El amor es de todos los colores

Camila Chaín Londoño

Fragmento

Jamás se me hubiera ocurrido escribir sobre mi vida si no fuera porque siento la enorme necesidad de compartirles lo que significa nacer en un mundo en el que muchos son esclavos de sus creencias y pocos viven en libertad. Hace un tiempo mi padre me llamó quejándose de un pequeño problema que estaba teniendo en su vida y que era fácil de resolver y yo le pedí que dejara de quejarse, que no existía ninguna razón para que algo pudiera perturbar su tranquilidad. Es que todos tenemos dos formas de asumir la realidad: una de ellas es negándola, luchando en su contra, arruinando nuestra paz y la otra es aceptándola, comprendiéndola y viviendo felices.

Yo nací homosexual en un planeta que pareciera haber sido creado para los heterosexuales, nací mujer en un mundo de hombres y zurda en uno de diestros. Tenía la opción de hacerme la víctima, de hacer reclamos, de rendirme, pero preferí sentirme afortunada, diferente, única.

Este libro está hecho para los valientes que saben perfectamente que la vida es una sola y que no vale la pena desperdiciar ni un solo segundo en cohibirnos, encerrarnos, disimular, mentirnos, engañarnos y también va para los que eligen darse por vencidos. No hay tiempo para guardar silencio. Y es que les digo, el primer sufrimiento y el más grande de todos está en callarse, no poder decir quién es uno por miedo a lo que pueda suceder, a que les digan que son raros o que están enfermos.

Tengo casi cuarenta años y ahora es que entiendo todo el daño que me hizo no hablar: poner mi autoestima por el piso, dejando que muchos me pisotearan; crear vidas paralelas que mostraban aspectos de mí que no eran verdad; sentirme como una persona traicionera, mentirosa, falsa con los demás y conmigo misma. Este es un libro escrito desde mi experiencia de vida para todas las personas, los familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás, de un ser que ama a otro ser del mismo sexo. Sé perfectamente que cada uno vive de manera diferente y es una existencia única; por eso, creo que cada quien, sin importar lo que nos hayan enseñado y lo que yo pueda decir, tenemos que tomar solo lo que creamos conveniente. Decir: esto de pronto me conviene y esto de pronto no.

¿Qué es vivir sino enfrentarse a dudas y preguntarnos qué hacer con ellas?

Espero que desde mis vivencias pueda entregarles un poco de luz para que resuelvan sus dudas y sus miedos y mostrarles que todos merecemos vivir en paz con nosotros mismos, ¡siempre!

“Cuando negamos nuestras historias, estas nos definen. Cuando nos volvemos dueños de nuestras historias, podemos escribir un nuevo final, un final valiente para nosotros”.

  Brené Brown, investigadora  
  y bloguera estadounidense  

CAPÍTULO
1

Yo nací así

Los niños nacen de nueve meses. Bueno, así se supone que debe ser. Yo nací de siete y fue por parto natural. Eso quiere decir que sufría de alguna clase de hiperactividad intrauterina. Es más, creo que, 38 años después, todavía la tengo. Aún no entiendo bien para qué tanto afán, pero es probable que algún día use esas revoluciones aceleradas para algo increíble.

Soy de una familia árabe, de esas en las que todos esperan que el primogénito sea varón. Mi mamá me dice que a ella no le importaba eso, que mi papá quería una niña, pero pasaron dos cosas que me hacen dudar: la primera es que nunca hicieron una ecografía para determinar el género y el único nombre que tuvieron en cuenta fue “Camilo Andrés”. Eso estuvo más enredado que la reina que dijo que Confucio fue un chino japonés de la antigüedad que inventó la confusión. Después no me pregunten por qué tengo el pelo corto, o uso corbata, jajaja... Nací fea, tan fea que mi tía Vivi, la más amorosa, maravillosa y entregada de mis tías, llamó a mi madre desde Italia y le dijo: “Parece una rata, esa no es mi sobrina. ¿No será que te la cambiaron?”. Y sí, es muy complicado venir al mundo, pero yo tenía afán. Para acabar de rematar, mis pulmones no se desarrollaron muy bien, así que tuve una especie de alergia respiratoria que aún sobrevive en forma de fuertes gripas que se manifiestan ocasionalmente.

Soy la mayor de cuatro hermanos y, por eso, me convertí en una especie de mamá de los pollitos y además, soy la primera nieta mujer de las dos familias, así que eso me empoderó. Mis papás fueron muy felices apenas me tuvieron y yo me convertí en la hija más consentida y la más amada. Comencé a crecer en medio de todos esos mimos y cuidados. Mis abuelos, mis tíos y primos, mis papás y todos los que me rodeaban me llenaron de un amor que aún hoy no sé definir con precisión. Era vanidosa, siempre me vestían como a una princesa y encontraban la manera de acceder a mis caprichos. Mi mamá y mi tía Vivi se las arreglaban para hacerme peinados diferentes y exóticos y vestirme igual a ellas, sobre todo para las fechas especiales como los cumpleaños, y hasta tuve que usar ropa idéntica a la de mis muñecos.

Unos meses después de cumplir un año me dieron el mejor de los regalos que he recibido: mi hermanita menor. Era una bebé preciosa que se convirtió en mi cómplice, en mi amiga inseparable, en mi mayor tesoro, en la mamá de mis dos sobrinos y en alguien a quien tendría que cuidar mucho cuando se nos presentaron desafíos complejos para nuestras vidas. Comenzó la etapa escolar y fue ahí donde descubrí que, además de tener muchas muñecas y rodearme de niñas, era muy divertido jugar con carritos y

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