Bajo el imperio de las ideas morales

Mariano Grondona

Fragmento

PRÓLOGO

Durante 1986 dicté un curso tituladoBajo el imperio de las ideas moralesen el aula magna de la Universidad Argentina de la Empresa. Este libro resulta de la revisión y la elaboración de los apuntes que preparé en aquella oportunidad.

Desde 1982 vengo dictando cursos especiales gracias al estímulo de una sospecha: la distancia que separa el mundo desarrollado del que no lo está, ¿no será después de todo de naturaleza cultural? Cada vez me parece más evidente que las sociedades desarrolladas giran en torno de determinados valores cuya ausencia explica por qué no se han desarrollado las demás.

Esta sospecha condujo a una búsqueda: determinar cuáles son esos valores que nos faltan, pero aprender también los valores que nos sobran para lograr el desarrollo.

Detrás de esta búsqueda salió disparada una serie de cursos especiales que aún no termina, ya que este año dictéCultura y desarrollo: El caso argentino. A partir de 1986 comencé también a publicar libros conectados con la misma preocupación. El éxito de Los pensadores de la libertad, que editó Sudamericana en agosto de 1986 y que en diciembre de ese mismo año ya andaba por la tercera edición, muestra que mi preocupación es compartida. Hoy está en la cuarta edición.

Bajo el imperio de las ideas morales es el segundo ensayo en la misma dirección. El arco de pensadores que examino aquí es más amplio que el del libro anterior porque no arranco desde Locke sino desde Aristóteles, agregándole a Rawls y Nozick otros autores como Dworkin y Hart en el análisis del pensamiento actual. Pero esta ampliación en el número de los autores estudiados viene compensada por un intento de concentración: si se pueden incluir en un solo libro nombres tales como los de Marx y Heidegger, Hume y Hegel, San Agustín y Santo Tomás, ello es posible solamente cuando se examina un aspecto de su vasto legado. En este caso, su filosofía moral.

El tercer libro de la serie tendrá que serCultura y desarrollo, con especial referencia al caso argentino. Bajo este título dicté el curso de 1987 y bajo un título similar —“Values and Development: the Argentine Experience in comparative perspective”— dictaré otro curso en 1988 en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Harvard, donde he sido nombrado Profesor visitante.Cultura y desarrolloya es, en realidad, un manuscrito bastante voluminoso al que todavía esperan largas horas de ajustes y ampliaciones.

Bajo el imperio de las ideas morales incluye una Segunda Parte compuesta con una selección de los artículos que publiqué de 1984 a 1987, donde se evidencia el influjo de las ideas que examino en la Primera Parte. Me ha parecido interesante verificar de este modo en qué medida el aprendizaje de las ideas morales gravitó en el análisis de los problemas cotidianos que exige el periodismo.

Todos aquellos que respondemos al nombre decolumnistassabemos que nuestra profesión es producto de una cruza entre el periodismo y la universidad. Como periodista, el columnista vibra ante las noticias cotidianas. Como universitario, ellas despiertan en él ideas que conoció en las aulas. Lo cual no impide deslizamientos. Entre los grandes columnistas políticos, Walter Lipmann fue más periodista que universitario; Raymond Aron, lo opuesto. Después de leer la Segunda Parte de este libro habrá quien crea que hay en ella demasiada universidad. Es que las columnas seleccionadas están entre las más universitarias que publiqué en estos años; quien recuerde otros de mis comentarios escritos o hablados quizá me exima de aquel exceso. Quizá me acuse, incluso, del exceso contrario.

No quisiera terminar estas líneas sin agradecer cálidamente a todos aquellos que me acompañan en los cursos que acabo de mencionar. Son los mismos a quienes he mencionado en el prólogo de Los pensadores de la libertad, y mi afecto por ellos no ha hecho otra cosa que crecer. A partir de 1986 la asociación con la Universidad Argentina de la Empresa, cuyas autoridades me han facilitado su infraestructura académica y el acogedor ambiente del aula magna de la calle Lima, ha venido a ampliar el círculo de mi gratitud. Lo mismo vale para Editorial Sudamericana.

Mi agradecimiento, en fin, al doctor Bartolomé Mitre, no sólo por haberme autorizado a reproducir aquí artículos publicados en La Nación, sino por haber continuado y profundizado una relación que empecé con su padre hace larga data. Hice mis primeras armas en La Nación a partir de 1958 y ahora escribo una columna semanal: mi relación con ella cubre, por lo visto, toda una vida.

M. G.

Buenos Aires, setiembre de 1987.

Primera Parte

En el mundo de
las ideas morales

INTRODUCCIÓN

Como se señala en el Prólogo, una “sospecha” condujo a una “búsqueda”. La sospecha de que la frontera entre el mundo del desarrollo y el mundo del subdesarrollo no es en última instancia económica o política sino cultural lleva a buscar tanto las ideas o valores que empujan hacia el desarrollo en el primero de aquellos mundos como las ideas o valores que retienen en el subdesarrollo al último de aquellos mundos: al Tercer Mundo.

En Los pensadores de la libertad (Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1986) expuse algunos autores desde John Locke hasta Robert Nozick, que se han destacado por explorar las ideas y valores que favorecen el desarrollo. En un trabajo que empezó por llamarse “Cultura y desarrollo” (presentado al Foro Argentino Norteamericano de Bariloche, marzo de 1986) y ahora, ampliado, se titula “La cultura y el desarrollo: El caso argentino” (texto para dos cursos sucesivos, uno en el invierno de Buenos Aires, 1987, y otro en la primavera del Norte en el Departamento de Gobierno de la Universidad de Harvard, 1988) trato de enumerar y estudiar tanto los valores que favorecen como los valores que resisten a

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