Cuentos

Leopoldo Alas «Clarín»

Fragmento

cap-1

INTRODUCCIÓN

 

 

1. LEOPOLDO ALAS, CLARÍN, EL PROVINCIANO UNIVERSAL (ZAMORA, 1852 - OVIEDO, 1901)

Leopoldo Alas es una de las figuras intelectuales más importantes del último tercio del siglo XIX español. Sus juicios e interpretaciones tanto sobre cuestiones ideológicas, políticas, religiosas como literarias y estéticas se consideran hoy, con la sanción inequívoca que otorga el paso del tiempo, el testimonio más lúcido y certero de la época que le tocó vivir. En el perfil intelectual de Alas se pueden distinguir tres facetas que le hacen irremplazable en la vida cultural de la España de la Restauración:

 

1.1. La faceta académica, universitaria

Alas fue catedrático de Derecho Romano y de Derecho Natural en la Universidad de Oviedo, en un tiempo en que dicha institución universitaria estaba formada por un buen número de profesores de filiación krausista, como Adolfo Posada, Aniceto Sela, Adolfo Buylla o Rafael Altamira, entre otros. La filosofía krausista, importada a España por Julián Sanz del Río y llevada a la vida universitaria por su discípulo Francisco Giner, postulaba el regeneracionismo social desde el regeneracionismo ético y moral individual. Dicha filosofía tuvo una profunda impronta en los ámbitos universitarios españoles y dejó honda huella en el pensamiento de Leopoldo Alas,[1] que imbuido de dichas ideas concebía la cátedra como un «admirable, fecundo ejercicio de regeneradora modestia, escuela de aprendizaje espiritual y de renovación moral» (Posada, 1983: 179). Alas era, pues, un idealista, un espiritualista, un alma profundamente religiosa, volcada «hacia dentro», con una sensibilidad extrema.

 

1.2. La faceta periodística

«Y de mí sé decir que, cuando se me pregunta qué soy, respondo principalmente periodista», escribía Clarín en «Los Periódicos» (El Español, 28/10/1899). Y ciertamente Alas destaca en su época como un excelente periodista y un admirado y temido crítico literario que domina de forma absoluta el panorama cultural español de la segunda mitad del XIX. Sus abundantes colaboraciones en periódicos asturianos (La ilustración Gallega y Asturiana, Los Ecos del Nalón) primero y muy pronto en los rotativos más importantes de Madrid, y en menor medida también de Barcelona (El Solfeo, Madrid Cómico, El Imparcial, El Progreso, El día, La Correspondencia de España, El Heraldo, La Publicidad...), e incluso en la prensa americana (Las novedades de Nueva York), hacen de la acerada y lúcida pluma de Clarín un testimonio imprescindible para el buen conocimiento de su época. Llegó a publicar unos dos mil artículos en prensa periódica, algunos recogidos en libro por el propio autor Solos de Clarín (1881), Sermón perdido (1885), Apolo en Pafos y Nueva Campaña (1887), Mezclilla (1889), Ensayos y Revistas (1892), o en las sucesivas series de Folletos literarios, hasta ocho opúsculos dedicados a la crítica literaria y a la visión crítica y satírica de la actualidad. Hoy las obras completas de Clarín están publicadas en la editorial Nobel, gracias al empeño de un grupo de eminentes clarinistas: José María Martínez Cachero, Jean-François Botrel, Juan Oleza, Carolyn Richmond, Laureano Bonet e Yvan Lissorgues, máximo conocedor del pensamiento filosófico y religioso de Leopoldo Alas y autor de una monumental biografía, Clarín en sus palabras (Nobel, 2007).

 

1.3. La faceta literaria

Clarín fue un espléndido escritor de novelas, novelas cortas y cuentos. En su tarea como narrador sobresale por méritos indiscutibles la escritura de La Regenta (1884-1885), sin duda la mejor novela española después de El Quijote. Novela gestada y escrita en la órbita del naturalismo, mientras que Su único hijo (1891) es más acorde con las corrientes culturales de fin de siglo, decadentismo, modernismo, espiritualismo y psicologismo. En el campo de la novela corta sobresale la espléndida trilogía Doña Berta, Cuervo y Superchería (1892). A estas obras hay que añadir aproximadamente un centenar de cuentos, la mayoría publicados en prensa y recogidos después por su autor en diferentes colecciones desde la titulada Pipá (1886), pasando por El Señor y lo demás, son cuentos (1893), Cuentos morales (1896), El Gallo de Sócrates y otros cuentos y Siglo pasado, ambos de 1901, coincidiendo con la prematura fecha de su muerte, y la ya póstuma titulada Doctor Sutilis (1916).

En la personalidad del autor de La Regenta se unen dos facetas aparentemente contradictorias, el Clarín provinciano, poco amante de los viajes, «sedentario maniático», como él mismo llama a uno de sus entes de ficción, Antonio Casero, protagonista de Un repatriado (El Español, 7-2-1899), y del que escribe:

… Ya conoces mi repugnancia al movimiento, a los viajes, al cambio de medio, de costumbres, a toda variación material, que distrae, pide esfuerzos. Este defecto, porque reconozco que lo es, no deja de ser bastante general entre los que, como yo, viven poco por fuera y mucho por dentro y prefieren el pensamiento a la acción.

Rasgos que, sin duda, son autobiográficos y que contrastan con el hecho de que, paradójicamente, es también Clarín un autor con una curiosidad universal, con una cultura amplísima, que sigue con avidez la vida cultural y las corrientes de pensamiento de la Europa de su tiempo, singularmente de la literatura francesa. Desde su rincón de Oviedo, salvo algunos períodos breves que vivió en Madrid y algún viaje a Andalucía entre diciembre de 1882 a enero de 1883, la vida de Leopoldo Alas transcurre entre el claustro de la Universidad de Oviedo, donde profesaba como un verdadero maestro, su casa familiar en Oviedo o la de verano en Guimarán con su mujer y sus hijos; el Casino al que acude con frecuencia para jugar al billar, una de sus aficiones favoritas y la escritura incansable de artículos periodísticos, novelas y cuentos, siempre a la sombra de la torre de la catedral, que tanta importancia iba a tener en su obra maestra. Pues no hay que olvidar en este breve perfil humano e intelectual que Clarín era un hombre de formación idealista, krausista, hipersensible por naturaleza y profundamente religioso, cristiano, en la línea de los cristianos heterodoxos y erasmistas. Ello explica la severa crítica al catolicismo español y, más concretamente, a la curia catedralicia de Vetusta. La preocupación por los problemas de índole religiosa o espiritual se acentúa en la última etapa de su vida de forma muy evidente, aunque tal como ha demostrado el profesor Lissorgues en El pensamiento filosófico y religioso de Leopoldo Alas, Clarín (1983; 1996) fue ésta una preocupación presente desde el principio en su vida y en su obra.

 

 

2. TRAYECTORIA LITERARIA

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