Dramatis Personae
VARENNES SAINT-JACQUES
La familia Fleury
Michel, mercader
Balian, su hermano
Blanche, hermana gemela de Balian, iluminadora de libros
Rémy, su padre, maestro de la iluminación de libros
Philippine, su madre
Isabelle, su abuela
Clément Travère, marido de Blanche, mercader
Odet, un criado
Mercaderes
Célestin Baffour
Fulbert de Neufchâteau
Martin Vanchelle
Maurice Deforest
Thomas Carbonel
Raphael Pérouse
Bertrandon Marcel
Aymery Pelletier, un mercader empobrecido
Otros
Godefroid, un mercenario
San Jacques, patrón de Varennes
TRÉVERIS
Meinhard von Osburg, un caballero
Rosamund von Osburg, su hermana
Dietrich von Osburg, su padre
Wolbero, escudero de Meinhard
Padre Nicasius, un sacerdote
HATHO
Rufus von Hatho, un caballero
Rufus el Viejo, su padre, señor del castillo
LÜBECK
La familia Rapesulver
Sievert, mercader
Helmold, su hermano, caballero de la Orden Teutónica
Winrich, el tercer hermano, mercader
Agnes, su madre
Mechthild, esposa de Sievert
Otros
Elva, armadora danesa
Arnfast, pirata
Henrik, mercader de Gotland
PRUSIA Y LITUANIA
Konrad von Stettin, caballero de la Orden Teutónica
Algis, hijo del príncipe samogitio Treniota, un guerrero
El Krive, sumo sacerdote de los lituanos
Valdas, un guerrero lituano
Rimas, un capataz de esclavos
Giedrius, guerrero y narrador
NÓVGOROD
Fiódor Andreievich, guerrero
Katrina Fiodorovna, llamada Katiuska, su hija mayor
Grigori Ivanovich, su señor, un boyardo
Tarmaschirin, un mongol
Rutger, Olav y Emich, señores comerciales de la Confederación de Gotlandia
PERSONAJES HISTÓRICOS
Guillermo de Holanda, emperador germanorromano hasta su muerte en 1256
Ricardo de Cornualles, emperador germanorromano desde 1257
Alfonso de Castilla, emperador germanorromano desde 1257
Enrique III, rey de Inglaterra
Konrad von Hochstaden, arzobispo de Colonia
Alberto Magno, monje y erudito universal
Mathias Overstolz, patricio de la ciudad de Colonia
Balduino de Rüssel, obispo de Osnabrück
Burkhard von Hornhausen, maestre de Livonia
Treniota, príncipe de los samogitios
Mindaugas, gran duque de Lituania
Alexander Yaroslavich Nevski, príncipe de Nóvgorod y gran duque de Kiev
Dimitri Alexandrovich, hijo de Alexander Nevski, príncipe de Nóvgorod
Berke, Kan de los mongoles en la región rusa de la Horda de Oro
PRÓLOGO
Mayo de 1256
Balian dio gracias a Dios y a todos los santos cuando bajó del barco en Londres. La travesía desde Calais se le había hecho eterna a causa de la calma chicha, y su hermano y él juntos en un estrecho barco… a la larga eso nunca salía bien. No había faltado mucho para que el uno lanzara al mar al otro.
Por fin tierra firme bajo los pies. Balian respiró hondo y captó el olor apestoso de la gigantesca ciudad, contempló la maraña de callejones y de cabañas que se extendía más allá del muelle. Su barco había atracado en el puerto de Billingsgate, y el agua sucia del Támesis bañaba su casco. Parecía pequeño y modesto junto a las dos ventrudas carabelas que había a su derecha, pero era suficiente para sus fines. Los criados acababan de bajar los carros a tierra y estaban unciendo los bueyes. Los estibadores del puerto desembarcaban la mercancía: balas de paño y vinos del Mosela, pero sobre todo la codiciada sal de su ciudad natal, Varennes Saint-Jacques, en la lejana Lorena.
Michel dirigía a los hombres con voz acostumbrada al mando. «Siempre consciente de sí, nunca inseguro», pensó malhumorado Balian, y deseó tener la soberbia presencia de su hermano mayor. La gente escuchaba a Michel, estaba pendiente de su boca. En cambio, cuando Balian decía algo, la mayor parte de las veces le respondían con una sonrisa. Era la oveja negra de la familia Fleury, un fracasado, un inútil, se lo hacían sentir a la menor oportunidad.
—¡Balian! —su hermano le llamaba.
Balian vio que en ese momento desembarcaba Clément Travère. Su cuñado, el esposo de su hermana gemela Blanche, era el fattore de Michel, y hacía los viajes comerciales mientras Michel dirigía el negocio familiar desde su escritorio, en casa. Esta vez, como algo excepcional, Michel había ido con ellos porque había importantes negocios a la vista.
Con la mano en el puño de la espada, Balian se dirigió hacia los dos hombres.
—Lo he revisado todo —informó Clément—. Toda la mercancía está fuera.
—Bien —dijo Michel—. Hoy no iremos al mercado, ya no merece la pena. Llevaremos la mercancía a Guildhall e iremos mañana a primera hora. ¿De acuerdo?
—Me parece razonable —respondió Clément.
—Ahí vienen los alguaciles del Sheriff. ¿Dónde tengo las cartas de privilegio…? Ah, aquí. —Michel sacó un hatillo de pergaminos.
Balian lo dejó entregado a sus importantísimas tareas y ayudó a los criados a cargar los toneles y las balas de paño en el carro. Siempre prefería el trabajo físico a las molestas obligaciones de un mercader. Discutir con los representantes de la autoridad le resultaba tedioso, muy al contrario que a Michel, que en la negociación estaba en su elemento.
Balian se preguntaba a menudo por qué Dios había repartido sus talentos de forma tan desigual. Michel había salido en todo a su legendario abuelo. Desde que había recibido el negocio familiar de manos de su anciana abuela, lo dirigía con astucia y prudencia. Aunque no tenía más que veintiocho años, pasaba ya por ser uno de los mejores mercaderes de Varennes. Nadie dudaba de que algún día haría grandes cosas. Y las mujeres… caían a sus pies. Aun así, hasta ahora no se había casado. Michel apreciaba su libertad.
En cambio, nadie caía a los pies de Balian. Todo en él era mediocre… su inteligencia, sus capacidades comerciales, incluso su apariencia, porque Blanche había heredado toda la belleza de su madre, así que no había quedado mucha para él. Un cabello cobrizo, largo hasta la mandíbula, que solía sujetarse detrás de las orejas; hombros pasablemente anchos y un rostro vulgar, que se olvidaba con rapidez… ese era Balian, el corriente. A veces deseaba odiar a su hermano, bendecido con innumerables dones. Pero, naturalmente, no lo hacía. Amaba a Michel. Todo el mundo amaba a Michel.
Oh, se había rebelado contra su destino una y otra vez… la última de ellas el invierno anterior, cuando luchó contra los frisone