Índice
Notas de prensa
Un hombre ha muerto de muerte natural
Desventuras de un escritor de libros
Mis dos razones contra esta revista
Tonto útil, para servirle a usted
Los idus de marzo de la oligarquía
«Por qué no le creo nada, señor Turbay»
El fantasma del Premio Nobel (1)
El fantasma del Premio Nobel (y 2)
Seamos machos: hablemos del miedo al avión
El alquimista en su cubil
Del malo conocido al peor por conocer
La comisión de Babel
Telepatía sin hilos
El nuevo oficio más viejo del mundo
El cuento de los generales que se creyeron su propio cuento
Sí: la nostalgia sigue siendo igual que antes
Estas Navidades siniestras
Cuento de horror para la Nochevieja
Caribe mágico
Hay que salvar a El Salvador
25.000 millones de kilómetros cuadrados sin una sola flor
La poesía, al alcance de los niños
La enfermedad política de Reza Pahlavi
La mujer que escribió un diccionario
El Kissinger de Reagan
Remedios para volar
El amor en el aire
Un domingo de delirio
La larga noche de ajedrez de Paul Badura-Skoda
El río de la vida
Breve nota de adiós al olor de la guayaba
Punto final a un incidente ingrato
Mitterrand, el otro: el escritor
La última y mala noticia sobre Haroldo Conti
¿Quién cree a Janet Cooke?
«María de mi corazón»
Como ánimas en pena
La conduerma de las palabras
Mitterrand, el otro: el presidente
Vidas de perros
Fantasía y creación artística
En Chile como en Chicago
Algo más sobre literatura y realidad
Mr. Enders atraviesa el espejo
¿Una entrevista? No, gracias
Edén Pastora
Mi Hemingway personal
Breve nota de adiós al olor de la guayaba de Feliza Bursztyn
Torrijos
Fantasmas de carreteras
El cuento del cuento
El cuento del cuento (conclusión)
La desgracia de ser escritor joven
300 intelectuales juntos
La larga vida feliz de Margarito Duarte
«Los idus de marzo»
¿Quién le teme a López Michelsen?
Allá por aquellos tiempos de la Coca-Cola
Bogotá 1947
48 horas en Cancún
Georges Brassens
Un diccionario de la vida real
Nicaragua entre dos sopas
Los dolores del poder
«Cómo sufrimos las flores»
La peste
Recuerdos de periodista
El campo, ese horrible lugar donde los pollos se pasean crudos
Polonia: verdades que duelen
La realidad manipulada
España: la nostalgia de la nostalgia
Los 166 días de Feliza
«Cuentos de caminos»
Otra vez del avión a la mula... ¡Qué dicha!
Graham Greene: la ruleta rusa de la literatura
Mi otro yo
Las esposas felices se suicidan a las seis
El fantasma para el progreso
Crónica de mi muerte anunciada
EE.UU.: Política de suposiciones
Bangkok la horrible
«Peggy, dame un beso»
Con las Malvinas o sin ellas
Una tontería de Anthony Quinn
«El pez es rojo»
Un payaso pintado detrás de una puerta
Ésta es la historia, tal como me la contaron
La vaina de los diccionarios
Jurado en Cannes
Infidencias de un jurado en Cannes
Roma en verano
Lo que no adivinó el oráculo
La dura vida del turista
Está de moda ser delgado
El amargo encanto de la máquina de escribir
La noche caliente de Amsterdam
Los pobres traductores buenos
Y de la guayaba, ¿qué?
La vejez juvenil de Luis Buñuel
También el humanitarismo tiene su límite
Frases de la vida
El mar de mis cuentos perdidos
Terrorismo científico
El destino de los embalsamados
El avión de la bella durmiente
Beguin y Sharon, premios «nobel de la muerte»
Se necesita un escritor
El cuento después del cuento
Obregón o la vocación desaforada
Hemingway en Cuba
La cándida Eréndira y su abuela Irene Papas
Usa: mejor cerrado que entreabierto
La penumbra del escritor de cine
El lujo de la muerte
Bueno, hablemos de música
La literatura sin dolor
Cena de paz en Harpsund
Desde París, con amor
Felipe
Las veinte horas de Graham Greene en la Habana
Regreso a México
Sí: ya viene el lobo
Está bien, hablemos de literatura
Memorias de un fumador retirado
Historias perdidas
¿Para qué sirven los escritores?
El papa, en el infierno
El acuerdo de Babel
¡Manos arriba!
«Alsino y el cóndor»
Las Malvinas, un año después
Regreso a la guayaba
América Central, ¿ahora sí?
Con amor, desde el mejor oficio del mundo
La suerte de no hacer colas
Viendo llover en Galicia
¿Sabe usted quién era Mercè Rodoreda?
El Reino Unido los ha hecho así
Estos ascensores de miércoles
Cartagena: una cometa en la muchedumbre
Portugal, nueve años después
Valledupar, la parranda del siglo
«¿Qué hay de malo en la mala prensa?»
Nueve años no es nada
Contadora, cinco meses después
¿Qué libro estás leyendo?
Bateman
No se preocupe: tenga miedo
Esposas alquiladas
Jack, el desmesurado
Casi mejor que el amor
¿En qué país morimos?
Me alquilo para soñar
269 muertos
Aquel tablero de las noticias
Un tratado para tratarnos mal
Las glorias del olvido
William Golding, visto por sus vecinos
Pasternak, veintidós años después
Bishop
Cuentos de niños
Teodoro
El frenesí del viernes
¿Qué pasó al fin en Granada?
Náufragos del espacio
La historia vista de espaldas
El embrollo de la paz
Vuelta a la semilla
Variaciones
¿Cómo se escribe una novela?
Tramontana mortal
El argentino que se hizo querer de todos
Las trampas a la fe
Notas
Biografía
Créditos
Gabriel García Márquez (1927-2014), nacido en Colombia, fue una de las figuras más importantes e influyentes de la literatura universal. Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982, fue además cuentista, ensayista, crítico cinematográfico, autor de guiones y, sobre todo, un intelectual comprometido con los grandes problemas de nuestro tiempo, y en primer término con los que afectaban a su amada Colombia y a Hispano