Cuentos del intramundo (Flash Relatos)

Alejandro Jodorowsky

Fragmento

Eternidad

Queriendo no evaporarse, una gota de agua se lanzó al océano.

Renacimiento

Cuando surgió de la tumba traía una mirada de loco. Se bañó días enteros para olvidar la pes­tilencia. Toda su carne volvió a la vida menos la lengua. Le colgaba entre los dientes como una sardina fósil, pero en ella brillaba un punto que era madre de todas las letras.

Conciencia

Cuando el polígono dejó de multiplicar sus lados tratando de convertirse en círculo y aceptó ser lo que esencialmente era, un triángulo, conoció la felicidad.

Terapia

Un psicoanalista ciego se coloca en cada cuenca un espejo. Sus pacientes le dicen: «¡Gracias, doctor, por fin usted nos ve!».

¿Es amor?

Un hombre corre por el camino dejando caer de su cara innumerables máscaras. Una mujer lo persigue recogiéndolas y pegándolas, una sobre otra, en su propio rostro.

El actor

Sólo se le conocía a través de sus apariciones en las telenovelas. Al terminar sus jornadas abandonaba con disimulo los estudios e iba a sumergirse en el cuarto de una pensión donde no lo reconocía nadie. No tenía amigos ni familiares, ni sentimientos, ni ideas ni deseos. Se sentía existir únicamente en su serie de las siete treinta de la tarde... Un día desapareció. La prensa habló de fuga amorosa, de rapto, de crimen. Para llenar el vacío dejado por su ausencia, se organizaron retrospectivas de sus episodios. Mientras tanto, en la Cruz Roja, un desconocido agonizaba sin poder morir. Una señora que filmaba a un pariente accidentado, al verlo por la cámara lo reconoció. Al darse cuenta que era grabado, el actor pudo por fin expirar. Lo hizo con una gracia sublime. La noticia se comunicó a todas las agencias. Se le dedicaron planas enteras en los periódicos y el disco que registró su deceso mereció ser enterrado en el Mausoleo Nacional dentro de un lujoso ataúd. Su cadáver fue arrojado a la fosa común.

Extravío

Un ciego, con su bastón blanco, en medio del desierto, llora sin poder encontrar su camino porque no hay obstáculos.

El regalo

A un cojo, que sufre por tener una pierna más corta que la otra,

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos