El amante de lady Sophia (Serie de Bow Street 2)

Lisa Kleypas

Fragmento

Creditos

Título original: Lady Sophia's Lover

Traducción: Máximo González Lavarello

1.ª edición: octubre 2003

© 2002 by Lisa Kleypas

© Ediciones B, S. A., 2012

Consell de Cent, 425-427 - 08009 Barcelona (España)

www.edicionesb.com

Depósito Legal: B.31149.2012

ISBN DIGITAL: 978-84-9019-297-9

Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas en el ordenamiento jurídico, queda rigurosamente prohibida, sin autorización escrita de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

Dedicatoria

 

 

 

 

 

A mi editora, Lucía Macro.

Gracias por tus consejos, amistad y el inagotable entusiasmo en

nuestro trabajo conjunto, que siempre he valorado.

A veces la vida nos bendice con la aparición de la persona adecuada

en el momento preciso... y en un momento de conflicto

en mi carrera esa persona fuiste tú.

Sólo una editora de tu talento podía ayudarme a tomar

la dirección correcta, y lo que es más, a perseverar en ella.

Me siento muy feliz de contar con tu amistad.

Con mi agradecimiento y mi amor, siempre,

L. K.

Contenido

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Portadilla

Créditos

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NOTAS

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Hacía demasiado tiempo que no se acostaba con una mujer.

A sir Ross Cannon no se le ocurrió otro motivo que explicase su reacción ante Sophia Sydney; era una sensación tan poderosa que se vio forzado a sentarse detrás del escritorio para esconder su repentina e incontrolable erección. Miró fijamente a la mujer, perplejo, y se preguntó por qué su mera presencia bastaba para encender un fuego tan ardiente en su interior. Nunca nadie lo había pillado tan desprevenido.

No cabía duda de que ella era encantadora; tenía el cabello dorado y los ojos azules, pero además poseía algo que estaba más allá de la belleza física, un rastro de pasión que yacía latente bajo la delicada fragilidad de su rostro. Como cualquier hombre, Ross se excitaba más con lo que se ocultaba que con lo que se mostraba, y estaba claro que Sophia Sydney era una mujer que ocultaba muchas cosas.

En un intento por controlar su excitación, sir Ross centró su atención en la marcada superficie de su escritorio de caoba hasta que su calentura comenzó a disiparse. Cuando por fin pudo reencontrarse con la impertérrita mirada de ella, decidió callar, puesto que había aprendido hacía ya mucho tiempo que el silencio era un instrumento muy poderoso. A la gente le incomodaba el silencio; normalmente trataban de llenarlo y en su intento revelaban muchas cosas.

Sin embargo, a diferencia de tantas otras mujeres, Sophia no comenzó a hablar de forma nerviosa. Lo miró a los ojos recelosa y no abrió la boca; era obvio que estaba dispuesta a esperar.

—Señorita Sydney —dijo él finalmente—, mi secretario me ha informado de que no ha querido desvelarle usted el motivo de su visita.

—Si lo hubiera hecho, no me habría dejado cruzar la puerta. He venido por la oferta de empleo.

Ross había visto y vivido demasiadas cosas a lo largo de su carrera, así que casi nada le sorprendía. Sin embargo, el hecho de que ella quisiese trabajar allí, para él, era cuanto menos asombro

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