1.ª edición: abril, 2017
© 2017 by Ascen Núñez
© Ediciones B, S. A., 2017
Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)
ISBN DIGITAL: 978-84-9069-713-9
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A ti, mi más preciada posesión, por hacerme
sentir como una diosa
A ti también, mi chuchete mimado
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Capítulo XII
Capítulo XIII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Nota de la autora
Agradecimientos
Promoción
Capítulo I
Me siento liviana, ligera como una pluma, y mi corazón late de felicidad. Sí, al fin eres tú, te he encontrado. Mi ser entero se desborda de alegría. Apenas puedo distinguir tu rostro y ya sé que te amo por encima de todo. Un zumbido me molesta. ¡No! ¡Espera! No te vayas aún. El zumbido crece cada vez más, ya no escucho mi propia voz. ¡Oh, no! Ya son las siete, es la alarma del móvil. Demasiado hermoso para ser verdad.
Intentó abrir los ojos, pero los párpados pesaban como hechos de plomo, y decidió pulsar el botón de repetición de la alarma. Cinco minutos más. Cinco minutos que se convirtieron en quince. Saltó de la cama para evitar hacerlo de nuevo, se desperezó y anduvo como una autómata hasta la cocina valiéndose de la luz del móvil para alumbrarse. No quería despertar a sus padres, que dormían en la habitación contigua; ellos tenían la suerte de estar jubilados. Maldito lunes.
Se arrepentía de haber permanecido despierta hasta la una menos cuarto enganchada a una película que, para colmo, había terminado fatal. Solo había dormido seis horas y, si quería sobrevivir a un largo día de trabajo, necesitaba café con urgencia.
Tras la poción mágica y una ducha rápida, volvió a su habitación y eligió una blusa rosa, una rebeca marrón y una falda plisada a juego. Decidió ponerse las medias; aunque sabía que a partir de mediodía le sobrarían, hacía demasiado frío por las mañanas como para salir de casa con las piernas desnudas a las siete y media. Volvió al cuarto de ba