La isla de los habitantes sin nombre

José Luis Molinero

Fragmento

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La isla de los habitantes sin nombre

Primera edición: 2021

ISBN: 9788418722059
ISBN eBook: 9788418722554

© del texto:

José Luis Molinero

© del diseño de esta edición:

Penguin Random House Grupo Editorial
(Caligrama, 2021

www.caligramaeditorial.com

info@caligramaeditorial.com)

Impreso en España – Printed in Spain

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Para “JRAMM”. Sois mi vida.

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Agradecimientos

Una novela publicada nunca es mérito de una sola persona, al contrario. Junto al convencimiento e insistencia del autor debe haber personas que te apoyen por el largo recorrido lleno de sinsabores de toda índole: personales, laborales, económicos, afectivos... Sin ellas, nada sería posible.

No sería justo por mi parte dejar de agradecer a cada uno de ellos:

A mi madre, por su apoyo infinito y preocupación en silencio.

A mis hijos, Álvaro y Rodrigo, mi ilusión de vivir, y a Moni, “nakupenda”, porque juntos siempre es mejor.

A mi hermano Nacho, que nunca perdió la confianza en mí, cuando ni yo la tenía.

A Isa Santos, Gonzalo Giner, Javier Sierra, Rosa Montero, Miguel Ruiz Montañez, Maite Ruiz-Sarmiento, Víctor Fdez Correas, Miguel Ángel H., Marta Julbe, la gente de la Asociación de Editores de Madrid, de la editorial Caligrama, y demás personas del sector literario que, sin ninguna obligación, me apoyaron de una u otra manera y acompañaron en mi carrera de fondo haciendo que me sintiera “escritor” y no decayera. A mi amigo Diego Fernández por su preocupación e interés continuos.

A los pocos que no se alejaron de mí en los malos momentos, y a los malos momentos, que hicieron que valore mucho más lo que tanto me ha costado alcanzar.

Gracias a la música de Café del Mar, capaz de transportarme a los lugares y sensaciones donde habitan las musas y el sosiego.

Por último, pero no en último lugar, quiero agradecer a los pacientes y sanitarios del hospital provisional de IFEMA de Madrid para enfermos de COVID que se habilitó durante los primeros meses de la pandemia en 2020. Organizar “in situ” la biblioteca “Resistiré” desde la nada junto a mis compañeras sanitarias y ayudar a entretener y sanar, según testimonios de los médicos, a los pacientes, ha sido la experiencia más gratificante de mi vida. En este apartado, destacar a Fernando Prados y Cristina Feital por su ofrecimiento y apoyo desde el principio.

Gracias también a los donantes, anónimos, editoriales y empresas que contribuyeron a su existencia aportando libros, periódicos, revistas, gafas de lectura, barajas, pasatiempos, material de papelería, y todo lo que les pedíamos desde la biblioteca de IFEMA.

Comprobar que los libros volvían a valorarse, y eran capaces de obrar milagros me decidió a escribir esta historia de aventuras y pasión, como granito de arena para que puedan volar desde sus camas a mundos fantásticos.

Para todos los afectados de una manera u otra, desde un lado u otro, por el virus.

Juntos, saldremos de esta.

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“Y una vez que la tormenta termine, no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro de si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso trata esta tormenta”.

Haruki Murakami

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Primera parte: La isla

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Capítulo 1

Algún lugar deshabitado del Atlántico Norte.
Mayo de 1962

EXTRACTO DEL DIARIO DE ANDY RAMOS (SOL)

Me desperté desorientado. Sentía hambre y frío, y estaba desnudo. Mi primera reacción fue el instinto pudoroso de taparme, aunque al mirar a mi alrededor no viera a nadie. Ni un alma. Me encontraba solo, a plena luz del día, en una playa.

Intenté recordar cómo había llegado hasta allí o qué había hecho la noche anterior, pero mi mente estaba en blanco. No solo eso. Era incapaz de ubicarme, ni tenía la más mínima noción de quién era, dónde vivía, a qué me dedicaba o cuál era mi familia, ni siquiera si existía en alguna parte. Al no llevar ropa, tampoco poseía documentación que sirviera para identificarme. Tan solo llevaba una pulsera en mi muñeca derecha. Una de esas hechas de hilo de colores que se pueden comprar en cualquier mercadillo.

Estaba preocupado y bastante nervioso. La sensación de incertidumbre era angustiosa «¿Y si había ocurrido algo? ¿Habría alguien involucrado? Podría estar en peligro. ¿Dónde se metió toda la gente?

¿Estaría de vacaciones y tuve una mala noche?» No sentía resaca ni malestar, por lo que tampoco parecía una opción razonable.

Me acerqué a la orilla para refrescarme y espabilarme un poco, con el fin de intentar aclarar mis ideas. Al mirar hacia el agua y observar mi reflejo sentí una sensación angustiosa: no reconocía a aquel hombre joven, con pelo oscuro y ojos profundos que miraba con desconcierto su propia imagen. Era como si me hubieran transportado a otro cuerpo, solo que tampoco recordaba cómo era el original. Introduje la mano en el agua, removiéndola, en un intento infructuoso de que desapareciera y en su lugar descubriera un rostro familiar, pero allí seguía ese yo.

Tras lavarme,

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