Maldita entre todas las mujeres: el rostro de los feminicidios

Saskia Niño de Rivera Cover
Saskia Niño de Rivera Cover

Fragmento

Maldita entre todas las mujeres

Prólogo

Ministro Arturo Zaldívar
Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal

La violencia de género en nuestro país arranca vidas, tortura cuerpos, destruye familias. Todos los días este lastre nos quita a más de diez mujeres, muchas veces en contextos de violencia familiar. Diariamente los feminicidios nos avergüenzan y lastiman como sociedad.

La violencia feminicida no es una mera casualidad. Los feminicidios son la forma más extrema de desprecio y violencia estructural en contra de las mujeres en este país, pero existen muchas otras. En la familia, la escuela, la calle y el trabajo son agredidas, humilladas, invisibilizadas o se enfrentan con prejuicios y barreras insultantes que les impiden gozar de las mismas oportunidades que los hombres. Con frecuencia las niñas y mujeres de México viven microviolencias y machismos de todas las intensidades. Estas conductas son producto de una cultura misógina profundamente arraigada que desprecia su valor, sus habilidades y su papel en la sociedad.

Esta cultura presenta la imagen de una mujer frágil y sumisa: un simple objeto de deseo de los hombres, del que pueden disponer a placer. Por otra parte, normaliza la visión de un hombre violento, sin límites, que no tiene que pedir perdón ni permiso para acercarse a la mujer, para tocarla, para hostigarla o para violarla. Se trata de una visión indulgente con los peores rasgos de la “masculinidad”, que se cultiva y propaga de generación en generación, y que hace imposible que permeen las ideas de respeto básico y de igualdad de género.

Lo cierto es que esta cultura mata. Si queremos erradicar las muertes violentas, la trata con fines de explotación sexual, las desapariciones forzadas, las agresiones de todo tipo, es crucial condenar las expresiones que normalizan la violencia machista, e imponer consecuencias cuando se difundan desde cualquier posición, pues esta cultura sexista es el caldo de cultivo perfecto para la violencia contra la mujer.

Para lograrlo, no son suficientes los discursos y compromisos políticos. Aunque son fundamentales, tampoco bastan las estrategias de denuncia pública. Es indispensable comprender el fenómeno a profundidad, visibilizarlo, entender sus orígenes y dinámicas sociales. Para erradicar este lastre que azota a nuestra sociedad, es preciso prevenir, y ello sólo es posible mirando de frente la realidad desoladora de los feminicidios en este país.

De eso se trata Maldita entre todas las mujeres: una recopilación de historias estremecedoras que Saskia Niño de Rivera rescata del olvido en esta obra desgarradora. El libro es una oportunidad única de conocer las circunstancias y los contextos que son antesala de la violencia feminicida desde una doble perspectiva: la historia de la víctima y del agresor. Es, también, un llamado a comprender el fenómeno para no repetirlo: a prevenir para erradicar, y a fortalecer nuestros lazos para sanar estas heridas y no tolerarlas jamás.

Con historias llenas de detalle y profundidad psicológica, el libro ilumina el tejido social de violencia que enfrentan tanto las víctimas de feminicidio como los agresores. Las voces en estas páginas confirman que vivimos en un país que tolera la violencia de género, que la perpetúa, la reproduce e invisibiliza. A partir de estas historias, Saskia nos recuerda que nunca es tarde para reflexionar sobre las formas en que nuestras acciones y omisiones contribuyen a la violencia feminicida, y que aún es posible transformar esta tragedia si trabajamos en unidad.

Maldita entre todas las mujeres es importante, además, porque da voz a las víctimas para contar su vida y conocer sus luchas. A lo largo de estas páginas, Saskia relata las historias de 5 feminicidas y de 5 víctimas de feminicidio, estas últimas desde la perspectiva de sus madres, que las buscaron, que pelearon por obtener justicia, que sufrieron la angustia y la impotencia de buscar y no encontrar a sus hijas.

Una de las madres, Magdalena, cuenta la historia de violencia que sufrió su hija Fernanda por años, una violencia que terminó matándola. El caso de Fernanda ilustra que los perpetradores de esta violencia no necesariamente encarnan un determinado estereotipo de hombre violento. Son personas con quienes convivimos en la cotidianidad. Asimismo, su historia nos sumerge en la dolorosa realidad a la que se enfrentan las familias de las víctimas de feminicidio: los interminables procesos judiciales, la insufrible revictimización, la apatía de los ministeriales y la corrupción de los policías. Su caso retrata la violencia sistémica a la que se enfrentan: las amenazas, la colusión entre los feminicidas y los agentes federales, la indiferencia de las autoridades, y la muerte de otros familiares por el sólo hecho de buscar verdad.

Por encima de todo, esta obra nos recuerda la lucha de las madres que siguen buscando justicia para sus hijas con el corazón destrozado. De aquellas que exigen verdad porque les arrebataron lo más valioso de su vida. Las que excavan en las carreteras y en los cerros, en las fosas clandestinas y servicios forenses, enfrentando el terror del crimen organizado y la indolencia del Estado.

Maldita entre todas las mujeres demanda que no cerremos los ojos, que no olvidemos los agravios que sufren las víctimas de feminicidio, que la lucha por la justicia no se detenga. Nos invita a recordar que, como sociedad, tenemos una deuda histórica con las mujeres, a quienes se escatima el reconocimiento pleno de sus derechos fundamentales. Y para empezar a saldarla debemos erradicar los semilleros que nutren y propagan la violencia en su contra.

Felicito a Saskia por esta magnífica obra: por visibilizar la violencia feminicida y por luchar por los derechos de las mujeres más vulnerables de México. Por darle voz a sus familias, a sus reclamos, a sus luchas. Por iluminar las fracturas de nuestro sistema de justicia, y convocarnos a seguir luchando para repararlas con esperanza y tenacidad.

Saskia entiende como pocas personas —esta obra es muestra de ello— que la igualdad de género no es una moda. Es una exigencia constitucional, una cuestión de dignidad humana. No puede haber una sociedad justa en la que los derechos humanos sean una realidad mientras las mujeres y niñas de este país vivan con miedo de salir a la calle. Maldita entre todas las mujeres nos convoca a seguir pensando, a seguir trabajando para deconstruir el mundo y edificar uno en el que las mujeres puedan vivir en libertad, con derechos y sin miedos. Hacia allá vamos.

Maldita entre todas las mujeres

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