La chica que se subía a los arboles

Ana Álvarez

Fragmento

Creditos

1.ª edición: enero, 2017

© 2017 by Ana Álvarez

© Ediciones B, S. A., 2017

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

ISBN DIGITAL: 978-84-9069-612-5

Gracias por comprar este ebook.

Visita www.edicionesb.com para estar informado de novedades, noticias destacadas y próximos lanzamientos.

Síguenos en nuestras redes sociales

       

Maquetación ebook: emicaurina@gmail.com

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Dedicatoria

 

 

 

 

 

Para mis amigas, esas que siempre están ahí, en las buenas y en las malas, que ríen conmigo y que lloran conmigo también, que me sacan de cerveza tanto para celebrar como para animar. Os quiero.

Contenido

Contenido

Portadilla

Créditos

Dedicatoria

 

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Promoción

la_chica_que_se_subia_a_los_arboles-4.xhtml

Capítulo 1

Una nueva vida

Mientras conducía por la estrecha carretera comarcal que le llevaría a una nueva etapa de su vida, Don sentía una extraña sensación, mezcla a la vez de regocijo e incertidumbre. ¿Sería todo como esperaba? ¿Como había imaginado? ¿Sería su viejo amigo Steve una fuente de información digna de confianza o se encontraría con que no pasaba de ser un hombre plagado de nostalgias en un país extraño que idealizaba lo que había dejado atrás? A juzgar por el olor a mar que inundaba el coche a través de la ventanilla abierta, no tardaría en averiguarlo.

Él, por su parte, había abandonado su Alemania natal a la muerte de su madre para emprender una aventura que en realidad había deseado toda su vida y acudir a la llamada de su amigo, aceptando su ofrecimiento de dirigir sus pequeños astilleros. Sentía que se lo debía, porque había sido Steve el que había continuado pagando sus estudios de ingeniería al morir su padre ocho años antes.

Steve y su padre habían sido amigos desde la infancia, de esas amistades que ni el tiempo ni la distancia logran romper. Su padre se había trasladado a vivir a Alemania por motivos de trabajo, conoció a su madre y se quedó allí, pero ambos amigos se las habían apañado para relacionar

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos