Planeta azul

Jeanette Winterson

Fragmento

cap-1

 

Este nuevo mundo pesa un attogramo. Sin embargo, todo tiene un tamaño experimental: es invisiblemente diminuto o ambiguamente inmenso. Hay en él hojas que han crecido como ciudades y pájaros que anidan en la concha de un berberecho. Huellas de garras de largos dedos, profundas como pesadillas, salpican la blanca arena y hay charcas rocosas en los huecos de manos surcadas por aletas de peces invisibles.

Árboles como rascacielos que dan cobijo a idéntico número de vidas. Hierbas altas como setos, nueces del tamaño de calabazas. Sardinas cuya pesca reclamaría la fuerza de dos hombres. Huevos de cáscaras color azul celeste, con un peso equivalente a un universo en ciernes.

Y, debajo, champiñones blandos y pequeños como la oreja de un ratón. Una grieta como un corte, y dentro, millones y millones de microbios preguntándose qué hacer después. Esporas a la espera del viento que no vuelven la vista atrás.

Musgo concentrado en ser verde.

Un hombre se adelanta con un micrófono.

—¿Y hay oxígeno?

Sí.

—¿Y agua fresca?

En abundancia.

—¿Y no hay contaminación?

No, no la hay.

¿Y minerales? ¿Y oro? ¿Qué tiempo hace? ¿Llueve mucho? ¿Alguien ha probado el pescado? ¿Hay humanos? No, no hay humanos. ¿Algún tipo de vida inteligente?

Depende de lo que se entienda por inteligente. Hay algo, sí, y es muy grande y hace muy bien su trabajo.

La imagen de un monstruo cubierto de escamas y provisto de mandíbulas metálicas aparece en la pantalla situada en lo alto. La multitud chilla y se agita. ¡No! ¡Sí! ¡No! ¡Sí!

La máquina de matar más eficiente inventada antes de la pólvora. Nada mal para un ente con el cuerpo del tamaño de un estadio y el cerebro del tamaño de un bote de mermelada.

Hoy estoy aquí para responder preguntas.

—La señora de rosa…

—¿Y esos monstruos que podemos ver son vegetarianos?

—Señora, ¿usted sería vegetariana con unos dientes como esos?

Respuesta incorrecta. Estoy aquí para tranquilizar. Un científico da un paso adelante. Eso está mejor. Los científicos tienen una capacidad innata de tranquilizar.

Es un día emocionante y muy tranquilizador.

Hoy estamos aquí para presenciar la oportunidad de una vida. La oportunidad de muchas vidas. La mejor oportunidad que hemos tenido desde que la vida empezó. Nos estamos quedando sin planeta y hemos encontrado uno nuevo. Entre todas las rocas de brillante formación que enjoyan el cielo, buscamos hasta encontrar la que consideramos nuestro hogar. Estamos dando un paso adelante, eso es todo. Todo el mundo tiene que hacerlo en un momento u otro, tarde o temprano. Es natural.

Me llamo Billie Crusoe.

—Disculpe, ¿se llama usted Billie Crusoe?

—Esa soy yo, sí.

—¿De los Servicios de Mejoras?

—Sí, Cada Día un Nuevo Día (como decimos en Mejoras).

—¿Podría explicar a nuestros espectadores cómo afectará a sus vidas el nuevo planeta?

—Naturalmente. El nuevo planeta nos ofrece la oportunidad de hacer las cosas de un modo distinto. Hemos experimentado un sinnúmero de brillantes éxitos aquí, en Orbus. Bueno, en realidad, somos la historia del éxito del universo, ¿no? Me refiero a que ningún otro planeta alberga vida humana.

El entrevistador asiente con la cabeza y sonríe vigorosamente.

—No obstante, hemos dado algunos traspiés. Algún error hemos cometido. Tenemos a nuestra disposición limitados recursos naturales y a una población emergente que no está en absoluto de acuerdo con el modo en que nuestro mundo debería compartir estos recursos remanentes. El conflicto es probable. Un nuevo planeta significa que podemos empezar a redistribuirnos. Será sinónimo de una mejor calidad de vida para todos… para los que se vayan y para los que se queden.

—¿Estamos entonces ante una situación en la que todos ganan?

—Eso es, balance positivo se mire por donde se mire.

El Presidente del Poder Central llega cruzando los arcos dorados de las puertas de la ciudad. Los arcos se levantan como ángeles, sus alas plegadas contra las luces menores del perfil de la ciudad.

Las puertas-láser, de aspecto sólido, aparecen y desaparecen como el muro que rodea la ciudad: un signo visible e invisible de progreso y de poder.

No hay más que mirar a la luz: el leve resplandor es su larga energía. Son el aura de la ciudad: emblema y advertencia, su halo y escudo.

La cabalgata del Presidente ha llegado al Círculo. Banderas, alfombras, flores, lacayos, asesinos a sueldo, periodistas, presentadores, fuerzas de seguridad, fuerzas de soporte, médicos, técnicos, equipo humano, instalación, luces, sonido, emisión en tiempo real, archivo, retransmisión, entrevistas a pie de calle, palomitas de maíz, brillo, maquillaje, retoques, preparados, verde: acción.

El Presidente está dando un discurso. El Poder Central se ha comprometido a financiar la misión espacial durante cientos de años y se entiende que cualquier descubrimiento nos pertenece. Nos compara a los hombres que fundaron las Indias, América, el Círculo Ártico; se emociona y echa mano del verso de un poema. Durante un instante, ahí está, en una letra que nadie puede leer, inclinada bajo las imágenes del Planeta Azul: Ella es todos los Reinos, y yo todos los Príncipes…

El Presidente está dando un discurso.

Un momento único para la humanidad… una oportunidad sin igual… evitando así la guerra… cumbre planeada entre el Poder Central, el Califato de Oriente y nuestros amigos del Pacto SinoMosco. Un prometido compromiso de paz. Nuevos planetas en sustitución de los viejos. Fotografías e información completa en las veintidós geociudades del Poder Central mañana por la mañana. Se preparan ya nuevas misiones de colonización. Los monstruos serán humanamente destruidos, con la posible excepción de la captura científica de uno de los tipos de Zooeum.

Los mismísimos astronautas entran en el Círculo con sus relucientes trajes de titanio y sus enormes cascos bajo el brazo. Estos hombres tienen el glamour de los cometas, dejando a su paso estelas de fama.

Hay un robot con ellos. Bueno, en realidad es una Robo sapiens, increíblemente sensual, con esa expresión de pesar que tienen todos ellos antes de ser desmantelados. Así es la política imperante: todos los robots que son sensibles a información son desmantelados tras el cumplimiento de su misión para impedir así que fuerzas hostiles puedan acceder a sus datos. Ha viajado por todo el universo y ahora va de camino a la unidad de reciclaje. Lo genial de los robots, incluso de esta Robo sapiens, es que nadie siente lástima por ellos. No son más que máquinas.

Está ahí de pie mientras los salvadores, embutidos en sus trajes plateados, estrechan la mano del Presidente. La Robo sapiens nos informará de la composición mineral y química del nuevo planeta, sus lecturas atmosféricas, su posible historia y su evolución potencial. Luego, cuando la parte pública haya concluido, se irá entre bastidores, transferirá todos sus datos y abrirá sus células energéticas hasta su último parpadeo de robot.

FIN.

Es una especie de suicidio, como si murieran desangrados, aunque no muestran ninguna emoción porque las

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos