Amor o chantaje (Golfistas 2)

Susan Elizabeth Phillips

Fragmento

 

Título original: Lady Be Good

Traducción: Martín Rodríguez Courel

1.ª edición: septiembre 2012

 

© Susan Elizabeth Phillips, 1999

© Ediciones B, S. A., 2012

para el sello B de Bolsillo

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

 

www.edicionesb.com

Depósito Legal:  B.22767-2012

ISBN EPUB:  978-84-9019-210-8

 

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

 

 

 

 

 

 

Para Carrie Feron, mi ángel de la guarda

 

AGRADECIMIENTOS

 

El colectivo de las que nos dedicamos a escribir novela romántica conformamos un mundo muy unido, en el que no solo nos prestamos ayuda mutua sino que colaboramos al desarrollo de nuestro dinámica sector. Como testimonio de lo que digo, he aquí las excepcionales escritoras que me ayudaron orientándome en la elaboración de esta novela y a quienes les debo todo mi agradecimiento.

Jill Barnett nunca me falla. Stella Cameron es mi principal asesora en «Brit speak». Kristin Hannah, que es la mejor «genio de los títulos» del sector. Jayne Ann Krentz: una diosa, en pocas palabras. Jill Marie Landis, que asistió conmigo a una carrera muy especial y me dijo: «Tienes que escribir sobre esto.» Cathie Linz y Lindsay Longford, mis piedras de toque habituales y estimulantes compañeras en «Dinner Nights Out». Elizabeth Lowell, que, lo juro, es una enciclopedia viviente. Meryl Sawyer, siempre generosa y compasiva, no solo conmigo sino con todo nuestro sexo. ¡Gracias a todas!

Por si fuera poco, me siento orgullosa de seguir formando parte de la gran tradición romántica de Avon Books. He de dar las gracias de manera especial a Carrie Feron y a todas las demás personas de esa maravillosa editorial que hacen llegar mis novelas a las librerías.

Una vez más, mi marido, Bill, me ha servido de asesor literario en las cuestiones relativas al golf y de entrenador personal de golf; en una de las dos actividades ha tenido un éxito rotundo.

Gracias, también, a Steve Axelrod, y a las lectoras que me escriben unas cartas tan encantadoras. Y mi más sincero agradecimiento a los libreros que han llamado la atención de sus clientes sobre mis novelas. Agradezco sinceramente ese contacto personal.

 

SUSAN ELIZABETH PHILLIPS

 

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

Agradecimientos

 

1

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Epílogo

Sobre la autora

 

1

 

Kenny Traveler estaba perezoso. Lo que explicaba que se hubiera quedado dormido en el Club Ambassador de la TWA del aeropuerto de Dallas-Fort Worth y no hubiera acudido puntualmente a recibir al vuelo 2193 de la British Airways.

Por desgracia, la entrada de un par de ejecutivos alborotadores lo había despertado. Se tomó su tiempo en estirarse, y luego estuvo un rato bostezando. Una atractiva mujer vestida con un traje pantalón corto de color gris le sonrió, y él le devolvió la sonrisa. Miró su reloj y vio que llegaba media hora tarde. Volvió a bostezar. Se estiró de nuevo.

—Discúlpeme —dijo la mujer—. Siento molestarlo, pero... me resulta usted tan familiar. ¿No es usted...?

—Sí, señora, lo soy. —Ladeó su sombrero Stetson y le dedicó a la mujer una gran sonrisa que todavía llevaba un bostezo colgado de las comisuras—. Y me halaga que me reconozca fuera del ruedo de rodeo. No suele ser frecuente.

La mujer pareció confundida.

—¿Rodeo? Lo siento, pensé que era... Se parece tanto a Kenny Traveler, el golfista profesional.

—¿Golfista? ¿Yo? Qué va, señora. Soy demasiado joven para un juego de viejos como el golf. A mí me gustan los deportes de verdad.

—Pero...

—Rodeo. Eso sí que es un deporte de verdad. El fútbol americano también, y el baloncesto. —Lentamente fue despegando su casi metro noventa de la silla—. Aunque en lo tocante al tenis, ahí es cuando las cosas me empiezan a dar mala espina. Y el golf

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