Los hijos del fuego

Pedro Feijoo

Fragmento

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Contenido

Portadilla

Créditos

Plano

Dedicatoria

Citas bibliográficas

ACTO PRIMERO. MARIÑA Y SIMÓN

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ACTO SEGUNDO. AURORA Y ESPINOSA

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ACTO TERCERO. EL SECRETO DE MARIÑA

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ACTO CUARTO. LAS TRES CONFESIONES

Primera

Segunda

Tercera

ACTO QUINTO. TRES

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Plano

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Dedicatoria

Para Marta,

la ciudad que más quiero.

Ojalá te pudiera dedicar su fuego, su color,

y la luz de la ría cuando el sol se pone tras las islas...

21.

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Citas bibliográficas

¿Cómo estás, señor? ¿Por qué solitario,

sin más compañía que las tristes ideas

y los pensamientos que debieron morir

con quienes te absorben? Lo que no tiene cura

habría que olvidarlo: lo hecho, hecho está.

WILLIAM SHAKESPEARE,

Macbeth, acto III, escena 2.ª

—No se empeñe. La información que proporciona un libro suele ser objetiva. Quizá pueda estar planificada por un autor malvado para inducirle a errar, mas nunca es falsa. Es usted quien hace una lectura falsa...

ARTURO PÉREZ-REVERTE, El club Dumas

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Tuvimos que correr... Lo recuerdo perfectamente porque, por muchos años que se empeñen en pasar, los días de entonces no se olvidan de cualquier forma: era o ellos o nosotros. Y aquellos malnacidos tiraban a matar...

Hoy, a la luz de esta vela prendida en medio de la noche, veo que se acerca el momento. Mis huesos van siendo ya más del camposanto que de las paredes que guardan esta casa, y comprendo que es tiempo de tomar una decisión. Más ahora, cuando nuestra mala memoria se empeña en recordar con fuerza gloriosas batallas que jamás tuvieron lugar, y los que no estuvieron allí deciden honrar los nombres de héroes que, a decir verdad, nunca se comportaron como tales. Ni mucho menos. Tan solo ocurre que hoy nadie lo sabe, porque nadie estuvo allí. Y porque tampoco a nadie le importa un carajo, la verdad...

Pero ¿y yo, que sí estuve? Yo, que sé mejor que nadie todo cuanto sucedió, ¿qué haré yo? ¿Permitir, tal vez, que el paso del tiempo fortalezca un orgullo alimentado en un pasado de leyenda que jamás existió? Podría hacerlo, sí. Callarme, y dejar que la farsa avance... Pero sucede que nadie como yo conoce el verdadero significado de la palabra quebranto. Y el mío, mi propio quebranto, está grabado a fuego. No es de los que se borran, tampoco de los que se pueden ignorar.

En la compañía de aquella decepción que desde entonces vive conmigo, nunca he dejado de recordar, noche tras noche, lo ocurrido en aquellos días, ya más de cincuenta años atrás. Ni tampoco a ella... Y recuerdo, recuerdo perfectamente que nada más fue un instante. Apenas nada, un relámpago de fuego, lo que tarda una bala de cañón en pasar quemando el aire

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