Lo más extraño

Manuel Rivas

Fragmento

Contents
Índice
Portadilla
Índice
Cita
Un millón de vacas
Primer amor
Que no quede nada
Mi primo, el robot gigante
El navegante solitario
Una partida con el irlandés
La carretera del caballo cojo
Uno de esos tipos que viene de lejos
El Sir
Los ojos de la cabra no tienen lágrimas
Una visita al mercado
Un millón de vacas
Los hijos de Luc & Fer
El león de Cuatro Vientos
El molino
Prólogo
El amigo Tom
Campos de algodón
El domingo
El artista de provincias
¿Qué me quieres, amor?
¿Qué me quieres, amor?
La lengua de las mariposas
Un saxo en la niebla
La lechera de Vermeer
Solo por ahí
Ustedes serán muy felices
Carmiña
El míster & Iron Maiden
El inmenso camposanto de La Habana
La chica del pantalón pirata
Conga, conga
Las cosas
Dibujos animados
Una flor blanca para los murciélagos
La luz de la Yoko
La llegada de la sabiduría con el tiempo
Ella, maldita alma
La vieja reina alza el vuelo
La novia de Liberto
Ella, maldita alma
Charo A’Rubia
La trayectoria del balón
La rosa de piedra
El loro de La Guaira
Camino del monte
Jinetes en la tormenta
La maldición de la Malmaison
El nido de amor
O’Mero
Las llamadas perdidas
Nosotros dos
La mirona
El héroe
El escape
La duración del golpe
La confesión
El lobo y la sirena
Snif, bang, bla, bla, bla
La sinceridad de las nubes
Los Inseparables de Fisher
El puente de Marley
Algo de comer
El duelo final
La medida del agrimensor
Todos los animales hablan
Chiapateco
El estigma
El leikista
El protector
La gasolinera
La limpiadora
La casa de las gaviotas
Espiritual
Cuentos de un invierno
La llegada de Ingrid
La barra de pan
El amor de las sombras
El enamorado de María
El partido de Reyes
El cartero de Papá Noel
OK, OK y OK
Madonna
Tres historias
El despertar de la criada
El misterio de Uz
La sombra de un sueño
Dedicatorias
Notas
Sobre el autor
Créditos
dedicatoria

Es ist die Seele ein Fremdes auf Erden.

[Un extraño es el alma sobre la Tierra.]

GEORG TRAKL

03-Portadilla 1 parte.html

Un millón de vacas

lo mas estrano 5,5-4.html

Primer amor

Gaby, Gabriela, es mayor que yo. Creo que mucho mayor. Me lleva, por lo menos, dos años. Después de tanto tiempo, no esperaba encontrarla en la aldea, en Aita, pero allí estaba, sentada lánguidamente en la bancada de piedra de los Brandariz, entre dos tiestos de geranios.

—Hola.

—Hola.

—¿Qué tal?

—Bien. ¿Y tú?

—Bien. Muy bien. Bueno, fatal.

En realidad, era mucho mayor que yo. Tres años, quizá.

—Estás muy delgada.

—Tú también estás muy delgado.

Llevaba una falda larga y tenía los pies desnudos. Eran unos pies grandes, de hombre.

—Estuviste fuera.

—Sí.

—A lo mejor yo también me marcho.

—¿Ah, sí?

—Sí. Voy a marcharme. Estoy pensando hacer un viaje. Pero muy lejos, ¿sabes? A Australia o a un sitio de ésos —digo yo.

—Sería fabuloso.

—Sí, casi segu

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