Índice
Cubierta
Naturaleza muerta
Agradecimientos
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
Once
Doce
Trece
Catorce
Quince
Dieciséis
Diecisiete
Dieciocho
Diecinueve
Veinte
Veintiuno
Veintidós
Veintitrés
Veinticuatro
Veinticinco
Veintiséis
Veintisiete
Veintiocho
Veintinueve
Treinta
Treinta y uno
Treinta y dos
Treinta y tres
Treinta y cuatro
Treinta y cinco
Treinta y seis
Treinta y siete
Treinta y ocho
Treinta y nueve
Cuarenta
Cuarenta y uno
Cuarenta y dos
Cuarenta y tres
Cuarenta y cuatro
Cuarenta y cinco
Cuarenta y seis
Cuarenta y siete
Cuarenta y ocho
Cuarenta y nueve
Cincuenta
Cincuenta y uno
Cincuenta y dos
Cincuenta y tres
Cincuenta y cuatro
Cincuenta y cinco
Cincuenta y seis
Cincuenta y siete
Cincuenta y ocho
Cincuenta y nueve
Sesenta
Sesenta y uno
Sesenta y dos
Sesenta y tres
Sesenta y cuatro
Sesenta y cinco
Sesenta y seis
Sesenta y siete
Sesenta y ocho
Sesenta y nueve
Setenta
Setenta y uno
Setenta y dos
Setenta y tres
Setenta y cuatro
Setenta y cinco
Setenta y seis
Setenta y siete
Setenta y ocho
Setenta y nueve
Ochenta
Epilogo
Biografía
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
Este libro es una obra de ficción. Todos los nombres, personajes, lugares y hechos son fruto de la imaginación del autor o se emplean de manera ficticia. Cualquier similitud con sucesos, lugares, instituciones públicas o privadas, empresas o personas vivas o muertas es pura coincidencia.
Lincoln Child dedica este libro a su hija Veronica.
Douglas Preston lo dedica a Mario Spezi.
Agradecimientos
Lincoln Child desea dar las gracias al agente especial Douglas Margini por haberlo asesorado constantemente, tanto sobre las fuerzas del orden como sobre guitarras eléctricas. También quiero dar las gracias a mi primo Greg Tear y a mis amigos Bob Wincott y Pat Allocco por sus acertados consejos sobre el manuscrito. Victor S. me hizo el gran favor de darme algunos detalles necesarios. Quisiera expresar mi agradecimiento a las siguientes personas, por contribuir a que la vida de escritor no tenga que ser una vida de monje: Chris y Susan Yango, Tony Trischka, Irene Soderlund, Roger Lasley, Patrick Dowd, Gerard y Terry Hyland, Denis Kelly, Bruce Swanson, Jim Jenkins, Mark Mendel, Ray Spencer y Malou y Sonny Baula. Gracias, también, a Lee Suckno por sus múltiples atenciones. Por encima de todo, quiero dar las gracias por su amor y su apoyo a mis padres, Nancy y Bill Child, a mi hermano Doug, a mi hermana Cynthia, a mi hija Veronica, y en especial a mi mujer Luchie. Asimismo, desearía expresar mi gratitud y reconocimiento a mi pueblo adoptivo de Northfield (Minnesota), que —en el nostálgico catalejo de la memoria— conserva todo el encanto de los pueblos norteamericanos, pero evitando sus limitaciones.
Douglas Preston desea expresar su profunda gratitud a Bobby Rotenberg por la lectura del manuscrito y el acierto de sus sugerencias. A mi hija Selene le agradezco sus inestimables consejos, sobre todo para el personaje de Corrie. Estoy profundamente en deuda con Karen Copeland por su ayuda y su respaldo, ambos enormes. Y a Niccolò Capponi, gracias por tantas, y tan fascinantes, conversaciones literarias, y por sus excelentes ideas. Vaya mi gratitud a Barry Turkus, por llevarme in bici por las colinas toscanas, y a Jody, su mujer. También deseo dar las gracias a algunos amigos florentinos, por servir de contrapeso a muchas horas de soledad frente al ordenador. Son los siguientes: Myriam Slabbinck, Ross Capponi, Lucia Boldrini y Riccardo Zucconi, Vassiliki Lambrou y Paolo Busoni, Edward Tosques, Phyllis y Ted Swindells, Peter y Marguerite Casparian, Andrea y Vahe Keushguerian, y Catia Ballerini. También estoy profundamente en deuda con nuestro traductor italiano, Andrea Carlo Cappi, por su amistad, su defensa de nuestros libros y el acierto de sus consejos sobre esta novela en particular. ¿Cómo no mencionar, por otro lado, a la incomparable Andrea Pinketts? Por último, quiero expresar la mayor gratitud a mi mujer Christine y a mis otros dos hijos, Aletheia e Isaac, por haberme querido y apoyado siempre.
Y, como de costumbre, nuestra especial gratitud a una serie de personas sin las cuales las novelas de Preston y Child no existirían: Jaime Levine, Jamie Raab, Eric Simonoff, Eadie Klemm y Matthew Snyder.
Aunque hayamos situado la novela en el sudoeste de Kansas, tanto el pueblo de Medicine Creek como Cry County, y muchos otros pueblos y ciudades que aparecen en el libro, son ficticios o se usan de manera ficticia, como es también el caso de los personajes que los pueblan. No hemos vacilado en cambiar la geografía y la agricultura del sudoeste de Kansas al servicio de la ficción.