Inolvidable (Los hijos del monstruo 2)

Marcia Cotlan

Fragmento

Creditos

1.ª edición: agosto, 2015

© 2015 by Marcia Cotlan

© Ediciones B, S. A., 2015

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-173-1

Maquetación ebook: Caurina.com

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Dedicatoria

 

 

 

 

 

A mi padre, siempre. In memoriam

A los hombres buenos, en especial a mi marido, por ser el mejor de todos.

Cita

 

 

 

 

 

«El infierno está vacío. Todos los demonios están aquí.»

WILLIAM SHAKESPEARE

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Cita

 

Prólogo

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PRÓLOGO

Kansas City, Missouri.

El Mustang rojo descapotable giró hacia la derecha en el cruce y siguió por una carretera secundaria en dirección a Kansas City. En la puerta del maletero podía leerse, escrito con espuma de afeitar: «Recién casados». Las latas vacías de sopa aún estaban atadas con cuerdas largas a la matrícula y hacían un ruido atronador al arrastrarse por el asfalto. La novia, todavía con el ridículo velo corto, sujetado toscamente con pinzas en el moño improvisado, se abalanzó sobre el conductor para besarlo, agarrando con fuerza la licencia matrimonial con la mano izquierda. Este dio un volantazo, aunque rectificó con rapidez, y entonces ella se acomodó en el asiento del copiloto, sin importarle que el minúsculo vestido blanco se le hubiera levantado mostrando el liguero, también blanco. Se reía a carcajadas. Ambos habían tomado demasiado tequila como para calibrar el peligro real de sus juegos en la carretera.

—Vamos a matarnos, Amy. Deja de hacer idioteces. Llegaremos en menos de quince minutos al motel —dijo riéndose el novio, que llevaba una corbata con dibujos de Bart Simpson. Se fijó entonces en el enorme camión frigorífico que, a lo lejos, se incorporaba a la circulación desde una explanada situada a la derecha. En la cabina llevaba dibujado, con grandes caracteres azules, el nombre de la compañía Pinckett Frozen. Lo perdieron pronto de vista, en cuanto tomó la curva, y al pasar al lado de la explanada de gravilla se fijaron en que había, muy cerca de la calzada, un congelador con forma de arcón similar a los que se utilizaban en las heladerías, con la puerta corredera de cristal. Se encontraba situado a los pies de un cartel en el que Richard Harrelson II, con su rostro bonachón y regordete, pedía el voto ciudadano para las

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