Oraciones de un minuto para cuando necesitas un milagro

Nick Harrison

Fragmento

INTRODUCCIÓN

¿Te encuentras ahora mismo en una situación desesperada? ¿Te parece que no hay salida, que no tienes escapatoria…? ¿Solo vislumbras un desenlace drástico e inevitable a tu crisis actual?

En pocas palabras: necesitas un milagro. Necesitas nada menos que Dios se manifieste, y que lo haga en grande.

Sería inútil ofrecerte frases trilladas o incluso versículos de las Escrituras que te aseguren que “Dios se encargará de esto. Todo va a estar bien”. Puede que sea cierto, pero durante nuestras horas más oscuras, necesitamos mucho más que clichés.

Oro para que en las siguientes páginas encuentres esperanza –verdadera esperanza– en tu hora más negra. Dios efectivamente escucha nuestras oraciones. No existe un solo momento en el que deje de pensar en nosotros y en nuestras circunstancias. Más aún, Dios tiene una solución –una solución perfecta– para cada situación que atravesamos. No siempre es la que apreciamos o esperamos, porque no podemos ver nuestra condición de la forma en que Dios la percibe. Sin embargo, a menudo podemos mirar atrás y darnos cuenta, en retrospectiva, de que Dios nos sostuvo todo el tiempo en sus manos.

A medida que caminemos juntos durante las próximas semanas, mientras oras con las plegarias de este libro, deseo que aprendas a confiarle completamente a Dios el resultado final de tu situación. Confía en que Él lo puede ver. Confía en que Él conoce tu dolor. Confía en que Él no te abandonará.

Hay dos cosas que todos debemos tener en mente cuando pasamos por momentos difíciles e incluso desesperados. En primer lugar, debemos saber que Dios realiza milagros cuando responde nuestras oraciones. Sin embargo, en ocasiones, esos milagros no son tal como los imaginamos. Dios tiene la respuesta perfecta para quienes confían en Él, pero esa respuesta o milagro no siempre ocurre como pensamos que debía hacerlo. ¿Puedes aceptar esto?

En segundo lugar, tendemos a pensar que los milagros son siempre respuestas sobrenaturales que llegan al instante. Queremos un milagro rápido. En ocasiones, efectivamente, Dios nos proporciona milagros inmediatos. Sin embargo, otras veces, se revelan lentamente con el tiempo. ¿Estás dispuesto a aceptar que tu milagro puede ser lento? Después de todo, si se trata de un milagro de Dios, no debería importar si sucede de manera lenta o rápida.

Me gustaría que hicieras lo siguiente a medida que ores las oraciones de este libro:

  • Espera la respuesta de Dios a tu plegaria, consciente de que el milagro que necesitas puede no ser el que imaginaste.
  • Si la situación empeora en vez de mejorar, no dejes que tu determinación de confiar en Él se debilite.
  • No sigas enfrentando tu crisis con temor, enojo o preocupación. Concentra tu atención en Dios. Pon la vista solamente en Él. Cuando Pedro vio a Jesús caminar sobre el agua, quiso hacer lo mismo. Respondiendo a la invitación de Jesús, Pedro salió de la barca y todo estuvo bien mientras mantuvo su vista en Jesús. Pero, cuando puso la vista en la tormenta que lo rodeaba, comenzó a hundirse. Mantente mirando al Señor y camina sobre el agua atravesando tu crisis.
  • Da gracias a Dios por su respuesta ahora mismo, antes de que llegue.
  • Alaba a Dios cuando venga la respuesta… y cuéntales a los demás sobre la fidelidad de Dios para contigo.
  • Si el milagro que necesitas se presenta antes de terminar la lectura de este libro, ve a la página 173 y lee la sección “Palabras finales”.

Algunos se preguntarán: “¿Cómo es que unas sencillas oraciones de un minuto pueden dar lugar al milagro que necesito?”. Bueno, solo tenemos que observar muchas de las oraciones en la Biblia y percatarnos de lo breves que son algunas de ellas. Una de las plegarias más poderosas en la Biblia incluye solo ocho palabras. El ladrón que estaba en la cruz miró a Jesús y simplemente dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42). Esa súplica fue respondida. Hay muchas otras oraciones breves a lo largo de la Biblia, incluyendo la más famosa de todas: el Padrenuestro, la oración del Señor. Se cita a Martín Lutero como autor de las siguientes palabras: “Mientras menos palabras, mejor será la oración”. La brevedad no es nuestra enemiga al orar. Sin embargo, Dios también recibe las plegarias extensas. Mi esperanza es que, si sientes que un minuto es muy poco tiempo para orar, utilices estas páginas como un puntapié para iniciar tus propias oraciones de mayor extensión. Si eso ocurre, ¡bien! Continúa orando. Un minuto es el tiempo mínimo, no el máximo. Ora tanto como lo necesites, incluso si tienes que pedirle a Dios que te dé las palabras para continuar. ¡Una ventaja de atravesar una crisis es que nos ayuda a aprender a orar!

Algunos lectores se sentirán tentados a adelantarse y leer más de una oración. Mi sugerencia es que resistas esa tentación y leas solo una por día, tomándote el tiempo para reflexionar sobre ella hasta el día siguiente. Considera el mensaje y aprópiate de su verdad antes de continuar. Una razón para no adelantarse es que hay varios temas que se repiten a lo largo del libro. Son cuestiones primordiales que tienen que repetirse de una forma ligeramente distinta cada vez, e incluyen la fe, paciencia, confianza y soberanía de Dios. Es importante asimilar estas verdades espirituales mediante la repetición.

Por último, recuerda por favor que este libro se basa en una compresión cristiana de Dios y de su manera de actuar, tal como se revela en la Biblia. Debes saber que el milagro más grande de todos ocurre cuando nacemos de nuevo en el reino de Dios al pedir que Cristo tome el control de nuestra vida. Ese es el primer milagro con el que debes comenzar. Entrégale tu vida: tanto esta como la vida eterna. Si nunca has recibido a Cristo como tu Señor, mi sugerencia es que lo hagas en este mismo momento y comiences a vivir el milagro más grande de todos. A continuación encontrarás una oración modelo:

Dios, necesito tu ayuda. Te necesito en mi vida. Te ruego que perdones mis pecados y que crees en mí la vida nueva y abundante que les has prometido a todos los que creen en ti. Dios, te entrego mi situación actual y la totalidad de mi ser. Gracias por amarme y escuchar mi oración.

Si oraste de esa manera y lo hiciste con sinceridad, Dios te escuchó y, de acuerdo a su Palabra, ahora eres su hijo/a.

Si ya eres cristiano, mi esperanza es que este libro te ayude a incrementar tu fe y ampliar tu percepción de Dios.

Ahora, ¡dediquémonos a orar por el milagro que necesitas!