Incrementa tu IQ financiero

Robert T. Kiyosaki

Fragmento

Nota del autor. El dinero no es un mal

Nota del autor

El dinero no es un mal

Una de las grandes fallas del sistema educativo es no proveer educación financiera a los estudiantes. Al parecer, los maestros piensan que el dinero tiene una mancha casi religiosa y que el gusto por el dinero es la raíz de todo mal.

Como la mayoría sabe, no es el gusto por el dinero lo que ocasiona el mal, sino la carencia del mismo. El mal es trabajar en un empleo que odiamos, trabajar duro y no ganar lo suficiente para mantener a nuestras familias. Para algunas personas, lo funesto es permanecer altamente endeudados. Pelear por dinero con quienes amas, ser avaricioso y cometer actos criminales o inmorales para obtenerlo, también es malévolo. El dinero por sí mismo no es un mal, es simplemente dinero.

Tu casa no es un activo

La falta de educación financiera ocasiona que la gente haga tonterías o se deje guiar por incompetentes. Por ejemplo, cuando publiqué en 1997 Padre rico, padre pobre y afirmé: “Tu casa no es un activo… es un pasivo”, muchos protestaron de inmediato. Tanto yo como el libro fuimos criticados con severidad y muchos autoproclamados expertos financieros me agredieron en los medios. Diez años después, en 2007, los mercados crediticios se desmoronaron y millones de personas se precipitaron en una caída libre financiera. Algunos perdieron su casa, otros se declararon en bancarrota o, debido a la caída en el valor de los bienes raíces, comenzaron a pagar más por sus inmuebles de lo que éstos valían. Todos descubrieron con pena que, en realidad, sus casas eran pasivos, no activos.

Dos hombres, un mensaje

En 2006 escribí, en colaboración con mi amigo Donald Trump, el libro titulado Queremos que seas rico. En él entablamos una discusión acerca del por qué la clase media se estaba quedando atrás y hablamos sobre las posibles razones de este declive. Dijimos que muchas de las causas se encontraban en los mercados globales, gubernamentales y financieros. Los medios financieros también arremetieron contra ese libro pero, hacia 2007, buena parte de lo que en él se mencionó se hacía realidad.

Consejos obsoletos

En la actualidad muchos expertos financieros continúan recomendando: “Trabaja duro, ahorra dinero, salda deudas, gasta lo menos posible y diversifícate.” El problema de estos consejos es que son malos consejos, sencillamente porque son obsoletos. Las reglas del dinero cambiaron en 1971 y ahora existe un nuevo capitalismo. Ahorrar dinero, saldar deudas y diversificarse funcionaba bien en la era del antiguo capitalismo. En la era del nuevo capitalismo, quienes obedezcan el mantra de “trabaja duro y ahorra dinero”, tendrán problemas financieros.

Información versus educación

En mi opinión, la falta de educación financiera en el sistema educativo es un hecho cruel y vergonzoso. Este tipo de educación es absolutamente esencial para la supervivencia en el mundo de hoy, sin importar si somos ricos o pobres, astutos o tontos.

Como casi todos sabemos, vivimos en la Era de la Información, cuya mayor dificultad es la sobrecarga de datos: hay demasiada información. La siguiente ecuación muestra por qué es tan importante la educación financiera.

Información + Educación = Conocimiento

Sin educación financiera no se puede procesar la información para convertirla en un conocimiento útil y sin conocimiento financiero la gente sufre en el aspecto económico. Sin él, hace cosas como comprar una casa y pensar que ésta es un activo, o ahorrar dinero sin darse cuenta de que, desde 1971, su dinero sólo sirve como medio de cambio. La gente tampoco sabe por qué los ricos ganan más dinero y pagan menos impuestos; o por qué el inversionista más rico del mundo, Warren Buffett, no se diversifica.

Saltos suicidas

Quienes no tienen conocimiento financiero buscan la ayuda y asesoría de otras personas: expertos que, generalmente, recomiendan trabajar duro, ahorrar dinero, pagar deudas, gastar lo menos posible y diversificarse. Al igual que ratas suicidas que simplemente siguen a su líder, estas personas se lanzan desde un precipicio hacia el océano de la incertidumbre financiera, con la esperanza de poder nadar hasta la otra orilla.

Éste no es un libro sobre consejos financieros

Este libro no te dirá qué hacer; no hay consejos financieros en él. Este libro es sobre cómo volverte más astuto en el aspecto económico para que puedas procesar tu propia información y encontrar un camino hacia el nirvana financiero.

En resumen, este libro es sobre cómo ser más inteligente para ser más rico; es decir, cómo incrementar tu IQ financiero.

Introducción ¿El dinero realmente enriquece?

Introducción

¿El dinero realmente enriquece?

La respuesta es: no, el dinero por sí mismo no enriquece. Todos conocemos gente que trabaja todos los días, gente que, aunque trabaja por dinero y lo obtiene, no se hace más rica. Irónicamente, hay muchas personas que con cada dólar que ganan se endeudan más. Hemos escuchado historias sobre gente que ganó la lotería: ganadores instantáneos que se volvieron inmediatamente pobres de nuevo. También hemos oído historias sobre bienes raíces que son rematados. En lugar de ayudar a quienes los poseen para que obtengan más dinero o seguridad financiera, los bienes raíces los sacan de sus hogares y los llevan al albergue de los necesitados. Muchos conocemos a personas que perdieron dinero al invertirlo en la bolsa de valores; tal vez tú eres una de ellas. Inclusive la inversión en oro, el único dinero real en el mundo, puede resultar costosa para el inversionista.

Mi primera inversión real como adulto fue en oro; empecé a invertir en ese metal antes de hacerlo en bienes raíces. En 1972, a la edad de 25 años, comencé a comprar monedas de oro cuando una onza costaba aproximadamente 70 dólares. En 1980, el valor del oro se acercaba a los 800 dólares por onza. Se desató la locura y la avaricia venció a la cautela. Corrían rumores de que el metal subiría a 2 500 dólares la onza, por lo que los inversionistas apilaron oro; lo compraban a pesar de no haberlo hecho nunca antes. En lugar de vender algunas de mis monedas y obtener ganancias, esperé, creyendo que el valor del oro remontaría. Vendí mi última moneda un año después, cuando este metal costaba menos de 500 dólares la onza. Desde 1980 pude ver cómo disminuía su valor cada vez más, hasta que finalment

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