El paraíso es tu casa

Diana Quan

Fragmento

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Introducción

Nuestra casa, un reflejo de nosotros mismos

No hay nada como el hogar, y es que se trata del espacio donde nacemos y en el que desarrollamos nuestras actividades vitales. También es una extensión de nuestro cuerpo y de nuestra alma, de todo aquello que anhelamos más íntimamente y muchas veces de cómo nos mostramos frente a un entorno inmediato.

Cuando entramos en casa de alguien a quien no conocemos, en seguida descubrimos, en los objetos que se exponen ante nuestra mirada de visitante, una parte muy destacada de su personalidad. Son pistas que pueden dejarse de manera consciente o inconsciente, pero que transmiten parte de la esencia de quienes habitan ese espacio.

El estilo ordenado y el desordenado, el del tímido o el del que necesita mostrar su espíritu barroco, aquel que confía en la tecnología y el que ha sabido integrar los elementos naturales en su entorno, el metódico y el obsesivo-compulsivo, el del austero... Todo un universo tan lleno de posibilidades como personas hay en el mundo. Y estas muestras de cómo son los habitantes de cada vivienda pueden verse tanto en los hogares más humildes como en aquellos más suntuosos.

De nosotros depende cómo queremos que sea nuestro hogar. Y si bien es cierto que inevitablemente lo construimos como una manifestación de nuestra personalidad, también es verdad que con una adecuada preparación, una estrategia con los objetivos claros, tenacidad, rigor y buena voluntad, podemos cambiar el estilo del lugar donde vivimos cuando queramos. Y, al mismo tiempo, nos cambiaremos también un poco a nosotros mismos. De hecho, no hay ninguna transformación que hagamos en nuestro entorno que no nos afecte directamente, así como a nuestras actividades del día a día.

Este libro habla precisamente de todo esto y de mucho más. Concebido como una guía con múltiples ideas para activar los mecanismos que nos permiten ser creativos, el lector encontrará en él:

  • Información para saber lo que nuestro hogar dice de nosotros.
  • Orientación sobre los cambios que podemos hacer para transformar nuestra vivienda de cara al bienestar.
  • Características de cada estancia para saber cuáles generan vitalidad, cuáles relax y cuáles concentración e inspiración.
  • Consejos para poder sanar o mejorar nuestro estado de ánimo a través de nuestra casa, con elementos tan sencillos como la luz, las plantas y los colores.
  • Técnicas para conseguir llenar de positividad nuestra vivienda y para detectar si tiene malas energías.
  • Detalles prácticos sobre los mejores materiales para crear un hogar saludable y placentero.
  • Ideas para conseguir que en nuestra casa reine siempre la armonía y la tranquilidad.
  • Cómo construir un paraíso a través de la síntesis cultural

    Aprovechando la sabiduría que emana de la tradición oriental, tanto china como japonesa, y la incorporación de numerosos consejos y estrategias que la cultura occidental nos ha legado, convertir nuestra casa en un paraíso es mucho más fácil de lo que pueda parecernos al principio.

    Vivimos en tiempos de mucho ruido sensorial, provocado porque habitamos, trabajamos y nos desplazamos en grandes ciudades tumultuosas. Además, estamos interconectados permanentemente a realidades virtuales estresantes, hasta el punto que nos absorben y nos dejan poco tiempo para sentirnos en conexión con lo más directo y natural, como sería lógico por nuestra condición de seres humanos. Y es que parecemos olvidar que somos fruto de un entorno biológico compartido con otros muchos organismos: el planeta Tierra.

    Por otro lado, también estamos sometidos a situaciones que nos crean ansiedad, desde que nos levantamos hasta que volvemos a acostarnos. A pesar de ello, nos cuesta desconectar, por lo que acabamos pagándolo en forma de insomnio o de sueños angustiosos y poco reparadores.

    Es incuestionable que una parte muy importante de la reacción ante esta realidad que tiende a superarnos sale de nuestro interior. Si somos capaces de detener el flujo de información y de pensamientos que nos agotan para responder asertivamente ante cada situación, habremos ganado gran parte de la batalla diaria. Pero si además preparamos nuestro hogar para que sea un lugar de reposo y resolvemos todas aquellas dificultades domésticas que entorpecen nuestra vida, habremos ganado también un auténtico refugio en el que nuestro cuerpo se sentirá integrado y satisfecho. Algo parecido a lo que les sucedía a nuestros antepasados más remotos, quienes encontraban la seguridad necesaria en sus cuevas.

    Hay muchas maneras de modificar nuestra vivienda con el objetivo de convertirla en una extensión de nosotros mismos. Pero debemos tener presente en todo momento que nuestro hogar somos nosotros, que nos acompaña allá donde vamos y con quien vivamos. Por ese motivo debemos ser muy concienzudos, pues afecta directamente a nuestra existencia. Hemos de considerar cada paso que tomemos para modificarlo, pensar detenidamente cómo lo queremos y de qué manera lo construiremos día tras día.

    De nosotros depende que el lugar en que vivamos sea un paraíso en el que reflejarnos, o un entorno que ni siquiera reconocemos y en el que no nos sentimos nada a gusto.

    Como recoge la sabiduría oriental taoísta: «Un viaje de mil millas empieza con un pequeño paso.» Esta frase se le atribuye a Lao Tse —nombre que significa «viejo maestro»— considerado el autor del Tao Te Ching, un libro que aún hoy sigue guiándonos con sus sabias reflexiones. Se cree que vivió en el siglo VI a.C., aunque muchos estudiosos modernos piensan que pudo haber vivido dos siglos antes, en el período llamado: de las cien escuelas del pensamiento y de los reinos combatientes. Sea como sea, en este tratado, el tao —o dao, «camino»— se nos muestra como el cambio permanente, que es la verdad universal.

    Por eso, es muy apropiado acabar esta introducción con un fragmento del Tao Te Ching, ya que nos ayudará a guiarnos en nuestro itinerario de transformación:

    Alcanza la total vacuidad para conservar la paz.

    De la aparición bulliciosa de todas las cosas,

    contempla su retorno.

    Todos los seres crecen agitadamente, pero, luego,

    cada uno vuelve a su raíz.

    Volver a su raíz es hallar el reposo.

    Reposar es volver a su destino.

    Volver a su destino es conocer la eternidad.

    Conocer la eternidad es ser iluminado.

    Quien no conoce la eternidad camina ciegamente

    a su desgracia.

    Quien conoce la eternidad da cabida a todos.

    Quien da cabida a todos es grandioso.

    Quien es grandioso es celestial.

    Quien es celestial es como el Tao.

    Quien es como el Tao es perdurable.

    Aunque su vida se extinga, no perece.

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