El cumpleaños de Juan Ángel

Mario Benedetti

Fragmento

El cumpleaños de Juan Ángel

Este viernes intacto se abre

en una habitación a ciegas

este veintiséis de agosto

a las siete y cincuenta

yo osvaldo puente empiezo por ser un niño

de miedo enterizo y ojos cerrados

y sobre todo de pies fríos

que sueña cuestabajo con dos tucanes

dos tucanes hermosos y balanceándose

de esos que sólo vienen en los almanaques

seguiré algunas horas siendo niño

ante todo una estricta composición de lugar no todas las mañanas se cumplen ocho agostos

y ahora vendrá la madre o sea mamá

con su sonrisa quieta

sus delgados brazos color flamenco

a decir

a volar

a romper el champán

sobre el barco del año

seguiré algunas horas

pero los postigos están cerrados

el día externo se limita a líneas perfectas verticales luminosas

pequeñas concesiones que hace la sombra poco menos que vencida

la oscuridad que ya no puede más

la pobre

quiere decir entonces que a esta altura tengo los ojos otra vez receptivos

que el miedo compacto empieza a desfibrarse

que los tucanes quedaron allá arriba

y yo estoy aquí abajo con los pies fríos

buendía dice la madre o sea mamá

con su sonrisa quieta

su color de flamenco

y además cosa nueva con las piernas muy juntas

y el largo cabello que se dobla en los hombros

cuidado que me estoy despertando

yo compatriota de ocho años

comienzo a joderme desde infante

a consolarme como

si vivir mereciera consuelo

sé qué estoy lleno de parientes

de primos segundos

padres equidistantes

grandes trinchantes y roperos y cómodas

sillas con abuelos

monopatines

hermanita

etcétera

tengo en la mano un naipesueño

no está mal pero sobre todo no está bien

debo acostumbrarme de una vez por todas al vacío

y asimismo a la desbordante plenitud

cuidado mundo gente cosas cuidadito

que me estoy despertando

los hermosos tucanes se balancean aún

pero en su inminente desequilibrio ya no me miran con su ojo lateral y admonitorio

yo compatriota de ocho años

traigo una serie completa de intenciones

que incluye las celestiales y las aviesas

un estuche de intenciones que todavía no he abierto

porque entiéndanme apenas tengo ocho años

y eso significa caramelos de menta

bochones de colores en maraña

gaudeamus varios de dulce de leche

y maestras de guardapolvo blanco

de las que estoy condenado a enamorarme

nada más que para no defreudar a freud

un baúl de propósitos que aún desconozco

pero que están seguramente en mí como la pupila el bazo la vejiga

justamente me estoy despertando y tengo tantas ganas de orinar

como en cualquier día que no sea mi cumpleaños

hola digo

con la voz de ayer corregida por el moho de hoy

que los cumplas muy feliz dice mamá flamenco

poniendo en la sonrisa toda su elegancia que no es mucha

por qué será que el cariño se rodea de fosforescencias inútiles

sin embargo hay que admitir que estos besos me hacen justicia

tiernos y discontinuos besos con gusto a tanjarina

en cierto modo me siento como un precoz profesional de la dicha

aprovéchate Osvaldo que el rencor se acerca como un oleaje

la tristeza como una nube de mejillas negras

la hipocresía como una campana venenosa

la soledad como la soledad

y basta

habrá paredes en abundancia para golpear mi incipiente ceño

barro en cantidad suficiente para enterrar mis pies

sagrada podredumbre para inhalar mi desmayo

amplio mundo para llorar qué carajo

pero mientras tanto profesionalizo mi felicidad

soy el dueño del santo

el latifundista del parabién

tengo ocho años y un discreto flamenco a mi lado

levántate dice y yo clausuro la modorra como un arcón cuyas bisagras lloran

el colchón también se queja amargamente

los postigos por fin se abren

el sol penetra y lame con urgencia las paredes

por mi parte canto diptongos

ojo no son canciones ni arias ni melopeas

tan sólo modestísimos diptongos

con esa voz estrangulada que siempre tengo antes del café con leche y las tostadas

creo que hoy voy a querer a la gente a las cosas

no sólo al flamenco y a papá búho

y al abuelo león y a la hermanita meona

sino también el techo los canteros

y el azulejo roto y el cepillo de dientes

y hasta el jabón señores

seguro que hoy no voy a temblar

aunque sé que el temblor tiene su encanto

sobre todo cuando tirito bajo el sol

y mis húmedos estremecimientos

hacen que las gotitas de sudor resbalen

desde el oscuro rombo de mi ombligo hasta la arena pálida y quemante.

en la oscuridad sí tiembla cualquiera

pero yo no estoy para reflejos facilongos

papá búho me entiende mejor que los otros

él sabe que mis excusas en rigor son catástrofes

que en mis viajes alrededor de la almohada

cursis excitantes y breves como todos los viajes

también partir siempre es morir un poco

que debajo de mis lágrimas hay un suelo rocoso

y debajo de la roca una marmita de llanto

puta cómo hará para saberlo

cuando yo ni siquiera lo sospecho

ahí están los adultos como un muro

feroces y tiernos

e inconmensurablemente fallutos

el candor se les desprende era

una bonita caparazón a plazo fijo

el corazón se les reduce era

un guijarro a prueba de fáciles alarmas

las metalúrgicas uñas del egoísmo inoxidable crecen

crecen y son virtualmente eternas

rascan pinchan matan

no quiero que me vacíen los ojos

que me partan el labio

que me corten higiénicamente el prepucio

quiero crecer con todos mis desórdenes mis frenos mis frenillos

pasar de la infancia al estupor con bienvenidos y naturales sobresaltos

tengo ocho años disponibles y adecuados para provocar a los reumáticos

a los famosos maduros exactamente cinco segundos antes de que se pudran

a los desahuciados pesimistas que llegan desde todas las provincias de la fruición

a los mordedores que perdieron sus dientes

a las emprendedoras turistas del gran archipiélago de la menopausia septentrional

tengo ocho años y

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