Índice
Promesas por cumplir
Capítulo 1
Bizcocho de naranja, almendra y mermelada casi sin harina
Capítulo 2
Tartaletas de tomate
Capítulo 3
Curry de espinacas y garbanzos con leche de coco
Capítulo 4
Bizcocho borracho de calabaza y galleta de jengibre
Capítulo 5
Bizcocho de chocolate y castañas
Capítulo 6
Requesón batido con miel
Capítulo 7
Albóndigas de pescado
Capítulo 8
Chili
Capítulo 9
Paté de setas y pacanas
Capítulo 10
Galletas con trocitos de chocolate de Marcus Neiman
Capítulo 11
Bizcocho de plátano y chocolate tibio
Capítulo 12
Buñuelos de judías negras con especias
Capítulo 13
Lubina al vapor al estilo asiático
Capítulo 14
Pollo con pasta y romero a la veneciana
Capítulo 15
Lomo de cerdo asado relleno de higos, prosciutto y salvia
Capítulo 16
Quiche vegana de espinacas con hierbas y quinoa
Capítulo 17
Saquitos de salmón con berros, rúcula, espinacas y queso cremoso
Capítulo 18
Jarretes de cordero con higos y miel
Capítulo 19
Sopa de coliflor con parmesano y aceite de trufa
Capítulo 20
Pollo con espinacas
Capítulo 21
Pollo con mermelada de tomate, miel y azafrán al estilo marroquí
Capítulo 22
Barritas de harina de avena e higos
Capítulo 23
Atún con salsa de lima y cilantro y aguacate
Capítulo 24
Pollo con almendras y cilantro
Capítulo 25
Guacamole
Capítulo 26
Sándwich de pescado blanco con pesto
Capítulo 27
Polenta de setas
Capítulo 28
Sopa de chirivías y manzana al curry
Capítulo 29
Pollo con judías
Capítulo 30
Galletas navideñas con merengue
Capítulo 31
Capítulo 32
Pudin de manzanas y almendras
Epílogo
La historia de Heidi
Agradecimientos
Notas
Biografía
Créditos
Acerca de Random House Mondadori
En memoria de Heidi Armitage (1965-2009)
y dedicado a todas las extraordinarias mujeres
de los grupos de debate de
www.breastcancer.org
1
Steffi se aparta el pelo de los ojos con un codo, coge una sartén, echa una generosa cantidad de aceite de oliva y remueve la cebolla picada finamente. Sin hacer caso del sudor que le cae sobre los ojos, se da la vuelta y corre hacia la encimera, donde Jorge está cortando cebolletas.
—Más de la parte de verde — dice, mirando por encima del hombro de Jorge, y después se inclina para mostrárselo— . Tienes que llegar hasta aquí arriba.
Vuelve a toda prisa hasta la sartén, la sacude enérgicamente, baja el fuego para que la cebolla se ablande y se dirige rápidamente hacia otra tabla, donde se pone a cortar en finas láminas un gigantesco champiñón portobello.
Ya se puede estar hundiendo el mundo que nadie lo diría al mirar por la cristalera de Joni, el diminuto restaurante vegetariano de la calle Doce, en pleno centro, en el que últimamente resulta casi imposible entrar.
La gente va allí por el ambiente acogedor, el personal amable y sobre todo por la comida, que se ganó una crítica alucinante en la revista New York la semana anterior gracias a su chef, la despistada pero genial Steffi Tollemache.
Steffi no da crédito a lo concurrido que está el restaurante desde hace un año. Es la primera vez que ocupa realmente el puesto de chef, y a los pocos días de empezar comprendió que al fin había encontrado su verdadera vocación.
No era solamente la excitación de tener carta blanca para reinventar el menú lo que lo hacía tan perfecto, sino la gente. Por primera vez en su vida Steffi se sentía parte de la comunidad, pues la mayoría de los clientes vivían en el barrio y casi todos iban con regularidad.
Ya ha pasado el ajetreo de la hora de la comida cuando Steffi ve por la ventanilla de servicio a Mason, sentado a una mesa junto a la ventana, embebido como siempre en la lectura de un manuscrito y dando sorbitos a una taza de café.
Steffi tiene que darle las gracias; la semana pasada le llegó un paquete con ejemplares de promoción de dos nuevos libros de cocina de los que le había hablado Mason, quien sabía que la interesarían.
Tras secarse las manos con un paño y retirarse de la cara unos mechones húmedos, abre la puerta de la cocina con el pie y se dirige sonriente a la mesa.
El restaurante está casi vacío. Solo quedan cuatro personas en una mesa tomándose su té de menta y su bizcocho de naranja de Oriente Medio.
—¿Es usted la chef? — pregunta uno de los cuatro comensales.
Steffi se detiene y asiente con la cabeza.
—Este bizcocho. Impresionante.
—Es increíble — corean los demás—. El mejor bizcocho que hemos probado en la vida.
Una de las chicas se inclina, entusiasmada.
—A mí me encanta cocinar y se lo agradecería mucho si pudiera darme la receta.
—Gracias por los cumplidos — dice Steffi con una amplia sonrisa, y su mirada se cruza con la de Mason, que está escuchando y levanta la cabeza— . Y claro que le doy la receta. Solo le cobraré doscientos cincuenta dólares.
—¿Cómo?
Todos se quedan boquiabiertos.
—¡Lo digo en broma! — dice Steffi riendo— . ¿No conocen la historia de las galletas con trocitos de chocolate de Neiman Marcus? Estoy segura de que es apócrifa, pero no he podido resistir la tentación.
<