Matemagia

Adrián Paenza

Fragmento

Agradecimientos

A Claudio Martínez, por la generosidad con la que me entrega su tiempo. Por su inclaudicable buen humor. Por su talento y disposición para generar nuevas ideas que me involucren. Sin él mi vida sería en blanco y negro. El mejor. Mi gratitud eterna.

A Javier “Woody” González y Ariel Hassan, por la capacidad creativa que me aportan constantemente y por la increíble sensibilidad con la que infectan cada tarea en común que emprendemos.

A María Marta García Scarano, por su consistencia y perseverancia. Por todo lo que hace e hizo para mejorar mi carrera profesional.

A Carlos D’Andrea y Juan Sabia, dos ‘betatesters’ de lujo. Implacables. Talentosos. Irreemplazables. Este libro no sería el mismo sin su participación.

A Alicia Dickenstein, porque no tengo con nadie una química siquiera parecida a la que tengo con ella para discutir sobre temas matemáticos. Y además, es una de mis mejores amigas.

A Manu Ginóbili, porque sin tener una formación universitaria ‘convencional’ es quien mejor me guía para detectar el grado de dificultad de un problema. Y encima, los resuelve todos. Manu es de esas personas que si no existieran, habría que inventarlas.

A Carlos Sarraute, porque su irrupción para ‘betatestear’ el libro desde su óptica de programador sirvió para enriquecer las soluciones de muchísimos problemas.

A Gerry Garbulsky y Santiago Bilinkis, por su disposición incondicional para cooperar conmigo.

A Tristán Bauer, Verónica Fiorito, Lino Barañao, Jorge Aliaga, Ernesto Tiffenberg, Hugo Soriani, Jorge Prim, Martín Bonavetti y Aldo Fernández, porque se esfuerzan en estimularme y abrigarme con su afecto.

A Diego Golombek, porque sin él no hubiera habido libros. Él fue quien me convenció de que escribiera el primero. Y el segundo. Y el tercero... y el cuarto y el quinto también. Un lujo para la Argentina tener un difusor de la ciencia como Diego.

A Carlos Díaz, por haberme abierto las puertas de Siglo XXI Editores y a todos mis compañeros de esa etapa, en particular a Violeta Collado, Héctor Benedetti y Laura Campagna.

A Pablo Avelluto, porque fue él quien me contrató para que escribiera para Random House Mondadori y me hizo saber que allí tendría siempre un lugar esperándome.

A Miguel Rep, porque ¿quién podría dibujar las tapas mejor que él? ¿Quién podría interpretarme mejor que él? Un extraordinario artista argentino. Me siento honrado por su participación en este libro.

A Glenda Vieites, porque es una sonrisa que camina, una editora excepcional. La vida sería distinta si hubiera muchas Glendas. Sería mejor. Un lujo conocerla.

A Willie Schavelzon, mi agente literario. Lamento no haberlo conocido hace treinta años en lugar de cinco. Desde que trabajamos juntos, mi vida profesional con las editoriales fluye como quien se desliza sobre hielo, suavemente.

A todos los alumnos con quienes en algún momento compartimos una clase. Sin ninguna duda, con ellos comprobé que uno nunca aprende ni entiende algo como cuando lo tiene que enseñar. Y junto a ellos aprendí casi todo lo que sé.

A Enzo Gentile, Luis Santaló, Ángel Larotonda, Eduardo Dubuc y muy especialmente a Miguel Herrera, porque fueron ellos los que me hicieron descubrir y disfrutar lo que es la verdadera matemática. Mi formación está fuertemente ligada con estos cinco maestros.

A Carmen Sessa, Nestor Búcari, Ricardo Noriega, Oscar Bruno, Baldomero Rubio Segovia, Leandro Caniglia, Pablo Calderón, Ricardo Durán, Fernando Cukierman, Juan Sabia, Matías Graña, Carlos D’Andrea y Teresa Krick, porque con ellos recorrí y disfruté del trayecto de mi vida universitaria.

A mis compañeros y colegas de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, lugar en donde me formé como persona y como profesional y pasé los mejores años de mi vida.

A Edy Gerber, Betina Rodríguez, Gabriel Díaz, Elizabeth Alegre, Ezequiel Rodríguez, Claudia Eiberman, Paola Russo, Mario Bouco, Pedro e Ignacio Martínez Gerber y Alejandro Burlaka, mis compañeros en Científicos Industria Argentina, que se emite por Canal 7 desde hace casi doce años, por el apoyo constante e incondicional que recibo de parte de todos ellos.

A Pablo Coll, Juan Pablo Pinasco, Ariel Arbiser, Matías Graña, Gerry Garbulsky, Cristian Czúbara, Pablo Milrud, Gabriela Jerónimo, Laura Dóbalo, Laura Pezzati y León Braunstein, porque de una u otra forma al ayudarme a escribir los guiones de Alterados por PI, colaboraron en las historias que aparecen en este libro (y en los anteriores también).

A mis compañeros y amigos de El Oso Producciones, La Brújula, Canal Encuentro, Canal 7, Canal Tecnópolis, Canal Paka-Paka y Página 12: porque todos me hacen sentir querido sea cual fuere la ocasión y el lugar de encuentro.

A Mariana Creo, Lucrecia Rampoldi, Daniela Morel y Verónica Larrea, mis compañeros de Random House Mondadori: ellos son los que trabajan, corren, se esfuerzan para recuperar la pelota y dármela a mí, para que después parezca que los goles los hago yo. Y al nuevo director editorial, Juan Boido.

Y por último, como en las siete oportunidades anteriores, a las cuatro personas que son mis guías éticos: Marcelo Bielsa, Alberto Kornblihtt, Víctor Hugo Morales y Horacio Verbitsky.

1. HISTORIAS DE VIDA

Roosevelt versus Landon

Las encuestas han invadido nuestras vidas. Casi las han ‘infectado’. Como es obviamente imposible plebiscitar a toda la población sobre algún tema candente, la matemática provee una herramienta muy útil pero también muy peligrosa: hacer preguntas a un grupo esencialmente ‘pequeño’ pero cuyas respuestas uno pueda extrapolar e imaginar que representan el ‘sentir’ o ‘pensar’ de la sociedad.

Por supuesto, el método dista de ser infalible, pero es muy poderoso si se lo utiliza apropiadamente. Uno puede ‘encuestar’ a un grupo de mil personas e inferir con un margen de error del 3,1%1 (por ejemplo) qui

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