Padre Ignacio en primera persona

Luis Francisco Giandana Nievas

Fragmento

PRÓLOGO
La noche mágica de “Natividad canta”

Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.

2ª TIMOTEO 3:16-17

Hace algunos años, unos amigos músicos me convocaron para que formara parte de la producción artística del primer disco de la parroquia Natividad del Señor. Para grabarlo, se dieron cita los integrantes del coro que aportan sus voces los domingos mientras el padre Ignacio lleva adelante la misa. Por ese tiempo, mis sentimientos estaban a flor de piel por la muerte de mi padre. Habíamos estado muy unidos en sus últimos años, extrañaba mucho su presencia y dedicaba gran parte de mis días a pensar cómo había sucedido todo. Sumergido en un estado de ánimo de profunda tristeza, le pedí a Dios ayuda para superar ese trance. A los pocos días recibí el llamado invitándome a participar del disco. Tuve la certeza de que Dios me había escuchado y me estaba ayudando. Entonces recordé las palabras del padre Ignacio: “Tengo que mostrar que soy capaz de enfrentar sin miedo esta situación”.

El disco que grabamos se tituló “Natividad canta” y resultó una experiencia de trabajo muy gratificante que aún hoy, con el correr de los años, sigo recordando con gran satisfacción y alegría, ya que marcó para siempre mi interior.

Durante meses me tocó acompañar a Pablo Pasqualis —un amigo del alma, músico, cantante y director artístico del proyecto— a los ensayos de los jóvenes y en la elección de las canciones. La tarea me permitió conocer a muchas personas con diferentes formas de ser y de ver la vida. Gente llena de alegría, paz interior y también con muchos deseos de cantar.

Los jóvenes me comentaban que conocían al “Fa” (como lo llaman al padre Ignacio), desde muy pequeños, ya que sus padres los habían llevado a las misas.

La hermosa idea del disco fue del padre Ignacio, bajo la producción ejecutiva de su Fundación. Luego vinieron otras más, pero para mí “Natividad” tuvo algo mágico. Buena producción artística, hermosos coros dirigidos por Cecilia Petrocelli, bases de los temas grabados por excelentes músicos profesionales, bonitas canciones, destacados intérpretes y toda la fuerza que conlleva una primera producción.

Una vez concluida la grabación y masterización, viajé varias veces a Buenos Aires para la fabricación del disco. Los dueños de la discográfica estaban emocionados por tener que producir un trabajo para el legendario padre Ignacio.

La presentación en vivo del álbum estuvo pactada para el 8 de diciembre, día de la Virgen, en el patio de la parroquia. Recuerdo que amaneció con mucha niebla y lluvias intermitentes. En las primeras horas de la tarde comenzamos con el armado de las luces y el sonido sobre el escenario. Pero las horas pasaban y la lluvia no cesaba. Todos nos mirábamos con gran incertidumbre; pensábamos que la suspensión del espectáculo sería inevitable.

Pasada la media tarde recibimos la imprevista visita del padre Ignacio. Recorrió y observó todo mientras aguardábamos expectantes; entonces sus palabras sonaron categóricas y seguras: “Tranquilos, sigan armando. Esta noche no llueve”. Nos dejó su sonrisa y se fue…

Retomamos la actividad, pero ya envueltos en una hermosa alegría y tranquilidad. Y aunque la llovizna continuaba, nuestro interior estaba tranquilo.

Con el correr de las horas, las nubes, como por arte de magia, fueron desapareciendo. Llegada la noche, el cielo se limpió completamente, dejando ver una hermosa y brillante luna blanca.

A las diez en punto se encendieron las luces. La gente llenó el lugar y muy felices cantaron y aplaudieron las canciones en vivo de “Natividad canta”.

Debido mi trabajo en la producción artística, más adelante he recorrido ciudades y pueblos por donde quizás jamás vuelva a pasar, y en todos lados me crucé con el disco, seguramente llevado por alguien que había visitado la parroquia.

Las personas que tenemos el privilegio de hacer lo que nos gusta, y de estar cerca de personas a quienes admiramos, sabemos que eso conlleva una gran responsabilidad. Es por eso que surgió en mí el deseo de alumbrar este libro, algo parecido a la compilación del pensamiento, las reflexiones y la palabra del padre Ignacio, protagonista principal de esta historia. Como una ofrenda se lo hago llegar por escrito, para que con el correr de los años no se pierda ni se olvide.

Todos los que reconocemos la universalidad de la palabra, sabemos que ésta deja un vívido mensaje de ayuda, una guía para aquellas personas que lo necesitan.

Esta palabra es portadora de aliento y del espíritu de su acción, un bálsamo de amor para sobrellevar nuestra vida. Esta palabra es para todos: creyentes o no, seguidores o no del padre Ignacio, un curador del alma venido de una tierra lejana llamada Sri Lanka, que se convirtió en un fenómeno social.

He recogido su palabra en este libro, que representa la puesta en páginas de su mensaje, permitiéndome apenas ordenarlas. Deseo que al leerlas encuentren la ayuda que esperan y, parafraseando al padre Ignacio, “descubran la capacidad y la felicidad para vivir la vida”.

LUIS F. GIANDANA NIEVAS

Capítulo 1

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