Abrazos de seda (Seda 3)

Mary Jo Putney

Fragmento

Sobre La India

Sobre la India

La India es una de las sociedades más antiguas y complejas del mundo, y yo estaba algo asustada ante la extensa documentación e investigación que necesitaría realizar si iba a constituir el entorno de Abrazos de seda. Sin embargo, puesto que mi héroe, Ian Cameron, era un oficial del ejército indio, crucé los dedos y me tiré de cabeza.

La mayoría de los norteamericanos pensamos en la India colonial tal como era en la primera mitad del siglo XX. Pero esa es solo una pequeña parte de la historia, porque la larga relación de Gran Bretaña con el subcontinente indio atravesó muchas fases. Comenzó el último día del año 1600, cuando la reina Isabel I firmó un documento que concedía a la Compañía de las Indias Orientales derechos exclusivos de comercio con las Indias Orientales.

La Compañía se formó con puros propósitos comerciales, pero para el momento de su disolución, doscientos cincuenta años más tarde, se había convertido en la mayor corporación que había visto el mundo. No solo contaba con su propio ejército y armada, sino que era responsable de casi una quinta parte de la población mundial.

A partir de 1833 la Compañía dejó de dedicarse al comercio para convertirse en una corporación que administraba la India en nombre del Imperio británico. La Compañía y el gobierno de Gran Bretaña estaban tan entrelazados que las tropas de la reina servían codo con codo con unidades del ejército indio, mucho más grande. Por cierto, en esta época la autoridad británica se conocía como el Sirkar; el término «Raj» no se utilizó hasta mucho más tarde.

Grandes partes del subcontinente no llegaron a estar nunca bajo el control británico. Más de quinientos estados de todos los tamaños, desde algunos diminutos hasta otros enormes, siguieron gobernados por príncipes nativos, una situación que no cambió hasta la declaración de independencia en 1947. Los principados disfrutaban de diversos grados de independencia. En 1841 el más fuerte de estos territorios representaba una auténtica amenaza para el poder británico.

El Sirkar tenía que recelar no solo de los poderosos príncipes nativos y las tribus que guerreaban en la frontera, sino también de Rusia, porque nada habría gustado más a los zares que añadir la India al creciente Imperio ruso. El conflicto encubierto entre los agentes rusos y los británicos en Asia central se llegó a conocer como el «gran juego» y definió los parámetros de la guerra fría del siglo XX.

Hasta finales del primer cuarto del siglo XIX administradores y soldados mantenían estrechos lazos con los nativos y apenas existía el atroz racismo que ensombreció más adelante el período colonial. De hecho, puesto que en la India había pocas mujeres europeas, la Compañía animaba a sus empleados a tomar esposas o amantes nativas. La mezcla de razas no era un estigma, y muchos hombres distinguidos, como el primer ministro lord Liverpool y el mariscal de campo lord Roberts, tenían antepasados indios.

Un paradigma de la situación racial fue la unidad de caballería, un cuerpo de élite del ejército indio conocido como Skinner’s Horse. Fue fundado por James Skinner, hijo de un oficial británico y una mujer de Rajput. A finales del siglo XIX, la herencia mixta de Skinner le habría impedido servir en el regimiento que él mismo había creado.

A medida que mejoraron los medios de transporte, más europeos acudieron a la India, y la afluencia de mujeres, misioneros y moralistas cambió el ambiente. Los oficiales británicos pasaban menos tiempo con sus hombres y las fronteras sociales se endurecieron, contribuyendo a la tristemente famosa rebelión de los cipayos en 1857. El motín marcó el final de la Compañía de las Indias Orientales, puesto que el Parlamento decidió que la India era demasiado importante para dejarla en manos de una corporación privada. La corona asumió el gobierno directo del territorio, incluidas algunas instituciones de la Compañía como la muy respetada administración británica y el ejército indio.

Quisiera añadir una nota en cuanto al idioma. La mayoría de las lenguas de Pakistán y el norte de la India están muy emparentadas y se derivan del persa que hablaban los primeros invasores. La lengua franca del ejército era una forma de urdu, mientras que la élite hablaba persa. Hoy en día el hindi y el urdu son básicamente el mismo idioma escrito de manera diferente, y a veces el conjunto de ambos se denomina indostaní.

Los príncipes nativos, la primera guerra afgana y tempranos episodios que ayudaron a precipitar la rebelión de los cipayos diecisiete años más tarde: para un autor el material era de una riqueza que casi daba vergüenza. Aunque el tema central de Abrazos de seda es el idilio entre Ian y Laura, he intentado también hacer justicia al fascinante entorno de la historia. Espero que disfruten de su viaje imaginario a la India tanto como yo disfruté escribiendo acerca de ella.

Todo tiene su momento, y cada cosa

su tiempo bajo el cielo:

Su tiempo el nacer,

y su tiempo el morir;

su tiempo el plantar,

y su tiempo el arrancar lo plantado.

Su tiempo el matar,

y su tiempo el sanar;

su tiempo el destruir,

y su tiempo el edificar.

Su tiempo el llorar,

y su tiempo el reír;

su tiempo el lamentarse,

y su tiempo el danzar.

Su tiempo el lanzar piedras,

y su tiempo el recogerlas;

su tiempo el abrazarse,

y su tiempo el separarse.

Su tiempo el buscar,

y su tiempo el perder;

su tiempo el guardar,

y su tiempo el tirar.

Su tiempo el rasgar,

y su tiempo el coser;

su tiempo el callar,

y su tiempo el hablar.

Su tiempo el amar,

y su tiempo el odiar;

su tiempo la guerra,

y su tiempo la paz.

Eclesiastés 3:1-8

Prólogo

Prólogo

Puerto de Bombay, septiembre de 1841

Ian Cameron no necesitaba su ojo bueno para reconocer Bombay; podría haber identificado la India solo por el olor. A medida que la goleta entraba poco a poco en el puerto le fueron asaltando los aromas de las especias y fl

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