El consejero

Cormac McCarthy

Fragmento

cap

 

El dormitorio en el apartamento del consejero. Las cortinas están echadas y la habitación casi a oscuras. Se ve la cama desde detrás y a dos personas acostadas en ella. El diálogo suena a veces amortiguado por las sábanas, de ahí que aparezca en SUBTÍTULOS en la pantalla.

LAURA: ¿Estás despierto?

CONSEJERO: No.

LAURA: Bueno.

CONSEJERO: ¿Qué hora es?

LAURA: Las dos. Casi.

CONSEJERO: Las dos y qué más.

LAURA: ¿Cómo?

CONSEJERO: De la mañana o de la tarde.

LAURA: No hablarás en serio.

CONSEJERO: Solo a medias.

LAURA: De la tarde.

CONSEJERO: Ya lo sé. Eres lo más sexy del mundo. ¿A qué hora sale tu avión?

LAURA: A las siete cuarenta.

CONSEJERO: ¿Qué haces?

LAURA: ¿Yo? Nada.

CONSEJERO: Tendrán que sacarme de aquí con una grúa.

LAURA: Si quieres, hablamos.

CONSEJERO: ¿Crees que deberíamos tomar un café?

LAURA: ¿Lo crees tú?

CONSEJERO: Supongo que no.

LAURA: Me he pasado dos semanas sin verte. Y tengo que volver esta noche.

CONSEJERO: Ya lo sé. Dime algo sexy, anda. Las palabras significan mucho para los hombres.

LAURA: Está bien.

CONSEJERO: Pues venga.

LAURA: Estoy pensando.

CONSEJERO: Bueno.

LAURA: Quiero que me metas la mano por dentro del vestido.

CONSEJERO: Si no llevas vestido…

LAURA: ¿Y qué más da? Es una cosa que te gusta oírme decir.

CONSEJERO: Ya lo sé. Pero tendría que ser de verdad, ¿no?

LAURA: Vale, de acuerdo. Quiero que metas la mano por dentro de mis bragas.

CONSEJERO: Estamos en las mismas. Casi será mejor que digas claramente lo que quieres que te haga.

LAURA: Quiero que me toques.

CONSEJERO: Que te toque dónde.

LAURA: Que me toques ahí abajo.

CONSEJERO: Lo deseas de verdad.

LAURA: Mucho.

CONSEJERO: Dilo un poco más sexy.

LAURA: Quiero que me lo toques.

CONSEJERO: Cielo santo. ¿Estás mojada?

LAURA: Sí. Oooh… Cariño…

CONSEJERO: Pero si estás chorreando.

LAURA: Ya lo sé.

CONSEJERO: ¿Se puede saber cómo te has puesto en este estado?

LAURA: Oooh… Pensando en ti.

CONSEJERO: Pensando qué de mí.

LAURA: En tu dulce cara entre mis muslos.

CONSEJERO: Dios, cómo eres.

LAURA: Cariño… Ay, creo que debería ir a arreglarme.

CONSEJERO: No quiero que te arregles. Quiero que me hagas cosas.

LAURA: ¿Estás seguro?

CONSEJERO: Segurísimo.

LAURA: De acuerdo.

CONSEJERO: ¿Cómo te volviste tan mala?

LAURA: Saliendo contigo. ¿Puedo decirte una cosa?

CONSEJERO: Naturalmente.

LAURA: Pienso que anoche te superaste a ti mismo. Creí que no podía dejar de correrme.

CONSEJERO: ¿Sabes las consecuencias que eso tiene para el ego de un hombre?

LAURA: Sí. ¿Continúo?

CONSEJERO: Por favor.

LAURA: Dios. Despacio. Despacio. Sí. ¿Cómo aprendiste a hacer eso?

CONSEJERO: Saliendo con chicas guarras.

LAURA: Me has echado a perder. Lo sabes, ¿verdad?

CONSEJERO: Eso espero. Dios. Tienes el coño más suculento de toda la cristiandad, ¿lo s

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