Nutrición energética y salud

Dr. Jorge Pérez-Calvo

Fragmento

Prólogo

PRÓLOGO

Este libro está destinado a toda persona interesada en mejorar su salud y condición, pretende que cualquier persona, aunque no tenga conocimientos médicos o dietéticos, sepa cómo debe alimentarse para que su salud y su bienestar mejoren de forma significativa.

Sin olvidar que toda dieta debe individualizarse atendiendo a las características biofisiológicas de la persona —tarea imposible de llevar a cabo sin una consulta personal—, en esta obra se dan indicaciones y consejos de tipo general, beneficiosos para todo el mundo. Garantía de ello es que la dieta básica que se aconseja se apoya en las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se adapta a las condiciones de un clima templado como el de España o países de similar latitud y condición climática, y se explican los principios para poderse adaptar a climas más cálidos o más fríos. La alimentación que preconizamos se basa en el principio de que a cada especie animal, y la humana no es una excepción por mucho que pueda comer de todo, le corresponde un tipo de alimentación determinado, que le es propio y le ayuda a mantener y optimizar su salud y características de especie.

El tipo de alimentación que convencionalmente se ha seguido en Occidente en los últimos treinta años —basado en el consumo prioritario de proteína animal y productos manufacturados y refinados— está hoy en cuestión. Escándalos como el de las vacas locas han fomentado incógnitas razonables sobre la calidad de las carnes y de la proteína animal en general y sobre la forma en que se alimenta a los animales destinados al consumo humano, lo cual ha llevado a mucha gente a preguntarse a qué fuentes proteicas alternativas y seguras puede recurrir. Por otra parte, el uso intensivo de abonos, insecticidas y pesticidas ha desgastado de forma importante las tierras de cultivo, problema al que se suma el deterioro de las aguas marinas, fruto de la contaminación. Todo ello, así como innumerables estudios científicos y clínicos, redundan en la necesidad de inclinarse por una dieta compuesta por productos de origen ecológico. La manera de abordarla y llevarla a la práctica constituye la materia de este libro.

La visión de los alimentos que ofrecemos responde a sus características energéticas y no sólo a la que deviene de los aspectos bioquímicos tradicionales —calorías, vitaminas, etc.—, muy limitados y de difícil traducción práctica en la vida cotidiana. Así, el lector podrá conocer los efectos de cada alimento en el cuerpo, en el psiquismo, en el sistema energético corporal y en la salud en general, así como sus relaciones con distintos tipos de enfermedades o sus propiedades curativas.

El cuerpo, como cualquier otro elemento o fenómeno del universo, siempre está buscando el equilibrio entre polaridades opuestas. Si nuestra alimentación es muy cárnica, muy concentrada y contractiva, con mucha proteína animal y/o sal, nos apetecerá consumir frutas tropicales, azúcares, zumos, alcohol, chocolate o drogas, productos muy expansivos de signo contrario a la proteína animal desde el punto de vista energético. Oscilando entre productos tan opuestos, nuestro organismo consigue tal vez equilibrarse, pero con un alto coste biológico y energético. Por el contrario, la dieta que se propone en esta obra rehúye los extremos, con el consiguiente beneficio para nuestra salud. Se trata de una dieta que puede llevarse de por vida y que no está sujeta a condiciones coyunturales, caso de otras dietas, terapéuticas o de adelgazamiento (dieta frugívora, dieta carnívora, dieta disociada, dieta higienista, etc.), que pueden ser adecuadas y tener éxito en un momento determinado, pero que en otros o a la larga fracasan, por razones que veremos a lo largo del libro.

Los resultados de cambiar nuestra dieta en el sentido que indicamos se notan a las pocas semanas. Mejora nuestra energía, mejora nuestra digestión y mejora nuestro estado mental y emocional.

Hemos puesto especial cuidado en emplear un lenguaje directo y sencillo, de forma que los argumentos y consejos que damos sean claramente comprensibles. El lector, pues, no tropezará con una sobreabundancia de términos eruditos —médicos, nutricionales o propios de las medicinas orientales que forman todos los fundamentos de esta obra— que pueda obstaculizar el entendimiento del texto. Los que aparecen se explican de forma llana y accesible para todo el mundo. Y es que uno de nuestros principios es que todo conocimiento auténtico, sea de la disciplina que sea, debe poderse exponer en términos llanos e inteligibles para el profano.

Por razones de espacio, han quedado en el tintero temas importantes como las alergias alimentarias o la solución de algunos problemas respiratorios. No obstante, las recomendaciones generales que damos pueden ayudar también de forma importante a tratar ese tipo de problemas.

Basado en veintitrés años de experiencia clínica, este libro intenta, en definitiva, responder a la actual necesidad de articular un sistema de alimentación fundamentado en los conocimientos nutricionales más vanguardistas y en principios energéticos y leyes biológicas universales, así como en el sentido común y la observación clínica. Entender un sistema que dote de criterios para alimentarnos de forma sensata, equilibrada y acorde con nuestra naturaleza, propósito y circunstancia.

1. Fundamentos para una alimentación saludable y con sentido

Fundamentos para una alimentación saludable y con sentido

Los alimentos como energía

Los alimentos son fundamentalmente energía. En realidad, todo el universo lo es. La teoría cuántica, una de las ramas de la física moderna, lo ha demostrado. Según ella, la materia no es sino energía condensada. Veamos en qué se basa esa afirmación. Como sabemos, los átomos están formados por uno o varios electrones y por un núcleo compuesto de protones y neutrones. Los electrones no tienen masa, es decir, son energía en estado puro. Los protones y los neutrones, en cambio, sí cuentan con ella. Sin embargo, cálculos científicos han probado que si uniéramos todos los núcleos atómicos del universo, ocuparían el mismo espacio que la cabeza de un alfiler. Lo cual demuestra que la materia, por sólida que parezca, está prácticamente vacía.

El hecho de que una sustancia o un fenómeno nos resulten más o menos sólidos es una cuestión de percepción. En realidad, nunca llegamos a tocar nada verdaderamente. Cuando creemos rozar una mesa, sus electrones y lo

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