1.ª edición: julio, 2017
© 2017 by Carmen Omaña
© 2017, Sipan Barcelona Network S.L.
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
Sipan Barcelona Network S.L. es una empresa
del grupo Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
ISBN DIGITAL: 978-84-9069-817-4
Gracias por comprar este ebook.
Visita www.edicionesb.com para estar informado de novedades, noticias destacadas y próximos lanzamientos.
Síguenos en nuestras redes sociales
Maquetación ebook: emicaurina@gmail.com
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
A ti padre, hijo y espíritu Santo, quien eres luz, bendición y protección en mi camino. Sin esa presencia divina, habría sucumbido en las incontables batallas de la vida, o quizá me hubiese negado a la felicidad que se oculta tras la tormenta. Me fortaleciste y creíste en la obsesión de mis sueños… Siempre debí haber puesto mis sueños, caminos y propósitos en tus manos. Dios existe: que no quede duda de ello…
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Agradecimientos
Promoción
Capítulo 1
LA DESPEDIDA
Steffi Mash lloró sin consuelo. Su corazón pareció detenerse desde el momento en que el médico volteó el rostro, resignado ante la pérdida, para expresar su pesar como profesional de la salud. Empalideció y su mente se convirtió en una cinemateca que exhibía los años vividos junto a su padre. Conmocionada, no lo podía creer. En otras circunstancias hubiera probado el salado repugnante de las lágrimas y no le habría importado. Había llorado mucho desde que el maldito de Antoni Messi la obligó a saltar el cerco de la in