Papel moneda

Ken Follett

Fragmento

Índice

Índice

Papel moneda

Introducción

Seis de la madrugada

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Siete de la mañana

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

8 de la mañana

Capítulo 7

Capítulo 8

Las nueve de la mañana

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Diez de la mañana

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Once de la mañana

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Las doce del mediodía

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Una de la tarde

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Dos de la tarde

Capítulo 26

Capítulo 27

Capítulo 28

Tres de la tarde

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Cuatro horas de la tarde

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Notas

Biografía

Créditos

INTRODUCCIÓN

Este libro se escribió en 1976, inmediatamente antes que La isla de las tormentas, y creo que es el mejor de mis libros sin éxito. Fue publicado bajo el seudónimo de Zachary Stone, igual que El escándalo Modigliani, ya que ambos libros son semejantes: carecen de un personaje central pero presentan diversos grupos de personajes cuyas historias se enlazan y comparten un clímax común.

En Papel moneda los lazos son menos fortuitos ya que la obra se propone demostrar la interrelación corrupta entre el crimen, las altas finanzas y el periodismo. Su final es más bien sombrío si se compara con El escándalo Modigliani; de hecho, casi es una tragedia. Sin embargo, las diferencias y semejanzas entre Papel moneda y La isla de las tormentas son lo más instructivo. (Los lectores que quieran el pastel, y no la receta, deben pasar por alto este prólogo y pasar directamente al capítulo primero.) La trama de Papel moneda es la más ingeniosa que yo haya escrito y la escasa venta del libro me convenció de que los argumentos ingeniosos satisfacen más a los autores que a los lectores. El argumento de La isla de las tormentas es muy sencillo, claro está; de hecho podía escribirse en tres párrafos, y así fue como lo hice cuando se me ocurrió. La isla de las tormentas, sólo tiene tres o cuatro personajes principales, mientras que Papel moneda tiene una docena más o menos. Sin embargo, a pesar de su complicada trama y su larga lista de personajes, Papel moneda ocupa la mitad de la extensión que La isla de las tormentas. Como escritor, siempre he tenido que luchar contra una tendencia mía a sintetizar y en Papel moneda pueden ustedes ver que mi esfuerzo ha sido en vano. En consecuencia, sus muchos personajes se describen con rápidas y enérgicas pinceladas y la obra carece del efecto de introducción detallada y personal en las vidas privadas de los personajes que los lectores exigen de un best-seller.

Uno de los elementos clave del libro es su forma. La acción se desarrolla durante un único día en la vida de un periódico londinense de la tarde (yo trabajé para un periódico así durante los años 1973 y 1974) y cada uno de los capítulos es la crónica de una hora de ese día presentada en tres o cuatro escenas que describen tanto lo que sucede en la sala de redacción como lo que sucede en las historias que el periódico relata (o deja de relatar). La isla de las tormentas tiene una estructura más rígida todavía, aunque nadie, que yo sepa, lo ha notado; hay seis partes, cada una con seis capítulos (excepto la última parte, que tiene siete); el primer capítulo de cada parte trata del espía, el segundo, de los que persiguen al espía, y así sucesivamente hasta el sexto, que siempre habla de las consecuencias militares internacionales de lo que ha sucedido antes. Los lectores no suelen advertir estas cosas —¿por qué tendrían que hacerlo?—, pero yo sigo sospechando que la regularidad, incluso la simetría, contribuyen a lo que ellos consideran que es una historia bien contada.

La otra característica que Papel moneda comparte con La isla de las tormentas es la abundancia de personajes menores: prostitutas, ladrones, niños medio idiotas, esposas de la clase trabajadora y viejos solitarios. En libros posteriores no he hecho lo mismo, ya que solamente desvían la atención de los personajes principales y de su historia; aunque muchas veces me pregunto si eso es lo más hábil.

Hoy no estoy tan seguro como lo estaba en 1976 de la conexión entre el crimen, las altas finanzas y el periodismo; pero creo que esta historia es fiel reproducción de la realidad en otro sentido. Presenta un cuadro detallado del Londres que yo conocí en la década de los setenta, con sus policías y delincuentes, sus banqueros y prostitutas, periodistas y políticos, sus tiendas y sus barrios míseros, sus calles y su río. Yo amé todo eso, y espero que ustedes también lo amen.

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos