Índice
Portada
El fantástico realismo de las variaciones Cohen,
por Guillermo Saavedra
Dedicatoria
CUENTOS DE ESTE MUNDO
Tristezas de una tarde de sábado
Lydia en el canal
Leyenda mortal
Toda una época
La ilusión monarca
Séptimo arte
Volubilidad
El fin de lo mismo
Visita de médico
Aspectos de la vida de Enzatti
Donde se realizan los sueños
El porvenir de la carne
CUENTOS DEL DELTA PANORÁMICO
El fin de la Palabrística
Un montón de adjetivos
Cuando aparecen Aquéllos
Neutralidad
Usos de las generaciones
Panconciencia. Un ensayo
La gran cadena de los panaderos
Según pasan los cuñados
Un huargo en la espesura
La observación
El clavadista
La gran bola de pelusa
Fuentes
Biografía
Otros títulos del autor
Créditos
Alfaguara
El fantástico realismo de las variaciones Cohen
1984
Primero hay, a partir de 1975 o incluso antes, una suerte de prehistoria literaria, que comprende un par de libros de los que su autor reivindica sólo alguno que otro cuento aislado.
Después, en los treinta años comprendidos entre la aparición del libro de relatos El buitre en invierno (1984) y el presente volumen, lo que hay es un escritor que ha ido construyendo una obra de ficción cuya consistencia sólo es superada por su desasosegante lucidez y su reveladora belleza.
Como la de muy pocos otros autores contemporáneos en nuestra lengua, esa producción es, antes que la mera sucesión de libros más o menos felices, el cuidadoso desenvolvimiento de un proyecto: hilvanar, en la trama de la realidad, su propia e inquietante versión del mundo.
A Marcelo Cohen (Buenos Aires, 1951), el mundo y su concomitante realidad lo fascinan y lo azuzan: busca sentidos donde el caos o el azar espolvorean su arenilla; indaga sobre el bien, la verdad y la belleza allí donde los hombres cohabitan y dirimen diferencias mientras campea el más avieso de los relativismos.
Estos afanes podrían haberlo conducido a una sociología o a una antropología de nuestra elusiva actualidad. Pero esos apetitos se satisfacen en su imaginación con la lógica sinuosa de las ficciones, porque éstas suelen ser más flexibles a la hora de dar cuenta de sus pesquisas: buscan sentidos sin clausurarlos, indagan sobre las cosas sin clasificarlas.
Palabras
No es sólo por lealtad a la palmaria incertidumbre respecto de lo real que Cohen evita el recurso a la prueba y a la taxonomía, propias de las ciencias sociales. Su inclinación por el arte de narrar se explica antes por su amor a las palabras. O, mejor aún, por su confianza en que es en la ficción donde las palabras pueden ser motores de representación y alternativas de sentido sólo si son capaces de convocar la incertidumbre esquiva de la poesía.
Cohen sabe que cualquier intento de describir el mundo supone su interpretación, y que la única disculpa del escritor por arrogarse ese privilegio es persuadir a los otros de que hay una cierta necesidad estética de la existencia de esa nueva versión del mundo que su obra comporta.
En cualquiera de las ficciones de Cohen, esa necesidad se va desplegando desde el comienzo mismo por medio de una infrecuente capacidad de provocar simultáneamente la curiosidad y la sensibilidad del lector. Éste desea seguir leyendo para enterarse de qué clase de mundo es aquel en el que unos personajes siempre descentrados buscan recuperar su eje; pero también para continuar saboreando la imaginación verbal que va trazando el paisaje narrativo y sus transeúntes.
Contemporáneas por fatalidad, las ficciones de Cohen reverberan de presente por orientarse, estratégicamente, hacia un futuro próximo o mediato o hacia una actualidad alternativa, en paralelo a la realidad que pretendemos construir o creemos padecer.
Realismos
Desde luego, los esguinces inherentes a esas búsquedas terminaron por impulsar a Cohen a un terreno deliberadamente indeterminado entre la ciencia ficción y el fantástico, territorios de la especulación contrafactual por excelencia.
En sus dos primeros libros de relatos y en varios aspectos del tercero y de su primera novela, El país de la dama eléctrica (1984), su maquinaria narrativa se alimentó de a ratos del combustible del realismo. Pero ese realismo inicial practicado por Cohen ya era, como pide Yves Bonnefoy, del tipo que suele complicar en lugar de resolver: torsiones sutiles de los referentes más obvios hasta enrarecerlos por completo, como una mancha de aceite que se expande, voraz, sobre un mantel de hilo; un arte de la variación mínima capaz de afectar a todo el conjunto. Y, rápidamente, cuando las posibilidades expresivas e ideológicas de ese realismo a medias tradicional (descripciones, diálogos, psicologismos, causalidades) revelaron sus limitaciones, la perspectiva de Cohen se desplazó hacia un tipo de ficción en la cual comenzaron a aparecer, primero, sucesos, personajes y postulaciones de carácter prodigioso y, muy pronto —como si desde la propia experiencia de escritura Cohen hubiera percibido el carácter híbrido de esas operaciones—, realidades alternas, paralelas o invertidas, utopías negativas: mundos dentro del mundo —una casa, un barrio, una ciudad, una isla— hasta llegar a postular un sistema engañosamente autónomo: la poética y hojaldrada ambigüedad del Delta Panorámico que, paradójicamente, alcanza a iluminar y a cuestionar de un modo mucho más radical la realidad que suponemos transitar.
De todos modos, basta casi siempre con desprender a las ficciones de Cohen de algunas de sus circunstancias para que se vuelvan provocadora y ácidamente realistas. Más que voluntad de enmascararla, lo que hay en Cohen es la conciencia claustrofóbica de que la realidad del presente está en todos lados; y que por eso mismo parece evaporarse o confundirse para siempre con el recuerdo de un pasado siempre discutible o con la anticipación de un futuro que ha cometido la impuntualidad de alcanzarnos.
Lenguaje
Esa progresión, por parte de la obra narrativa de Cohen, desde un realismo tachonado de extrañezas hacia un fantástico plagado de contraseñas realistas se verifica en todos los planos: en lo que hace a los espacios y temporalidades en los que transcurre la acción; en lo que respecta a los nombres de personajes, objetos y situacione