Así era entonces. Cuentos completos 2

Juan Benet

Fragmento

Nota de los editores

Nota de los editores

Conforme se establece en la nota de los editores que figura al frente del volumen titulado En Región (Cuentos completos 1), complementario de éste, se reúnen aquí todos los relatos de Juan Benet, largos y cortos, que transcurren fuera de Región, es decir, fuera del «espacio mítico» en el que Benet ambientó la mayor parte de sus cuentos y de sus novelas. Ya se ha dicho que fue el propio Benet el primero que, con ocasión de editar en 1977 sus Cuentos completos, tuvo la idea de agruparlos en dos volúmenes conforme a este mismo criterio: en uno, los ambientados en Región, y en el otro, «los que se sitúan en cualquier otro espacio, sea mítico o no». Más adelante —con ocasión de reeditar en 1981 sus Cuentos completos— deshizo esta división y optó por agrupar en un volumen «las, por llamarlas así, novelas cortas», y en el otro los cuentos. Aquí, sin embargo, se ha optado por regresar a la división primera, y no exactamente por capricho, como se trata de explicar en el texto que se ofrece a modo de epílogo.

Del volumen de 1977 que reunía los cuentos ambientados fuera de Región, han sido excluidos aquí dos: «Después» y «El demonio de la paridad», que en realidad sí transcurren allí, como demuestran algunos leves indicios (véase la nota a los editores de En Región). En su lugar, se añade el cuento titulado «Los padres», recogido ya en la edición póstuma de los Cuentos completos de Alfaguara, de 1998, y que, publicado en el primer número de la revista El Urogallo de Madrid, en 1970, Benet se resistió a incorporar a este conjunto, por motivos que sugiere en su prólogo a la primera edición de sus Cuentos completos, aquí incluido. Todos los demás cuentos figuraban ya en el volumen 2 de esa edición.

El cuento titulado «Nunca llegarás a nada» daba título al primero de los libros publicados por Benet (Nunca llegarás a nada, Madrid, Tebas, 1961). «Catálisis» y «Syllabus» se publicaron en 5 narraciones y 2 fábulas (Barcelona, La Gaya Ciencia, 1972). Y «Garet», «Por los suelos», «Así era entonces», «Últimas noches de un invierno húmedo», «Obiter dictum» y «Sub rosa» en el volumen titulado Sub rosa (Barcelona, La Gaya Ciencia, 1973).

Muy posterior en el tiempo es la colección titulada Trece fábulas y media (Madrid, Alfaguara, 1981), que explora un territorio singular en la narrativa breve de Benet. Dos de sus piezas eran esas «2 fábulas» de 5 narraciones y 2 fábulas, pero el resto veían ahora la luz por vez primera, en un volumen que se presentaba acompañado de quince collages realizados por Emma Cohen, a quien está dedicado el libro («A E.»). Ni que decir tiene que las fábulas de Benet se adscriben muy libremente a este género, que pervierten de forma muy intencionada, con intenciones a menudo paródicas. Se trata, en realidad, de un puñado de «variaciones sobre un mismo tema» (el del destino) de naturaleza afín, hasta cierto punto, a la de las Variaciones sobre un tema romántico, publicadas póstumamente (Barcelona, Lumen, 2011). Que se trataba de un proyecto acariciado desde mucho tiempo atrás lo indica a las claras la publicación muy anterior de dos de las fábulas. Y que se trataba, a su vez, de un proyecto en cierta medida abierto lo pone de manifiesto el que mucho después, en 1991, Benet publicara aún una fábula más, titulada por él mismo «Fábula decimocuarta», aparecida en la revista El Paseante, núm. 18-19. La misma editorial Alfaguara reeditó en 1998 el volumen de 1981 añadiéndole esa «Fábula decimocuarta», ilustrada para la ocasión con un collage de Eugenio Benet que servía asimismo como ilustración de la cubierta. En cuanto a esa «media» fábula a la que alude el título original, se justifica porque la fábula décima ofrece dos finales, razón por la que se da, humorísticamente, como fábula «décima y décima bis».

El cotejo de los cuentos con los mecanoscritos conservados arroja numerosas variantes, especialmente abundantes en los titulados «Nunca llegarás a nada» y «Por los suelos». En el primer caso, el tipo de variantes indican que el propio Benet sometió el texto a una profunda revisión estilística con motivo de su publicación en forma de libro. En el segundo caso, es evidente que las numerosas supresiones, aquí restablecidas, fueron impuestas o sugeridas por la censura (el cuento, recuérdese, se publicó en 1973). En general, todas las frases —y son muchas— en que aparecen palabras como bragas, sexo, coito, desnudo y, sobre todo, orgasmo, fueron suprimidas de modo mecánico, así como algún que otro pasaje particularmente subido de tono. En «Últimas noches de un invierno húmedo» se han restablecido también, en el último párrafo del cuento, las palabras «y entre los muslos» y «órgano» (en vaga alusión al órgano sexual, sustituida por «anhelo»), con la sospecha de que la censura fue, de nuevo, su motivo. En todos los demás cuentos, las variantes obedecen a ajustes en la puntuación o al restablecimiento de errores evidentes o lecturas torcidas.

Las razones por las que —de manera bastante caprichosa, todo sea dicho— se ha optado por escoger como título global del volumen el del cuento titulado «Así era entonces», quedan vagamente implícitas en el texto que sirve de epílogo.

Este volumen se completa con los prólogos —llenos de interés— que Juan Benet escribió para las dos ediciones de sus Cuentos completos hechas por Alianza, en 1977 y en 1981.

Prólogo a la primera edición

Prólogo a la primera edición

En la presente edición en dos volúmenes de AE se han recogido todos los cuentos y novelas breves que he publicado hasta ahora y bajo los siguientes títulos: «Nunca llegarás a nada», «Una tumba», «5 narraciones y dos fábulas» y «Sub-rosa». Tan sólo he omitido dos breves fábulas, por considerar que no entran en el género, y un cuento que publiqué hace años en una revista literaria y del que preferiría olvidarme pero que, tal vez por eso mismo, no puedo apartar de mi memoria; no sé por qué ni cómo ni cuándo lo escribí y, si he de ser sincero, ni siquiera con qué objeto; pero lo cierto es que lo escribí —creo que conservo el original por algún lado— y ahí ha quedado, con el reconocimiento público de mi innegable paternidad, despojado de los otros derechos y privilegios de que gozan sus hermanos, legítimos en mayor grado que ese fruto indeseado de un concubinato vergonzoso.

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