La rebelión del subsuelo (Un caso de Batracio Frogger 5)

Jorge Liquete
Andrei

Fragmento

cap-1

1

Bajo tierra

Yum...yum... esa empanadilla de pollo al curry estaba estupenda, para llevar un par de días fuera de la nevera. Ventajas de vivir en las alcantarillas: la humedad del ambiente conserva la comida estupendamente. Por cierto, no. No soy Batracio. Puede que ya sepáis quién soy (si es que sois lectores habituales de sus aventuras). Para el que no me conozca, me llamo Ku. Mi función es la de confidente. Le paso información y demás.

¿Queréis saber por qué os cuento yo esta historia en vez de Batracio? Bueno, pues es porque Batracio se encuentra, digamos indispuesto. Pero esa es otra historia, vayamos al caso.

Todo comenzó un lunes por la mañana. Una nueva semana empezaba. Era una semana muy importante, ya que el viernes era el cumpleaños de mi señora cucarachita, la madre de mis retoños, mi bichita para lo bueno y para lo malo, y estaba recorriendo las alcantarillas en busca de algo especial para regalarle. No sabéis la cantidad de tesoros que la loca gente de Ancas City tira por las alcantarillas. Todo acaba llegando aquí. Se podría decir que este es mi reino. Mi hogar. Batracio no suele entenderlo pero... ¡me encanta el olor a cloaca por la mañana!

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La mayoría de las cucarachas suelen estar durmiendo a esas horas tan tempranas. A mí, en cambio, me gusta madrugar. Porque así, soy el primero en pillar algo de valor. Una vez me encontré un maletín lleno de dinero. El problema es que los billetes eran más falsos que los dientes de oro de mi abuelo Jeremías.

Así que me encontraba en plena faena, buscando y rebuscando entre las aguas amarillentas, cuando escuché una conversación privada. Eran dos cucarachas que no me sonaban de nada. Quiero decir que no eran ninguno de mis miles de primos.

—Entonces, ya está decidido. ¿Ocurrirá en un par de días? —preguntó una de ellas a la otra. No podía verles la cara porque me encontraba oculto tras la pared. Pero pensé que no era buena idea asomarme en ese momento, mientras escuchaba una conversación ajena.

—Sí, en dos días Ancas City será nuestra. Todavía hay que reunir a más gente. Cuantos más seamos, más éxito tendremos en nuestra invasión de la superficie.

¡Antenas fritas! ¿¡Qué!? ¿¡Acaso se habían vuelto locos!? Un grupo de cucarachas pretendía invadir Ancas City. Pero... ¿por qué?

—Dile al líder que yo seguiré convenciendo a los más reticentes. Muy pronto esas malditas ranas se van a enterar de lo que vale un peine.

—La verdad es que no sé cuánto valen. Hace mucho que se me cayó el pelo... y no uso peine... —dijo el otro, sin venir demasiado a cuento.

—¿Tú sabes lo que es el lenguaje figurado? Quería decir que esos condenados batracios se van a enterar... de lo que hay. Por fin, tomaremos lo que es nuestro. Lo que siempre ha sido nuestro.

—Suenas igual que nuestro adorado líder. ¡Larga vida al Círculo Cucarachil!

Las dos cucarachas se despidieron. Me quedé petrificado, asimilando todavía toda la información. Había un líder de las cucarachas... ¿Quién podría ser? Y, al parecer, estaba movilizando a las masas... ¡Jolines, Angelines, y yo sin enterarme! A este paso iba a perder mi carnet de confidente. Pero eso iba a cambiar. Reuniría más información aunque, antes, tenía que avisar a Batracio. Él sabría qué hacer. O eso pensaba. Aunque debo deciros que últimamente mi amigo no es el de siempre. Desde que volvió de Rhanna, no parece él. Tiene el corazón roto. Y, la verdad, anda algo deprimido. Espero que esta información le ponga un poco las pilas. Nada como un buen caso para animar a Frogger, Batracio Frogger, el mejor detective a este lado de la charca.

cap-2

2

¿Dónde está Batracio Frogger?

Me fui a buscar a mi amigo. No, ya no vivía en La Charca Feliz. Cuando regresó de su misión en Rhanna se encontró con que Cole, su casero, le había alquilado su piscina a otra rana. Así que tuvo que buscarse un nuevo lugar donde aposentar sus ancas. Temporalmente está viviendo en El Sapo Amarillo, el mejor bar de la ciudad si me preguntáis a mí. Y el mejor bar de la ciudad si le preguntáis a Froggy. Gracias a la caridad de ella, la mejor camarera de Ancas City. Así que me dirigí hasta allí, para hablar con Batracio. Mi recibimiento no fue demasiado amable.

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—¡Ah, una cucaracha! —gritó Froggy nada más verme, arreándome un escobazo.

—Déjalo, es mi amigo Ku.

—Menos mal que hoy está cerrado al público. Si te llegan a ver mis clientes, avisan a los de sanidad y me cerrarían el local —añadió esa ranita lanzándome una mirada que no me gustó nada. Siguió barriendo el suelo y se alejó de nosotros.

Miré a Batracio, que seguía apoyado en la barra, con cara tristona. Más o menos igual que como lo había dejado, y hacía una semana ya de eso. ¿Se habría movido algo desde entonces?

—¿Cómo estás, amigo? —le pregunté.

—Bueno, yo... —Se detuvo un instante para suspirar—. No muy bien, la verdad. —Suspiró otra vez.

—Traigo una noticia calentita —le dije, tratando de picar su curiosidad—. Va a pasar algo muy gordo dentro de dos días.

—Ah, no, eso suena a caso. No quiero saber nada de nada.

—Pero...

—Ni peros, ni peras... Ku. Lo he dejado, estoy retirado... RE... TI... RA... DO.

—¿Qué? ¿En serio? ¿No vas a volver a detectivear nunca más?

—Jamás de los jamases.

—¿Y qué harás a partir de ahora?

—No sé, quizá le eche una mano a Froggy con el bar.

—¿Ahora eres camarero? —Froggy metió baza en la conversación, porque tenía sus dudas.

—Bueno, supongo que puedo aprender.

—Entonces, tendrás que aprender a llevar una bandeja —dijo Froggy.

—Bueno, pues, no sé, pondré copas. Sí, eso, atenderé la barra.

—¿En serio? Pues dime qué ingredientes lleva un cóctel Sapotov. —Froggy me guiñó un ojo mientras decía esto: estaba claro que quería disuadir a Batracio.

Mi amigo se quedó callado.

—La verdad es que... no tengo ni idea. Bueno, pues haré lo que sea... limpiaré. Me da igual.

Froggy y yo nos miramos. Batracio se quedó pensativo.

—Además, así te pagaré el alojamiento. Estás siendo muy buena conmigo.

—Eso está fuera de discusión. Eres mi amigo. Y a los amigos, no les cobro. Estás pasando una mala etapa, pero pronto mejorará, ya lo verás...

—Bueno, déjame que insista con el caso, Batracio —repetí—. Esto es importante. El destino de Ancas City depende de...

—Sea lo que sea, no me lo cuentes —me interrumpió—. No quiero saber. Si es algo gordo, vete a la policía y cuéntaselo a ellos. El comisario Sápez sabrá qué hacer. Dile que vas de mi parte y te hará caso. ¿De acuerdo? Y ahora, déjame solo... Por favo

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