Tadeys

Osvaldo Lamborghini

Fragmento

Nota del compilador

Osvaldo Lamborghini escribió Tadeys en Barcelona, en la segunda mitad de 1983. Una anotación fechada en julio de ese año da cuenta del proyecto de una novela extensa, pero todavía sin los temas que tendría la saga: se habla de “internacionalizar el libro al máximo”, y de “llenarlo de animales”, aunque éstos son los “dogs-droga”, no los tadeys. Otras anotaciones y fragmentos contienen listas de personajes, o de nombres, que en sus transformaciones van acercándose a los de la novela (aunque en la redacción de ésta no dejaron de variar). El primer esbozo puede haber sido el titulado “Una Historia entre otras”, en el que Dam Vomir se llama Cas Teleleur, y Seer Tijuán es el pintor Urixe, o Uxide; allí aparece Jones Hien, del que se estarían redactando al mismo tiempo “algunas anécdotas que lo definen”, seguidas inmediatamente por las anécdotas que definen a Dam Vomir y a su secretario. Estos fragmentos están escritos en cuadernos y libretas llevados desde la Argentina, y gradualmente van pasando a las hojas de carpeta cuadriculadas en las que se escribiría toda la obra. También se encuentra en un cuaderno el primero de los borradores “medievales”, el primero de los titulados “La Filosofía del Tadey”, lo que indica que la historia fue encarada simultáneamente por los dos extremos: la actualidad de un régimen despótico-sádico (que fue el proyecto inicial) y sus orígenes teológico-animalísticos.

El trabajo en firme se inició en septiembre. Asombrosamente, en diciembre ya estaba terminado, o definitivamente interrumpido, y daba paso a una nueva saga novelística, la del “Pibe Barulo” (cuyos dos relatos extensos, “La Causa Justa” y “El Pibe Barulo”, también están fechados en 1983).

La fantástica velocidad (trescientas páginas de una ficción densa y compleja, en tres meses) es uno de los enigmas. El otro es que el autor haya mantenido en secreto los Tadeys. No lo hizo con su trabajo anterior, Las Hijas de Hegel, escrito en Mar del Plata en 1982, ni con el posterior: a mediados de 1984 ya le enviaba a sus amigos de Buenos Aires “La Causa Justa”. Los Tadeys quedaron como un secreto, que se reveló después de su muerte.

El manuscrito está prolijamente ordenado en tres carpetas numeradas, y además hay un voluminoso fajo de hojas sueltas, envuelto en un papel caratulado “Tadeys”, que contiene borradores y notas. Aquí reproducimos las tres carpetas, en su orden, y a continuación, con el título “Borradores y Reescrituras”, el paquete de hojas sueltas, en el orden que nos parece que fue el de su escritura.

La historia sucede en La Comarca o LacOmar, país imaginario vagamente situado en Europa Oriental, si bien su extensión (diez millones de kilómetros cuadrados, un poco más que la China) hace difícil encontrarle lugar en cualquier mapa.

La economía de La Comarca se basa en la explotación del tadey, animal de carne exquisita que sólo puede criarse en su territorio, de inquietante parecido con los humanos, y de hábitos sexuales peculiares, que dan en buena medida la tónica de la vida sexual de los “comarquíes”.

Los tadeys habían aparecido en la obra de Lamborghini en 1974, en el poema de ese nombre. Por entonces eran una especie de pequeños roedores “hediondos”, quizás anfibios, asociados a rituales imperiales. El autor afirmaba que el nombre, “tadey”, se le había ocurrido de la nada, porque sí. Sin embargo, una tradición familiar afirma que en su infancia Lamborghini conoció a una familia, vecina de su casa, de apellido Tadey (en efecto, el apellido existe). Más aún, un miembro de esa familia, Mary Tadey, habría sido gran amiga de la madre de Osvaldo, mencionada con frecuencia y durante muchos años en la casa. Quizá fue de modo subliminal que la palabra le volvió al autor, y el sonido del nombre de la vecina (“la mari tadey”) sugirió la conducta sodomítica de la especie.

En la saga, los tadeys fueron descubiertos (“en las montañas desérticas” e inexploradas de La Comarca) por el monje Maker. Esto habría sucedido en la Edad Media. En el siglo XVIII el militar y aristócrata comarquí Taxio Vomir publica una obra que aclara definitivamente la naturaleza del tadey; la publicación le cuesta la vida pues las autoridades lo queman en la hoguera (en 1738; en las elaboraciones del relato del padre Maker, un hecho importante en la infancia de éste, no obstante haber vivido en la Edad Media, sucedió en el año 1738; y un ajusticiamiento en la hoguera, en 1738, hace pensar que la “Edad Media” en La Comarca duró más que en otros sitios; de cualquier modo, la cronología en la novela es fluctuante, así como su onomástica).

La familia Vomir ha conservado su preeminencia hasta la actualidad: Dam Vomir es el joven y todopoderoso Alcalde (título que equivale al de Primer Ministro) de La Comarca, y su secretario es el más joven, y conflictuado, Seer Tijuán.

El texto, tal como quedó encuadernado en las tres carpetas, invierte la sucesión de los hechos. Arranca con la infancia de Seer Tijuán: la emigración a la capital, Goms Lomes, de sus abuelos Cab (“cabreros de humilde condición”), la torturada psicología de su padre el tendero... Esta historia familiar está intercalada con largos excursos sobre el régimen represivo del país y el curioso barco reformatorio para el tratamiento de la violencia juvenil.

La segunda parte, que sucede una década más tarde, tiene por centro al alcalde Dam Vomir, y termina con la escena de la última noche de su antepasado Taxio Vomir, condenado a muerte.

En estas dos primeras partes los tadeys son apenas objeto de menciones fugaces; sólo se ve a uno, y se come el cráneo de otro. La tercera parte es la historia pormenorizada de su descubrimiento, a cargo del monje Maker. Este primer contacto se prolonga, se complica, hasta llegar a una literal disolución: los últimos personajes son los gusanillos microscópicos que habitan el semen de los tadeys; y entre ellos también hay policías sádicos, víctimas y victimarios.

El orden en que debe leerse el libro no puede ser otro que el de las tres carpetas, como el autor las dejó numeradas. Las ocho reescrituras del comienzo de la tercera parte pueden indicar la intención de hacer de esta parte el inicio de la novela, rectificando la cronología. Pero entretanto iba escribiendo la primera y segunda partes... La increíble brevedad del lapso de escritura, sumada a las sinuosas transformaciones de fechas y nombres, nos hacen pensar en una simultaneidad de invención y escritura, como si todo hubiera surgido a la vez, en un solo instante.

Están claros sin embargo el antes y el después. En los primeros meses de 1983 Lamborghini escribió los relatos (incluidos en Novelas y Cuentos) sobre el editor Golde y el combate de dos frases (“Todo en la vida, hasta la práctica de la autopsia, termina por producir algún efecto” y “La incomparable intimidad del orgullo”); con esta situación y estas frases empezó a escribir Tadeys. Y al terminar... Pero no pudo terminar, pues al remontarse a la infancia del padre Maker descubrió que ese niño culón (perdón: “nalgudo”) merecía su propia novela, o su propia

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