Nominados

Marcos Gorbán

Fragmento

INTRODUCCIÓN

Después de trabajar veinte años en la televisión, uno aprende cosas: que no debe repetir los papelones propios ni los que vio hacer a otros, que el que grita es porque no sabe o no puede y, fundamentalmente, que el que habla de un programa de televisión en primera persona del singular presume de haber hecho algo que no hizo. Si verdaderamente estuvo ahí, en ese momento, sabe que pocas cosas son tan plurales y tan en equipo como un programa de televisión.

Por eso, es sano aclarar desde el comienzo que el hecho de que yo haya sido productor de Gran hermano en sus primeras ediciones no quiere decir que haya sido quien trajo el formato al país, ni el que hizo la casa, ni el que pensó las reglas, ni el que tuvo tal o cual idea, ni el que decidió en soledad la entrada de un participante. Todo fue en equipo.

Es raro lo que sucede alrededor de un fenómeno de la televisión en el que uno pasa más tiempo desmintiendo que contando. Una vez, hasta tuve que llamar a una radio de mi Lomas de Zamora natal para explicar que yo no era el dueño del programa, en un momento en que estaban calculando al aire los millones de dólares que estaba ganando.

A Gran hermano lo hicimos más de doscientas personas. Empezando por Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, que tomaron y defendieron la decisión de llevarlo a cabo cuando todavía era un formato desconocido para todos nosotros, y participaron hasta en los detalles más pequeños. Gabriel Bianco y el equipo comercial de Telefé “lo vendieron” para que fuera posible, y también un buen negocio para el canal. Alejandro Parra gestionó y negoció plataformas de Internet, señales de DirecTV (más tarde del cable) y otro montón de cosas que desconozco. Marisa Badía fue la arquitecta del equipo de producción y eligió personalmente a cada uno de los directores de la casa, junto con Pablo Milutinovic. Alejandro Stoessel fue el responsable de la puesta artística. María Laura Anselmi, la que en los primeros tiempos explicaba a todo el mundo de qué se trataba este nuevo formato. Eduardo González primero y Adrián Fernández después, directores de técnica y operaciones del canal. La arquitecta María Elena Mazzantini y el ingeniero Roberto Escandar, al frente de la construcción de la casa. Carlos Boffa y Darío Giordano, con todo el desarrollo técnico. La gente de la empresa Telinfor nos guió en las mil maneras de abrirle la participación a la gente. Silvia Cieri controlaba, sugería y sostenía desde la gerencia de presupuesto. Y el querido, el inolvidable Gregorio Goyo Fridman, que en la final de Gran hermano 2007, una semana antes de irse para siempre, nos vino a dar un abrazo y a ver si todo estaba bien.

Cada uno de ellos era, además, líder de un grupo de trabajo. Así que decir “yo hice Gran hermano” es mentira. Pero sí puedo decir que, junto con Ana Laura Deluso, fuimos la cabeza del equipo de producción que llevó a cabo las primeras ediciones de este formato en la Argentina. Y que ese equipo estaba formado por más de treinta personas, que llegaban a ser casi 170 si sumamos técnicos y especialistas. En las primeras dos ediciones, con Sergio Vainman al frente de la edición de las historias. Después con Gabriela Fiore y Jorge Chernov, y por último, con Eduardo Cura.

Gran hermano es el reality show más importante del mundo. El de mayores audiencias, el de mayor facturación, el que más fantasías despierta en el público. Es un proyecto imposible de ser llevado a cabo sin la sinergia y el empuje de todo un canal. Por eso considero que la historia oficial de Gran hermano en el país no puede ser contada sino a través de una investigación exhaustiva. Este libro es simplemente un compendio desprolijo y arbitrario de recuerdos, de anécdotas, de explicaciones de cómo viví yo las primeras seis ediciones. De los enojos y las alegrías que nos deparó el programa. Desde el primero, que ganó Marcelo Corazza, hasta el quinto, que ganó Esteban Morais y que terminó en diciembre de 2007.

Es, en otras palabras, mi historia como productor de este formato. En las páginas siguientes voy a ahondar en las cosas que no se hacen en Gran hermano: es divertido matar los mitos que se tejieron alrededor del programa (y que fueron cambiando a través de los años). ¿Los drogan? ¿Les dan alcohol para que tengan sexo? ¿Están guionados? ¿Son todos tarados? ¿Por qué están tomando sol todo el día sin hacer nada? ¿Está todo arreglado? ¿Qué fue lo que les tiró Maradona cuando entró de visita?

Este libro también va a intentar contestar las preguntas que siempre giraron alrededor de Gran hermano: qué es, cómo se lo produce, cómo llegó a la Argentina, cuál fue la trastienda de los castings, de las galas, de las decisiones que más impacto tuvieron, por qué se eligió a Soledad Silveyra para la conducción, por qué se la reemplazó por Jorge Rial, cómo fueron elegidos Mariano Peluffo y Juan Alberto Badía…

A esta altura, nadie desconoce algunos de los principales momentos de la historia de este reality show. La confesión de la homosexualidad de Gastón y su compromiso con Eleonora, las polémicas alrededor de Tamara, la inclusión en 2007 de un ex presidiario, la nominación espontánea de Marianela… ¿Fueron estrategias planeadas o resultados de la imprevisibilidad que se arroga el formato? Pero también voy a develar curiosidades que sí son desconocidas para el gran público y para la prensa, como que varios de los ganadores estuvieron a punto de no entrar a la casa.

Nominados es una historia contada en primera persona y con el nombre propio de los protagonistas, que no defenestra ni al canal, ni a los participantes, ni a la producción. Y lo más importante: todo lo que se cuenta es verdad, aun cuando se tratan esos hechos que generaron (y siguen generando) fantasías en millones de televidentes…

CAPÍTULO 1

LA GESTACIÓN DE
GRAN HERMANO ARGENTINA

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