Justicia y medios

María Bourdin

Fragmento

PRÓLOGO

Un libro es siempre un acontecimiento que debemos celebrar, sea por el método, por el tema, por el impacto que produce o por el autor. En este caso se dan los cuatro supuestos.

El método: la práctica

Existen numerosos estudios sobre la relación entre la Justicia y los medios, enfocándose en las limitaciones que tienen la Justicia para comunicar y los medios para comprender. Este libro no se enfoca en las dificultades sino en cómo superarlas.

Los libros que declaran cómo deberían ser llevadas a cabo estas políticas públicas son incontables. El presente texto no se basa en declaraciones abstractas, sino que se refiere a lo hecho. Este abordaje es importante, porque uno puede escribir teorías que la práctica suele desmentir. La aplicación, en cambio, es el laboratorio, donde se prueban las hipótesis.

Aquí se relatan casos con sus dificultades, cómo se hizo para superarlas y las enseñanzas que ello ha dejado. Todo contado por quienes lo llevaron adelante: los arquitectos y los constructores explican cómo hicieron la casa. Por esta razón, es conocimiento depurado por la acción superadora.

El tema: la revolución en la comunicación

Es innegable el crecimiento de la judicialización de los conflictos. Si se analizara la agenda de un juez de hace cincuenta años, se comprobaría que sólo se refería a cuestiones de vecinos, patrimoniales, familiares o criminales; los jueces actuales tienen mucho más que eso: deciden sobre los derechos humanos, el sistema jubilatorio, la organización del mercado, el matrimonio homosexual, las tragedias colectivas, el narcotráfico o las catástrofes ambientales.

No es posible explayarnos aquí sobre las razones de este fenómeno, pero su existencia es notoria: todos los grandes temas de la sociedad van al Poder Judicial.

Como consecuencia de ello, la participación de la decisión judicial en la noticia ha crecido enormemente. Es suficiente con repasar los diarios, los canales de televisión y hasta el cine, para constatar cuán importante es la presencia del juicio, de las investigaciones judiciales y de las sentencias.

En este contexto es imposible continuar con la antigua concepción de la sentencia de los jueces. Durante toda la historia del Poder Judicial, la decisión ha sido producto de un profesional (el juez), destinada a otros profesionales (los abogados) y redactada en un lenguaje también profesional. Esta idea continúa en nuestros tiempos, pero es insuficiente.

Se debe cambiar el paradigma, porque ya no se trata sólo de un asunto profesional y judicial. Hay un derecho de los ciudadanos a conocer las sentencias, y que éstas tengan un fundamento razonable.

Durante el primer año (2005) en que asumí en la Corte Suprema comencé a insistir en esta revolución comunicacional, recorriendo el país, hablando con los magistrados de todas las regiones, hasta que el cambio fue aprobado masivamente en la primera Conferencia Nacional de Jueces, realizada en la ciudad de Santa Fe, en 2006, que dio lugar al nacimiento del Centro de Información Judicial.

La decisión fue primero una declaración y luego, una serie de actos de gobierno, comenzando por la Corte Suprema de Justicia de la Nación, la que fue seguida por numerosos tribunales de todo el país.

Actualmente podemos decir que hay una política de Estado que importa un cambio copernicano; en vez de mirar hacia adentro, la comunicación se enfoca en el derecho de los ciudadanos hacia el Poder Judicial.

El primer paso para satisfacer este derecho es publicar toda la información de manera accesible. Este paso está siendo cumplido acabadamente.

La agencia de noticias llega a todo el periodismo en forma inmediata, por Twitter, Facebook y YouTube. Los ciudadanos se acostumbran a visitar la página con una frecuencia que nos ha sorprendido y que ha llegado a doscientos mil por día.

Hay casos de audiencias que la gente escucha por YouTube desde su casa y en las que participa, opina y discute sobre lo que dicen los amigos del tribunal, las partes o los jueces. En las universidades se estudia con sentencias y con audiencias que se ven en directo o pueden ser mostradas en clase a los alumnos.

Ese nivel de transparencia y participación es impresionante como modelo de “Gobierno Abierto”, uno de los programas centrales de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Es importante señalar que estos principios se han mantenido con firmeza a lo largo del tiempo y, cualquiera fuera la noticia o circunstancia, siempre se ha publicado con seriedad. Esta conducta institucional le ha dado al Centro de Información Judicial un grado de credibilidad pública importantísimo, al punto tal que es citado como fuente en todos los medios, noticieros televisivos, programas radiales y producciones gráficas.

También es relevante destacar que se va construyendo, desde la nada, un debate público sobre la sentencia, lo que incentiva a los jueces a presentar con más claridad la razonabilidad de los argumentos que los llevan a adoptar una decisión, y ello produce un efecto buscado que analizaremos seguidamente.

El impacto en la teoría democrática del discurso jurídico

El volumen de la información presentada en sentencias, audiencias públicas, filmaciones de juicios, tiene un altísimo impacto.

Nuestra historia muestra que tenemos cierto déficit cultural, porque hemos sido militantes de verdades parciales, personas que se miran a sí mismas con la idea que legítimamente defienden. Quienes piensan diferente luchan, del mismo modo, con otros amigos, otras declaraciones.

No hay encuentro para escuchar al otro, no hay voluntad de ir a escuchar al otro.

En todo tipo de conflictos se generan estas guerras de posiciones, con altísimos costos sociales, económicos, políticos, institucionales. Si bien el conflicto es inherente al funcionamiento social, resulta indispensable un lenguaje compartido para hablar, una casa común donde habitar.

Ésta es la tragedia de los giros pendulares, de las batallas que uno gana sabiendo que el otro ganará dentro de un tiempo, la desesperanza de los ciudadanos que asisten al espectáculo de la destrucción de lo que trabajosamente aportan a construir.

En la base de este razonamiento existe una despreocupación por el otro.

Los argumentos ignoran por completo la idea de un contraargumento, es decir, de alguien que piense diferente, con lo cual uno debería asumir que se aplican a los que la comparten, y los otros deberían vivir en otra sociedad diferente.

También hay despreocupación por el conflicto, ya que se declara y se promete como si no hubiera otros que se oponen o recursos escasos. En no pocos supuestos escuchamos proposiciones negligentes por su aplicación, como si ello fuera un problema que debe resolver otra persona.

Este discurso fracturado debe preocuparnos.

El Centro de Información Judicial expone los conflictos, grandes y pequeños, los debates, los argumentos y contraargumentos y, de esa manera, todos aprendemos a escuchar al otro. Aunque parezca una obviedad, esta práctica tiende a desapare

Suscríbete para continuar leyendo y recibir nuestras novedades editoriales

¡Ya estás apuntado/a! Gracias.X

Añadido a tu lista de deseos