Pasión Vikinga

V.M. Cameron

Fragmento

Creditos

1.ª edición: enero, 2016

© 2016 by V. M. Cameron

© Ediciones B, S. A., 2016

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-363-6

Maquetación ebook: Caurina.com

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Dedicatoria

 

 

 

 

 

Para mi tío, que ha sido, es y será la luz más brillante en mi camino.

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Prólogo

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Epílogo

Agradecimientos

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Prólogo

Dornoch Castle, Highlands escocesas, 854 d.C.

Había comenzado a llover furiosamente, la tormenta azotaba sin ningún tipo de compasión los muros negros del castillo. Nya había murmurado durante horas que eso parecía una maldición y que el mal tiempo había empeorado a la vez que lo hacía el estado de salud del jefe del clan Urquhart. Briana había sabido desde esa misma mañana que ese sería el último día de la vida de su padre, y eso la aterraba de una manera desgarradora.

Elmann Urquhart llevaba más de un mes prácticamente sin poder abandonar la cama, por lo que el hombre solo sabía decir cuánto anhelaba morir de una vez por todas. Para un guerrero tan fuerte y enérgico como él había sido toda la vida, permanecer postrado era peor que cualquier tortura a la que pudieran someterle.

Hacía horas que Briana ya no tenía más lágrimas en los ojos, por lo que, aunque seguía sollozando cada poco tiempo, sus suaves mejillas ya no se humedecían más y sus carnosos labios estaban secos y pálidos en ese momento. La muchacha alzó la mirada, con gesto ausente, tan pronto como su hermano Gared salió de la habitación con la mandíbula apretada y los ojos transmitiendo una enorme pena. Briana se dispuso a abrir la boca para preguntar si su padre ya había fallecido, pero la conexión que tenía con Gared era tan intensa que el hombre asintió con la cabeza antes de que ella pudiera hablar, y lo supo con solo mirarlo.

Briana sintió como sus piernas perdían toda la fuerza; un instante después, Gared ya la tenía entre sus brazos, evitando que se cayera.

—Gared… —sollozó Briana en el hombro del joven.

—Sh… —Gared trató de tranquilizarla, pero él también se sentía roto por dentro—. Tranquila, hermana. Sé fuerte.

Él la abrazó estrechamente. Era consciente de lo que acababa de suceder: habían perdido a su padre, la familia había quedado descabezada y lo peor era que…

—¿Qué sucede? —En el otro lado del pasillo apareció Bayne repentinamente, el hermano mayor. Se detuvo, observándolos, y una sonrisa comenzó a surgir en sus labios—. No me digáis que ya…

Contra su cuerpo, Briana notó como Gared se revolvía y trató de agarrarlo, pero ya era demasiado tarde. Gared desenfundó la pequeña pero afilada daga que llevaba dentro de sus gruesos pantalones de lana color grisáceo, tradicionales del clan Urquhart.

—¿Osas reír ante la muerte de nuestro padre? —le exigió.

Bayne ni siquiera se inmutó cuando su hermano lo desafió con la daga, a pesar de saber que Gared era mucho más alto y fuerte que él, siendo también algunos años más joven. Saltaba a

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