Índice
Obra selecta
Introducción
Sobre esta edición
Enemigos de la promesa (1938)
Introducción
PRIMERA PARTE. Una situación difícil
1. Los próximos diez años
2. El dialecto mandarín
3. El reto a los mandarines
4. El movimiento moderno
5. Anatomía del dandismo
6. Una bestia a la vista
7. Los nuevos mandarines
8. El nuevo estilo vernáculo
9. El frío elemento de la prosa
SEGUNDA PARTE. La sombra de la mostaza silvestre
10. La mies anublada
11. La buglosa azul
12. Los cardos
13. La adormidera
14. La sombra de la mostaza silvestre
15. La malva del légamo
16. Perspectiva inestable
TERCERA PARTE. Adolescencia georgiana
17. Credenciales
18. El ogham ramificado
19. El jamete blanco
20. El Medioevo
21. Renacimiento
22. El ámbito de los lirios
23. Premios rutilantes
24. Vale
La tumba inquieta (1944-1945)
INTRODUCCIÓN. Un ciclo de palabras de Palinuro
PRIMERA PARTE. «Ecce Gubernator»
SEGUNDA PARTE. «Te Palinure Petens»
TERCERA PARTE. «La Clé des Chants»
EPÍLOGO. ¿Quién era Palinuro?
Los diplomáticos desaparecidos (1952)
Variaciones en torno a un enigma
«De varia re» SELECCIÓN DE ARTÍCULOS
Noventa años reseñando novelas (1929)
Críticos (1936)
Nuevas novelas (1929-1935)
Las películas (1939)
Un Cato en el campus (1957)
Deducciones detectivescas (1931)
El detective privado (1953-1962)
Sobre ingleses que escriben como norteamericanos (1949)
El movimiento moderno (1965)
El nacimiento de la poesía moderna (1961)
James Joyce (1941)
Ezra Pound (1969)
T. S. Eliot (1965)
e. e. Cummings (1962)
Ernest Hemingway (1961)
Apoteosis en Austin (1971)
George Orwell (1968)
W. H. Auden: algunos recuerdos (1974)
Albert Camus: símbolo de una época (1961)
Dylan Thomas (1960)
Poesía hoy (1970)
El armario del adicto a las novelas (1936)
La fiebre de las primeras ediciones (1963)
El año del bibliófilo (1967)
Comentario (del primer número de «Horizon») (1939)
El coste de las letras (1946)
¡Devuélvame mi juventud! (1962)
Diario de Londres (1937)
Uno de mis Londres (1955)
Barcelona (1936)
El arte de viajar (1931)
La hormiga león (1939)
Volver a Grecia (1954)
Vivir con lémures (1957)
Confesiones de un cazador de casas (1967)
Alegres lechos de muerte (finales de los años cuarenta)
La caída de Jonathan Edax (1961)
Bond cambia de chaqueta (1962)
La poesía, mi primer y último amor (1974)
Noticia de los artículos
Notas
Biografía
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
Introducción
Cyril Connolly dijo en alguna ocasión que tan sólo sería recordado por haber ido al colegio con George Orwell y a la universidad con Evelyn Waugh; sin embargo, más de treinta años después de su muerte, su nombre, lejos de haberse diluido en las sombras de sus dos contemporáneos, parece haber adquirido categoría de mito, de incuestionable autoridad crítica. Y es que, a pesar de la escasez de su obra y del agudo y estridente sentido del fracaso que siempre le acompañó, su obra ensayística –cuyo cuerpo esencial recogemos en este volumen– constituye uno de los comentarios más lúcidos y genuinos al legado literario de Occidente que ha dado el siglo XX anglosajón. De todos modos habría que puntualizar que tal vez el calificativo de crítico no sea en puridad adecuado para una personalidad tan compleja y heterodoxa como la de Connolly, un hombre que quiso ser en un principio poeta y novelista y que acabó por fraguar su prestigio con las ruinas de su vocación, con las notas al pie de las obras que nunca escribió, sepultado por el peso de una tradición a la que no supo o no quiso contestar.
Las páginas que aquí reunimos nos muestran sobre todo a un lector exageradamente –y felizmente, podríamos añadir- parcial, en guerra con las efervescencias de su época, perdidamente afrancesado, dueño de una vasta cultura que, desde Homero hasta Joyce, domina con soltura y un punto de arrogancia y que disemina por la página con una prosa conscientemente memorable, transida de esa casualness conversacional que Auden pedía para el ejercicio de la crítica. Por el contrario, Connolly carece de la hondura y el rigor de un Eliot o de un Edmund Wilson –aunque el tópico quiera que Connolly sea el Wilson británico–; su vigoroso estilo huye siempre, a pesar de su formación oxoniense, de las leyes y las pompas de la Academia y crea para sí un lugar excéntrico, a caballo entre el memorialismo y el comentario crítico. A menudo Connolly no es más que un brillante diletante, un escritor que no sabe qué hacer con su enorme talento, aquejado de un acusado sentido del ridículo que no le deja tomarse en serio y de un culto a la pereza que le impidió llevar a cabo un sinnúmero de proyectos largamente soñados. Quizá, bajo el influjo de los ensayistas franceses del siglo XVII que tanto admiraba, le hubiera gustado ser tildado de moralista, aunque el tono de su obra evoque a menudo a antepasados ingleses como Hazlitt, Lamb o incluso Matthew Arnold. En este sentido, el grueso de los libros y artículos compilados en esta Obra selecta dibujan el retrato de una figura muy común en Inglaterra y que en España es más rara, el man of letters