Atrapado en tu misterio

Laimie Scott

Fragmento

Creditos

1.ª edición: septiembre, 2014

© 2014 by Laimie Scott

© Ediciones B, S. A., 2014

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

Depósito Legal: B 16206-2014

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-891-9

Diseño de portada: Rosa Gámez

Maquetación ebook: Caurina.com

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Cita

 

 

 

 

 

La rosa es más bella bañada por el rocío de la mañana, y el amor es más hermoso humedecido por las lágrimas

(Sir Walter Scott, 1771-1832)

Contenido

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Portadilla

Créditos

Cita

 

AGRADECIMIENTOS

Inverness, al norte de las Highlands.

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EPÍLOGO

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AGRADECIMIENTOS:

A las personas que se han acercado hasta a alguna de mis historias en algún momento.

A la web El Rincón de la Novela Romántica y a todo su equipo (no quiero dar nombres por si me dejo alguno), primero por el apoyo que hacen a la novela romántica, también por confiar en esta historia para que forme parte de su colección RNR. Es un verdadero placer poder formar parte de ese puñado de grandes autor@s.

A Ediciones B y a su editora por llevar a cabo este proyecto en favor de la novela romántica.

A tod@s aquell@s que de una u otra forma han contribuido a que la historia vea la luz.

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Inverness, al norte de las Highlands.

Escocia, 1764

La luz mortecina de una vela iluminaba el pálido y sudoroso rostro de la mujer que yacía en la cama retorciéndose por los dolores del parto. No aparentaba más de treinta años, aunque a juzgar por el estado en que se encontraba en esos momentos, uno no podría precisar su edad exacta. Sus cabellos, empapados en sudor por el sufrimiento y los esfuerzos a los que se veía sometida desde hacía un par de horas, se adherían a su frente, arrugados como las algas marinas. Resoplaba intentando soportar las contracciones que cada vez eran más frecuentes. A su lado, dos mujeres se afanaban por tener todo listo para la llegada de la criatura. Habían mandado llamar a una matrona de las cercanías para que se hiciera cargo de todo y estaba siendo ayudada por la sirvienta más fiel de la joven mujer.

—Sosegaos, muchacha —le repetía una y otra vez esta última mientras depositaba compresas de agua fría sobre su frente en un intento por mitigar el ardiente calor que emanaba de su piel—. Ya os falta poco.

Un alarido de dolor salió de las profundidades cavernosas de su garganta, al ti

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