siempre curiosa, con apenas cinco años, Fahim ya observaba a su padre jugar al ajedrez durante horas y horas. Le fascinaba cómo movía las piezas sobre el tablero y fue entonces cuando nació su pasión. 

Pronto descubrió que tenía una habilidad innata para este juego y empezó a ganar partidas y, en poco tiempo, también torneos. Se enfrentaba a jóvenes y a adultos consiguiendo preciadas copas y medallas y su fama se comenzó a extender por la ciudad de Dhaka en Bangladesh. 

Con tan solo siete años, viajó junto a su padre al país vecino, la India, y logró alzarse campeón de Calcuta. Fahim rebosaba de alegría. 

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Recorte de prensa que muestra a Fahim tras ganar uno de sus primeros torneos

Sin embargo, en aquella época, el clima político en Bangladesh empezaba a ser tenso y la vida de Fahim dio un inesperado vuelco cuando la familia comenzó a recibir graves amenazas. El pequeño y su padre se vieron obligados a huir de su país. 

Así comienza la extraordinaria aventura de este niño que protagoniza El rey de Bengala, una novela cargada de emotividad que alumbra la dura realidad de muchos inmigrantes clandestinos que luchan en pos de cumplir con el sueño de un futuro mejor. 

«Todo ocurre de manera confusa. Mis recuerdos se mezclan, mi memoria me juega malas pasadas. Veo coches. Aviones. Calcuta. Nueva Delhi. Una vida de fugitivos. Trayectos interminables que me harán aborrecer los viajes para siempre. Mi padre buscando. Llamando por teléfono. Llamando por teléfono continuamente. Tratando de poner la mayor distancia posible entre Bangladesh y nosotros. Embajadas y consulados en busca de un billete de salida para huir de Asia. Para que no nos encuentren nunca. Un aeropuerto. Un viejo avión de Aeroflot. Un viaje nocturno. ¿Tal vez una escala en Rusia?

»A medida que pasa el tiempo, voy borrando los recuerdos. Olvido. Mi padre y yo no hablaremos nunca de esos días, de esas noches, de esa huida. Lo encerramos todo en una caja. 

»Mucho más tarde, en ocasión de este libro, descubriré que mi memoria ha conservado, intacto, el recuerdo del dolor, pero que ha mezclado el de los acontecimientos ya que las cosas no ocurrieron así. Mi padre se marchó antes para organizarlo todo.»

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Visita de Fahim y su padre, Nura, a París en abril de 2009

Cuando Fahim y su padre abandonaron Bangladesh, su destino debía ser Madrid. Sin embargo, tras un arduo viaje en el que el pequeño incluso enfermó, se refugiaron en Francia. 

Acogidos temporalmente en una residencia para inmigrantes en Créteil, un suburbio de París, Fahim intentó integrarse a pesar de las penurias e ingresó en el club de ajedrez de su nueva ciudad. Pronto comenzó a destacar por sus asombrosas dotes y Xavier Parmentier se convirtió en su entrenador personal que, apreciando su talento, siempre lo exhortó a luchar y a no rendirse.  

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Xavier Parmentier y Fahim jugando al ajedrez

«Fahim solo tenía ocho años cuando llegó al club. Recuerdo que era un niño serio, demasiado tal vez, con los ojos brillantes de curiosidad. Fruncía el ceño cada vez que yo hablaba, como si quisiera descifrar mis palabras, luego miraba con insistencia a su padre con aire inquisitivo. Parecía perdido, como caído del rincón más lejano del planeta.

Unos días antes, mi colega Patrick me había anunciado la llegada de un pequeño «superdotado» (según las palabras de la carta) procedente de Asia. Yo estaba irritado, pues todas las semanas me presentaban a un supuesto genio. Le recibí con muchas reservas el día que se presentó, tarde, a mi clase. Los alumnos, todos mayores que él, preparaban un campeonato de alto nivel y se esforzaban por resolver un problema destinado a evaluar su visión en el espacio. Fahim, al menos cuatro años menor que ellos, me sorprendió. En seguida encontró la clave geométrica del problema. Inmediatamente supe que tenía delante a un campeón.» 

Con el apoyo de Xavier y sus otros compañeros del club, Fahim nunca se rindió a la nostalgia y, aunque la vida sin papeles y sin hogar era difícil, el pequeño disfrutaba jugando al ajedrez y viajando de torneo en torneo. 

  2010 1 Championnat de Par
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