Índice
CUBIERTA
INICIALES, INELUDIBLES, INNECESARIAS
VOLVER A VIVIR
EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CORRALITO
TENENCIA COMPARTIDA
Y VOLVER A SALIR
FAMILIA POLÍTICA (MENTE INCORRECTA)
SAURON Y YO
IMELDA Y LOS IMPORTADOS
EL RUIDO Y LAS NUECES
FAHRENHEIT
MI MAMI DIZE QUE ZOY ESPECIAL
LA CONSEJERA
ROSA, ROSA
HÁGASE LA LUZ
TERAPIAS ALTERNATIVAS
LA REINA DE LA BONDIOLA
ESTRESANTEMENTE RELAJADOS
EL SEGUNDO ROUND
LA CHISPA
ESE MALDITO (DE) TALLE
DIVIDIDOS, LAS PELOTAS
DOS SON MULTITUD
PRONTUARIO
EL HOGAR Y SUS MONSTRUOS
UNA VOCECITA EN EL TELÉFONO
DICE MI ABOGADO (I)
CONFESIONALES
ROSAS Y ESPINAS
LA CAÍDA
¿Y AHORA DE QUÉ ME DISFRAZO?
HASTA LA VICTORIA, SIEMPRE
LA MISTERIOSA DESAPARICIÓN DEL OZO
LLÁMAME, LLÁMAME, SI ME NECESITAS
LA PREGUNTA
TELO PROMETO
DIVISIÓN ELECTRÓNICA
EL REGRESO DEL OZO
SAURON Y VICTORIA
PILA PILA
TRATANDO DE CRECER
A TRAICIÓN
CAMBIOS
TE LA REGALO
LA VIRGINIA, CAFÉ, CAFÉ
NOS DESCUBRIERON, POR FIN NOS DESCUBRIERON
NOCHE DE BODAS
EL ÚLTIMO ROMÁNTICO
LA BRUJA
AMOR DURO
DESAGENDADOS
LA TERAPIA
GASTOS EVENTUALES
ADIÓS A LA VIOLENCIA
DICE MI ABOGADO (II)
EL SUR… ¿TAMBIÉN EXISTE?
CRUELDADES
LA OFENDIDA
SALVEN A LAS BALLENITAS
MALDITAS REDES SOCIALES
CELULARIZAME ÉSTA
EL ESTIGMA DEL SOBRE
EL ATAQUE DE LOS CLONES
CUESTIONES DE “JARDINERÍA”
RECUERDOS DE VACACIONES
LA PAÑALERA
LA NAVIDAD DEL SEÑOR ESTEBAN
MENSAJEAME Y LLAMAME MARTA
1990
DESENCUENTRO MATRIMONIAL
LOS AUTÉNTICOS DECADENTES
MILAGROS INESPERADOS
MILAGRO VIRTUAL
AGACHATE
PEQUEÑO MILI ILUSTRADO
DOS ETAPAS
MALAS COMPAÑÍAS
LA MITAD DE NADA
TRES SON MULTITUD
POR VERTE
DESENCUENTRO
SEIS A EME
AURICULARES BLANCOS
MONTAÑA RUSA
LU
TITANES EN EL RING
DICE MI ABOGADO (III)
ROMANCE 2.0
TODO VUELVE
EL FIN DE SEMANA LARGO
ESCENA DE CINE NACIONAL
NO TODO LO QUE BRILLA ES PURPURINA
CHATEANDO A LA LUZ DE LAS VELAS
EXHIBICIONES OBSCENAS
ESTADÍSTICAS
QUE LOS CUMPLAS FELIZ
EN LA CALLE
TEORÍA Y PRÁCTICA DE LOS CUERNOS
VACACIONES FORZADAS
PROPUESTA
LEJOS, EN BERLÍN
A RODAR LA VIDA
EL GUSTO ES MÍO
HACIA UN SANO EJERCICIO DE LA ABUELITUD
CONECTANDO A LA GENTE
LATODAMTA
MILI, CAROLINA Y LA VERDAD DE LA MILANESA
INQUILINOS Y COLADOS
A LAS PATADAS
HECHOS BOLSA (DE TRABAJO)
DICE MI ABOGADO (IV)
LOS CABALLEROS DE LA ORDEN DEL HOSPITAL
PALABRAS DE AMOR
AUSENCIAS
EL VIAJE
EPÍLOGO CON MEDIALUNAS
CRÉDITOS
ACERCA DE RANDOM HOUSE MONDADORI ARGENTINA
Iniciales, ineludibles, innecesarias
“Los nacidos en los turbulentos ’70, los de Cámpora, los de Perón, los de Isabelita, los de la Junta, caímos en los temibles y sagrados lazos del matrimonio en tiempos de Menem. Y quizás, sólo quizás, nuestras vidas conyugales no sean más que un reflejo de los avatares sociopolíticos y económicos del país. Nacimos con el rodrigazo, nos criamos con la hiperinflación, nos casamos con la convertibilidad y nos divorciamos con la devaluación”.
Yo diría que en un libro que empieza así, todo prólogo es al pedo. Pero el hombre Diego Gualda me ha hecho el honor de pedirme las ineludibles palabras preliminares que todo libro exige, y no puedo ni quiero ni debo negarme, a pesar de la pereza y la resignación de mi cuasi medio siglo de teclado, desde la Underwood que usaba Scott Fitzgerald hasta las compu de los analfabetos de turno. Y diré por qué, qué diablos. Porque sé muy bien quién es el hombre que firma Diego Gualda, y que a lo mejor y con suerte, se llama realmente así. Veamos.
Quememos, hacia atrás, varios almanaques. Casi veinte. El lugar es una semiderruida casona de Riobamba y Arenales donde, un poco por milagro y un poco por prepotencia, arrancó el curso de Periodismo de la Universidad Católica, y me tocó —Dios y el Diablo se conjuraron, estoy seguro— ser el primer profesor de esa insensata aventura.
Aquellos jóvenes llenos de ilusiones que querían ser Tom Wolfe, Ernest Hemingway o Roberto Arlt —extraño: no habían leído a ninguno de los tres, ni a nadie— escribían con una prosa que oscilaba entre el candor y el terror. Pronto comprendí que mi tarea era, además de imposible, pecado original sin redención y seguro camino al Infierno. Ignoraban, como reza el tango, de la fusta, chaquetilla ni color. Creían que Borges era Graciela, y que Julio César era el nombre del dos de Argentinos Juniors. Quemé, en un par de años que luego fueron dos décadas, miríadas de lápices rojos. Sí, porque yo, como los viejos maestros, corregí siempre en rojo: no hay mejor guía que la vergüenza.
El hombre —el muy joven entonces— Diego Gualda se sentaba en las primeras filas. Pero este tipo de pelo rojo, gordo, fumador cual escuerzo, insolentón, discutidor, molesto (¿por qué exculparlo?), escribía como la puta madre que lo parió, con perdón de su santa progenitora. No había cumplido veinte años, el desgraciado, pero sus textos eludían mi lápiz rojo eternamente, y hasta la frustración. Era imaginativo, creaba (que no es lo mismo que ser creativo, ostentoso título que se adjudican ciertos publicitarios para vender boludeces como jabón o mayonesa light), y tenía todo lo que un periodista necesita. Tanto, que muchas veces me pregunté qué cuernos hacía allí, salvo esperar la hora del recreo y del sándwich triple o cuádruple —no recuerdo bien— en el viejo y glorioso Cervatillo, el bar de la esquina. Los años pasaron, pasaron, y el hombre Diego Gualda entró y salió de a ratos de algunas redacciones, acaso por astucia, y lo perdí de vista hasta que Jobs y Gates