Esto nunca dejará de ser real

Sera Milano

Fragmento

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UNO

DECLARACIÓN DE JOSEPH (JOE) MEAD, 17

Yo estaba mirando cómo bailaba Ellie Kimber.

DECLARACIÓN DE VIOLET NKIRU CHIKEZIE, 16

Estábamos mirando cómo bailaba Ellie Kimber. Llevaba un vestido tan corto que casi ni parecía un vestido. Bajo aquellas luces, el vestido brillaba como la cola de una sirena. La piel también le brillaba; sus piernas parecían tan largas que era difícil saber dónde terminaban. Mi hermano pequeño me cogía con tanta fuerza de la mano que bajé la mirada para ver qué le pasaba. Se retorcía al ritmo de la música igual que ella. Aquello me hizo sonreír. A nuestro lado, mi madre chasqueaba la lengua como si desaprobara lo que veía, pero no dejaba de mirar.

DECLARACIÓN DE PEACHES BRITTEN, 16

Todos estábamos mirando cómo bailaba Ellie Kimber. Parecía una estela plateada en un cielo lleno de estrellas. Aunque la odiaras, no podías apartar la vista.

DECLARACIÓN DE ELLIOT (ELLIE) KIMBER, 17

Yo estaba bailando. Por si no lo sabíais, es la mejor manera de olvidarse de todo. Cierras los ojos, echas la cabeza hacia atrás y te dejas llevar. Me sumergí en la música, como si flotara de un lado a otro con ella, entrando y saliendo de la realidad a medida que giraba la cabeza. El bajo sonaba como el latido de un corazón, pero no como cuando lo oyes, sino como cuando lo sientes. Estaba justo delante, contra las vallas, junto a los amplificadores; lo bastante cerca de ellos como para sentir la vibración en el aire.

Lo sé, no fue buena idea. Se supone que debería cuidar de mis oídos, pero, aunque no me funcionara ninguno de los dos, habría estado allí por la manera en que la música hacía temblar el suelo, golpeándolo bajo mis pies. Es muy parecido a lo que siento cuando corro, pero sin el dolor y sin tener que concentrarme. Sin el sentimiento de culpa.

JOE

La música ni siquiera merecía la pena. El Festival Ambereve es igual cada año: un par de leyendas locales a las que, para variar, les dejan rasguear su guitarra en algún sitio que no sea la Noche de Talentos del Queen’s Head. Y luego, de cabeza de cartel, Eric Stone; ya sabes, el único famoso de Amberside. Aunque dejase de estar de moda hace como, no sé, ¿veinte años?

PEACHES

Mi madre se acuerda de cuando Eric Stone era grande. Grande como los Beatles, pero con un corte de pelo mejor, o eso dice ella. Al parecer, en una ocasión ella le tiró el sujetador. Ahora Stone vive en el barrio de los millonarios en la parte alta del pueblo y nos mira a todos por encima del hombro. Yo lo único que sé de él es que es el viejo barbudo que me gritó cuando la cagué durante su prueba de voz. Menudo payaso.

VIOLET

No suelo escuchar el tipo de música que toca el tal Eric Stone, pero la manera en que Ellie se movía mientras sonaba era preciosa. Casi me hizo sentir celosa, aunque yo nunca podría hacerlo. Lo de bailar así delante de todo el mundo, quiero decir. Nunca se me ocurriría, y no solo porque a mi madre se le habría quedado la boca seca de tanto chasquear la lengua en caso de que lo hubiera hecho. Mi madre sacó mi nombre de un libro de cuentos para niños y a veces hasta me sorprende lo bien que encaja conmigo: Shy Violet. Ya me entienden, shy significa «tímida». Yo no soy de las que se ponen a bailar. Me gusta más quedarme a los lados, donde se está más tranquilo, y observar sin tener que estar pendiente de si alguien me mira o no. Cuando Ellie baila… es como si le diera igual que todo el mundo la estuviera mirando. Aunque, ¿por qué iba a importarle? Cuando baila, es la única persona que hay en el mundo. Solo está ella.

JOE

Se mueve como si fuera… No sé, menos sólida que los demás. Como si no tuviera huesos que le impidieran el movimiento. Es lo mismo que hace que todos nos la quedemos mirando cuando camina, como si se deslizase, por los pasillos del instituto. No soy capaz de apartar la mirada de ella. Nadie lo es. Y no es solo por el rollo ese de que es «modelo», aunque he visto a las demás chicas mirarla como si guardara algún secreto, como si creyeran que si lo descubren podrán copiarlo. La miran como si ansiaran meterse bajo su piel y convertirse en ella.

Así es como la miraba yo en aquel momento. Fijamente. No podía evitarlo.

Sam me dio un codazo, me cogió la lata por la anilla y se rio de mí mientras me la quitaba.

—¡Ten cuidado o se te saldrán los ojos de las cuencas! —me soltó.

Ni siquiera le miré.

—¿Qué dices?

—¡Los ojos, hermano!

Volvió a reírse de mí, pero sé muy bien que él también la estaba mirando. Todos la mirábamos. Es que Ellie era…

VIOLET

Preciosa.

PEACHES

Una zorra.

ELLIE

Estaba esperando a que empezaran los fuegos artificiales. En el Ambereve todo sigue siempre el mismo patrón: puestos en la calle principal durante todo el día y atracciones para los más pequeños, mientras los seguratas intentan evitar que los estudiantes que se han emborrachado con sidra acaparen el tiovivo. Manzana especiada caliente en vasitos de papel, tanto la versión para adultos como la que no tiene alcohol. Manzanas de caramelo. Barritas de turrón en bolsas de rayas. Y, después, el desfile.

VIOLET

Todo Amberside asiste al desfile. Sobre todo este año.

ELLIE

El año pasado lo cancelaron. Ya sabéis, el desfile, el festival, todo, así que este año fue una especie de liberación, como si nos hubiéramos reunido todos al principio del camino para coger aire juntos. Aunque probablemente no hubiera más gente de lo habitual, daba la sensación de que éramos más que nunca. Todos queríamos estar más cerca que en otras ocasiones. La gente se apretujaba de tal modo que daba la sensación de que nuestros corazones latían al unísono. Fue maravilloso.

PEACHES

Te piden que cojas una de las antorchas que ponen delante de Guildhall y que la metas en una almenara que hay de camino. Por un día, a nadie le importa estar entregando palos con fuego a adolescentes puteados con el mundo, aunque entre ellos esté el chaval ese de mi instituto que se hizo famoso porque se quemó el pelo.

JOE

Dougie se quemó una vez. ¡Fue la leche! No le pasó nada, pero no le volvieron a crecer las cejas hasta Navidad.

ELLIE

Luego, como todos los años, coges calle arriba hasta llegar a Hearne House.

PEACHES

En los carteles pone LA HISTÓRICA HEARNE HOUSE, aunque nosotros usamos un nombre más sencillo.

VIOLET

La casa de la colina.

ELLIE

Todo el mundo está desfilando o viendo el desfile. Desde los estudiantes del Instituto Clifton a los de la Universidad de Sef­ton. ¡Hasta los que dicen que son demasiado viejos para estas cosas! Incluso padres, con la excusa de que van a supervisar a sus hijos. Los niños se cuelgan del brazo de los mayores y les piden que les dejen llevar la antorcha un rato.

Recuerdo que, en un momento dado, me pregunté qué aspecto tendríamos desde el aire. Todos esos puntitos de luz en movimiento, como estrellas fugaces que se reflejan en un lago oscuro y serpenteante. Cometas pequeños. Encontré a mis padres en el desfile casi por casualidad y recuerdo que mi madre estaba diciendo que las hogueras en las noches cálidas, cuando aún no tienes que ir abri

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