Dietoterapia

Elisa Escorihuela

Fragmento

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INTRODUCCIÓN

La salud es nuestro tesoro más preciado y, hoy en día, ya es indiscutible si existe o no relación entre una alimentación adecuada y nuestro estado de salud.

Parte de mi trabajo como nutricionista (y a veces como farmacéutica) consiste en la divulgación en salud; siempre me gusta comenzar mis conferencias con una frase que, aunque suene redundante por la de veces que la hemos oído, es clara, concisa y una gran declaración de intenciones con la que también quiero arrancar este libro:

Que tu alimento sea tu medicina, y tu medicina tu alimento.

Son palabras de Hipócrates de Cos, padre de la medicina y, seguramente, el primer nutricionista que existió. En el año 460 a.C., Hipócrates creía fervientemente en la existencia de una estrecha relación entre las distintas enfermedades que nos aquejan y la forma en que nos alimentamos. De esta manera, ya por aquel entonces trataba diversas patologías a través de la dieta.

Hay que ver, con todas las pistas que nos dejó, el camino que todavía nos queda por recorrer. Aunque parezca mentira, la nutrición como tal es una ciencia muy joven en la que todavía tenemos miles de frentes abiertos por investigar y por conocer en profundidad. De hecho, estoy segura de que nos hallamos frente a la punta de un iceberg del que nos queda toda la parte sumergida por descubrir y dominar a fondo.

Aun así, es cierto que desde la antigüedad se ha utilizado la alimentación como instrumento para prevenir, tratar y aliviar distintas patologías; es aquí donde entra el término de la «dietoterapia».

Utilizando la dieta como herramienta, se pueden restablecer los hábitos, bien sea eliminando aquellos alimentos y/o conductas alimentarias susceptibles de perjudicar la salud, bien integrando aquellos que se necesitarán para mejorar la enfermedad a tratar. Todo ello persigue, como objetivo, mejorar la salud y calidad de vida de las personas que la padecen.

De esta manera, establecer un modelo de dieta enfocado a una patología concreta no es suficiente, ya que cada individuo tiene unas características concretas que demandarán una dieta específica y única. Por ello, debemos superar el viejo concepto de la dieta tradicional guardada en un cajón o salida de una impresora sin tener en cuenta a la persona que debe seguir la pauta.

En primer lugar, porque cada paciente tendrá sus propias necesidades energéticas, ya sea por su edad, sexo y peso, o por el consumo energético en relación al trabajo o ejercicio físico que realice. En segundo lugar, siempre se deben contar como variables el entorno social, los gustos y las herramientas que tiene a mano el paciente para poder seguir la planificación, porque de nada servirá crear una dieta que le sea imposible de llevar a cabo.

Además, muchos de los pacientes que vienen a consulta en busca de una solución para su dolencia traen consigo otros problemas de salud, de modo que la dieta se convierte en un rompecabezas en el que se deben tomar cientos de decisiones para encontrar el mejor camino hacia la cura del trastorno.

Aquí es donde entra en juego el papel del dietista-nutricionista, una profesión relativamente reciente que, poco a poco y gracias al esfuerzo de muchos compañeros, va tomando visibilidad y reconocimiento en nuestra sociedad. Aún recuerdo cuando abrí mi centro de nutrición, Nutt – Consejo Nutricional, y la gente me preguntaba qué era un nutricionista, si eso se estudiaba en la universidad y si realmente estaba capacitada para intervenir en la alimentación de las personas.

Para aquellas personas que no estén familiarizadas con el mundo de la nutrición, los dietistas-nutricionistas somos profesionales sanitarios con titulación universitaria que tenemos las capacidades necesarias para intervenir en la alimentación de una persona o grupo. Para lograr los objetivos marcados, podemos ejercer nuestra profesión en campos muy distintos:

Por una parte, hay la figura del dietista-nutricionista clínico; somos los que tratamos de prevenir y mejorar la salud a través de una alimentación personalizada, es decir, aquellos profesionales que estamos en consulta.

Por otra parte, existe la figura del dietista-nutricionista comunitario, aquel que actúa en la salud pública desarrollando estrategias y programas de prevención de salud enfocados a la salud en general.

Tampoco debemos olvidar la importancia del nutricionista en la investigación, la industria alimenticia y la formación.

Es un campo de la ciencia realmente apasionante, el cual quiero abordar a través de este libro de una manera cercana pero siempre bajo el amparo de la evidencia científica.

Debo aclarar que se han creado muchos mitos en torno a la nutrición y aún hoy están presentes; es decir, todavía hay mucha confusión basada en falsas creencias sobre la nutrición. Es sorprendente que parte de nuestro trabajo se base en corregir y evidenciar, siempre desde un punto de vista científico, aquellas ideas erróneas que se han ido instaurando a pesar de los grandes avances científicos vividos en el último siglo. Además, la nutrición parece un campo abonado para el intrusismo: no hace falta buscar mucho en internet y en las redes sociales para encontrar un buen ramillete de falsos gurús de la nutrición que hacen más daño que otra cosa, pues siembran bulos y mitos en las cabezas de quienes buscan información, y en nada benefician su salud.

Además del trabajo como nutricionista clínica, otra de mis grandes pasiones es la comunicación. La considero una de las armas más potentes con las que contamos los profesionales de la salud, pues nos servimos de ella para ayudar a la población a tomar conciencia de la importancia que tiene la alimentación en la prevención y mejora de su calidad de vida. Eso sí, lo que explicamos siempre tiene una base científica.

De hecho, el principal mensaje que deberíamos transmitir tanto a la población como a nuestros gobiernos —que al fin y al cabo son los encargados de desempeñar las políticas de actuación en salud pública— es «prevenir es curar».

Fomentar un estilo de vida saludable y una alimentación adecuada podría prevenir la mayoría de las patologías que son causa de muerte a nivel mundial. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 7 de las 10 causas principales de muerte en el año 2019 fueron enfermedades no transmisibles. En concreto, la mayor causa de muerte fue a consecuencia de la cardiopatía isquémica, responsable del 16 % del total de muertes en el mundo. También cabe destacar que mediante una alimentación saludable podrían prevenirse otras enfermedades no transmisibles, como la diabetes, el cáncer o los accidentes cerebrovasculares, entre muchas más.

Si transferimos todo esto al ámbito económico, según el informe «Alimentación, factor de salud y sostenibilidad», en España se podría ahorrar hasta casi el 20 % del gasto anual del Sistema Nacional de Salud (que viene a ser 14.300 millones de euros), si se aplicaran medidas para mejorar la alimentación de la población. Asimismo, se ahorraría en el gasto farmacéutico. También por eso merece la pena destacar el papel del nutricionista en la sociedad.

Me encantan las frases de personajes célebres porque en muchas ocasiones son una fuente de inspiración por su brillantez. Respecto a la prevención, me viene a la cabeza una de Thomas Edison (1847-1931) —a quien todos conocem

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