El mundo de Olympia 6 - Desafío sobre hielo

Almudena Cid

Fragmento

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Olympia

Creativa y perfeccionista, a pesar de haber disputado tres Juegos Olímpicos sigue soñando con hacer historia.

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Iratxe

Vive por y para la gimnasia. Su experiencia unida a sus conocimientos educativos hacen de ella una gran entrenadora. Siente que su trabajo se ve reflejado a través de la gimnasia de Olympia.

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Serena y Laura

Aunque ya no comparten equipo ni residencia, siguen siendo dos de las mejores amigas de Olympia. Cambiar el tenis por la música ayudó a Serena a ser ella misma. Y Laura sigue respaldando a Oly con su humor y sus manías.

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Jessica

Fuerza, potencia y carácter definen su gimnasia. A pesar de no conseguir ir a los Juegos de Atenas sueña con ser olímpica, aunque su precio sea muy alto.

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Leo

Es actor y el nuevo amigo de Olympia. Muy comprometido con su profesión, espontáneo y divertido, se convertirá en el hombro en el que Olympia pueda apoyarse fuera de la gimnasia.

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Thierry

Este patinador francés es elegante, atractivo e irresistible para Olympia.

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Aleksei

Es un gran patinador ruso veterano. Será la pareja de patinaje de Olympia, aunque su carácter estricto les traerá algún problema.

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Mario

Exnovio de Olympia y retirado de la competición como gimnasta, seguirá vinculado a su deporte y a la Federación deportiva.

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—¿Será por aquí? —se preguntó Olympia en voz alta.

Estaba enfrente de los estudios de televisión más importantes del país: un conjunto de edificios altos de piedra blanca y otros de ladrillo de dos pisos, donde varias cadenas privadas del mismo grupo producían series semanales y diarias, informativos, programas de actualidad en directo y también concursos de máxima audiencia.

Le habían dicho que la esperaban a las doce de la mañana, pero aquello era tan grande que no sabía si había acertado con el sitio.

Iba a pasar de todos modos cuando escuchó una voz:

—Sin contraseña no vas a entrar.

Se dio la vuelta y vio a un chico que avanzaba hacia ella con una sonrisa. La cara le sonaba de algo.

—¿Y cuál es la contraseña? —preguntó Oly, siguiéndole el juego.

—«Aquí empieza lo bueno».

Mientras lo decía, dio un paso extra hacia la puerta automática y se quedó debajo del sensor para dejar que ella entrase la primera.

Debía de tener más o menos su edad, y era moreno, con el pelo un poco largo y despeinado, nariz recta, ojos pequeños y una barbita que recordaba a una T al revés debajo del labio. Le sonaba mucho. Tenía que haberle visto antes, pero no sabía dónde. ¿Cómo se llamaba? ¿Debería acordarse?

—Haz lo que te dice el Guardián del Arco —le susurró él mientras pasaba junto a ella, al otro lado del cristal, como si entraran en un videojuego.

El «Guardián» resultó ser un hombre de seguridad bonachón con uniforme negro, que le pidió que dejara el bolso en la cinta del escáner. Y el «Arco», un detector de metales bajo el que Olympia pasó muy estirada después de comprobar que no llevaba nada encima que no debía. Siempre le asustaba que algo empezase a pitar de pronto.

Superado el arco, justo delante, un mostrador alargado y alto dejaba entrever a dos recepcionistas, que levantaban la cabeza cada vez que se abrían las puertas automáticas. Ocho horas oyendo lo mismo. Tsssss-zzzu. Una le pidió el DNI, y la otra, que se acercara a una cámara para hacerle una foto.

No era un videojuego, pero había que hacer un circuito a lo Mario Kart para pasar de pantalla. «Hay más seguridad que en una villa olímpica», pensó Olympia mientras esperaban a que alguien de producción diera el visto bueno y les abrieran unos tornos metálicos de entrada.

Mientras el chico hablaba tan tranquilo con las recepcionistas, ella cada vez estaba más nerviosa porque todo era nuevo. No se había puesto patines con cuchillas en la vida, y ahora iba a participar en un concurso de patinaje sobre hielo. Y, además, trabajarían en parejas y eso también era raro para una gimnasta individual. Mirara donde mirara, estaba muy lejos de su zona de confort.

Una de las recepcionistas colgó el teléfono y se dirigió a Oly:

—Te esperan en la pista —dijo al tiempo que desbloqueaba los tornos. Luego, al chico—: ¿La acompañas tú?

Así que Oly siguió al chico que se movía por los estudios como si estuviera en su casa.

—Trabajas aquí, ¿no? —lo dio por hecho, y él asintió.

—Sí. Grabamos aquí Unidad doce.

De pronto a Olympia le vino una imagen de él con camiseta a rayas, gafas de sol amarillas y riéndose a carcajadas. ¡Actor! Eso era: actor. Y de esa serie, eso seguro. Aunque seguía sin recordar su nombre y ahora le daba vergüenza preguntárselo.

Empezaba por ele. ¿O era por erre?

—Se graba en el plató dos —seguía el chico—. Estoy seguro de que lo hicieron aposta, para que me liara. Unidad doce en plató dos. Soy muy bueno liándome —dijo moviendo las cejas de arriba abajo.

«¿Se está haciendo el gracioso?», pensó Oly. No sabía qué pensar.

—Y tú qué, ¿vives por aquí?

—En Barcelona. Bueno, ahora no —se corrigió ella—: Este

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